Estudio Bíblico

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¿Maduros o inmaduros?




La Palabra de Dios nos exhorta a que maduremos en el Señor, a que dejemos de ser niños en nuestra vida, carácter y actitudes espirituales (1 Cor 3:1), además de en nuestra alma (1 Cor 14:20). Por ello es importante que comparemos cómo reacciona y qué actitudes tiene el maduro con respecto al inmaduro. Dios nos llama la madurez en todas las áreas de nuestras vidas (1 Cor 2:6, Heb 5:14).



Los maduros:
El maduro busca dar.
El maduro no se compara con nadie y no permite que lo comparen.
El maduro busca agradar a Cristo.
El maduro se hace cargo de sus cosas (asume responsabilidades).
El maduro actúa por obediencia.
El maduro ejerce autoridad porque se sujeta a la autoridad.
El maduro crece hacia arriba porque se deja enseñar, aconsejar y aprende.



Los inmaduros:
El inmaduro busca recibir de todos y en todo.
El inmaduro se compara con todos y compara a todos.
El inmaduro se esfuerza por agradar a todos.
El inmaduro no se hace cargo de nada:
* Le echa la culpa a los demás.
* Pone excusas.
* Pospone (“Mañana lo hago”).
* Se trata a sí mismo como víctima.
* Es mágico-cómodo (“Dame”, “bendecime”, etc., pero no hace nada).
El inmaduro es emocional.
El inmaduro se deja intimidar y maltratar.
El inmaduro siempre está en el mismo lugar (no crece).
El inmaduro sabe todo y es rebelde.


Cuando recibas una palabra de Dios, recibela en tu espíritu y que sea esa palabra la que gobierne tu ser.



El alma debe ser tratada en tres aspectos:
El área lastimada, abandonada, rechazada, etc., debe ser tratada mediante la sanidad interior.
El área de la inmadurez debe ser tratada mediante el discipulado.
El área carnal debe ser tratada renunciando a las inclinaciones pecaminosas, crucificando la carne.


Qué cosas hay que trabajar en el espíritu.

A. Fortalecer nuestro espíritu.
Comer la Palabra de Dios, mantener la comunión con el Espíritu Santo, servir a Jesús.
Practicar los 7 ejercicios espirituales (confesión, adoración, meditación en la Palabra, oración, ayuno, congregar y diezmar)

B. Abrir el espíritu de las personas.
Cerramos el espíritu de los demás cuando: maltratamos, criticamos, somos fríos e indiferentes, o somos egoístas en la pareja.
Abrimos el espíritu de las personas cuando les damos honor: valor, dignidad e importancia. Es un regalo que le hacemos a los demás.


Extracto del libro “Las 7 Leyes de la Sanidad Interior”
Por Bernardo Stamateas
Adaptado por Edgardo Tosoni

Fuente: Devocional Cristiano

31 Jul 2010