Planeando bien nuestro año (1a. parte).
PLANEANDO BIEN NUESTRO AÑO.
Primera parte.
Introducción.
Al inicio de un año, generalmente nos hacemos muchos propósitos que muchas veces no los cumplimos a lo largo del año, por alguna de estas razones:
Por mala definición.
Porque solo hacemos una lista de muchas cosas, pero no de los pasos que necesitamos para alcanzarlas (es una declaración de intenciones, pero no un plan de acción).
Porque nos falta convicción y no nos esforzamos lo suficiente en alcanzarlos.
Porque no los escribimos y las muchas ocupaciones que vamos adquiriendo terminan sepultando nuestras intenciones en el olvido.
Por otro lado, la Palabra de Dios claramente nos enseña que no lo importante no es como comenzamos el año, sino como lo terminemos (Ecle 7:8), además de la necesidad de ser entendidos en los tiempos (1 Cro 12:32) para saber lo que debemos hacer.
Esto implica la necesidad de anticipar lo que vamos a hacer y lograr en el año.
¿Por qué es importante planear nuestro año y llevar adelante el plan?
Porque Dios dice que necesitamos tener una visión (Prov 29.18) y planear para alcanzarla (Luc 14.28-33).
Porque nuestra vida no es un accidente ni el resultado de sucesos que simplemente sucedieron.
Fuimos creados en Cristo para buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas (Efe 2:10).
Dios tiene planes de bien y no de mal para darnos un futuro y una esperanza (Jer 29.11).
Porque esas cosas que Dios preparó de antemano y esos planes que El tiene para nosotros no se cumplirán sin nuestra participación activa.
Somos co-laboradores de Dios (1 Cor 3:9, 2 Cor 6.1).
Nosotros sembramos, regamos y cosechamos, aunque Dios es el que produce los resultados (1 Cor 3:6). Nosotros hacemos lo que nos es posible, y Dios hace lo imposible.
Oramos, creemos que recibimos, buscamos, hallamos, superamos los obstáculos y alcanzamos el objetivo (la respuesta a la oración que hicimos, cuya respuesta Dios determinó) (Mat 7:7).
Porque solo planeando y ejecutando esos planes vamos a vivir una vida con orden, con sentido, con propósito, y solo de esa manera podremos obtener verdadero éxito, satisfacción y calidad de vida.
El que no sabe a donde se dirige, ya llegó, y su vida va a ser llevada de un lado a otro, sin ningún sentido ni propósito, por las circunstancias. Su vida será como una veleta, como con doblez de ánimo (Sant 1:7-8) y no obtendrá nada realmente importante, relevante y permanente.
En nuestros propios planes solo vamos a obtener frustración e insatisfacción (Prov 16:25).
Muchos pueden ser nuestros planes, pero solo el consejo del Señor permanecerá (Prov 19:21).
Nosotros hacemos los planes, pero de Dios es que se realicen (Prov 16:21, NVI)
La solución.
Encontrar la visión de Dios para nuestras vidas.
En base a esa visión, planear todo lo que es necesario hacer para alcanzarla (cada paso que es necesario dar para llegar a la meta).
En base a esos planes generales, planear las cosas que quisiéramos y podríamos alcanzar este año.
Definir bien para cada una de esas cosas un plan de acción para concretarlas y evaluar si ese plan de acción encaja en nuestras posibilidades y realidades, de tal manera de reducirlo a lo que es posible alcanzar en el año (lo que no nos alcance el año, quedará para el siguiente año).
Convencernos y comprometernos con el plan que hemos trazado para el año, para alcanzarlo.
Escribirlo de una manera clara y tenerlo a la mano todo el tiempo para leerlo, releerlo, buscarlo y considerarlo cuando tengamos que tomar decisiones.
Primera parte.
Introducción.
Al inicio de un año, generalmente nos hacemos muchos propósitos que muchas veces no los cumplimos a lo largo del año, por alguna de estas razones:
Por mala definición.
Porque solo hacemos una lista de muchas cosas, pero no de los pasos que necesitamos para alcanzarlas (es una declaración de intenciones, pero no un plan de acción).
Porque nos falta convicción y no nos esforzamos lo suficiente en alcanzarlos.
Porque no los escribimos y las muchas ocupaciones que vamos adquiriendo terminan sepultando nuestras intenciones en el olvido.
Por otro lado, la Palabra de Dios claramente nos enseña que no lo importante no es como comenzamos el año, sino como lo terminemos (Ecle 7:8), además de la necesidad de ser entendidos en los tiempos (1 Cro 12:32) para saber lo que debemos hacer.
Esto implica la necesidad de anticipar lo que vamos a hacer y lograr en el año.
¿Por qué es importante planear nuestro año y llevar adelante el plan?
Porque Dios dice que necesitamos tener una visión (Prov 29.18) y planear para alcanzarla (Luc 14.28-33).
Porque nuestra vida no es un accidente ni el resultado de sucesos que simplemente sucedieron.
Fuimos creados en Cristo para buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas (Efe 2:10).
Dios tiene planes de bien y no de mal para darnos un futuro y una esperanza (Jer 29.11).
Porque esas cosas que Dios preparó de antemano y esos planes que El tiene para nosotros no se cumplirán sin nuestra participación activa.
Somos co-laboradores de Dios (1 Cor 3:9, 2 Cor 6.1).
Nosotros sembramos, regamos y cosechamos, aunque Dios es el que produce los resultados (1 Cor 3:6). Nosotros hacemos lo que nos es posible, y Dios hace lo imposible.
Oramos, creemos que recibimos, buscamos, hallamos, superamos los obstáculos y alcanzamos el objetivo (la respuesta a la oración que hicimos, cuya respuesta Dios determinó) (Mat 7:7).
Porque solo planeando y ejecutando esos planes vamos a vivir una vida con orden, con sentido, con propósito, y solo de esa manera podremos obtener verdadero éxito, satisfacción y calidad de vida.
El que no sabe a donde se dirige, ya llegó, y su vida va a ser llevada de un lado a otro, sin ningún sentido ni propósito, por las circunstancias. Su vida será como una veleta, como con doblez de ánimo (Sant 1:7-8) y no obtendrá nada realmente importante, relevante y permanente.
En nuestros propios planes solo vamos a obtener frustración e insatisfacción (Prov 16:25).
Muchos pueden ser nuestros planes, pero solo el consejo del Señor permanecerá (Prov 19:21).
Nosotros hacemos los planes, pero de Dios es que se realicen (Prov 16:21, NVI)
La solución.
Encontrar la visión de Dios para nuestras vidas.
En base a esa visión, planear todo lo que es necesario hacer para alcanzarla (cada paso que es necesario dar para llegar a la meta).
En base a esos planes generales, planear las cosas que quisiéramos y podríamos alcanzar este año.
Definir bien para cada una de esas cosas un plan de acción para concretarlas y evaluar si ese plan de acción encaja en nuestras posibilidades y realidades, de tal manera de reducirlo a lo que es posible alcanzar en el año (lo que no nos alcance el año, quedará para el siguiente año).
Convencernos y comprometernos con el plan que hemos trazado para el año, para alcanzarlo.
Escribirlo de una manera clara y tenerlo a la mano todo el tiempo para leerlo, releerlo, buscarlo y considerarlo cuando tengamos que tomar decisiones.
03
Ene
2010