Estudio Bíblico

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La ley de la Preparación.



LA LEY DE LA PREPARACIÓN.



Enunciado.
El proceso enseñanza-aprendizaje será más efectivo cuando, tanto el estudiante como el maestro se preparan adecuadamente.
Antes de la carrera, los atletas ejercitan sus músculos.
Antes del concierto, la orquesta afina sus instrumentos.
Uno de los problemas más grandes de los maestros es que los alumnos van a sus clases indiferentes.
Luc 6:40b: “todo el que esté bien preparado será como su maestro”.


La ley de la preparación y las tareas.
La ley de la preparación provee la base filosófica para las tareas.
Mientras no asigne tareas sus alumnos no las harán.


Situaciones típicas:
El maestro viene a la clase bien preparado, habiendo empapado su mente de ciertos pasajes de la Escritura. Los alumnos, por lo menos la mayor parte de ellos, no han leído el pasaje una sola vez en los últimos seis meses.
El maestro va con entusiasmo a la clase porque en ese pasaje ha encontrado respuestas a preguntas y soluciones a problemas. Los alumnos vienen sin nada.


El valor de asignar tareas.
Provocan el pensamiento, preparan la mente en tal forma que comienza a trabajar antes de comenzar la clase.
Proveen un trasfondo. El alumno está consciente de problemas y asuntos relacionados al pasaje, y como se relaciona el pasaje con su vida. Cuando las preguntas brotan, la curiosidad surge.
Desarrollan el hábito de estudiar por sí mismo: nuestra meta como maestros es desarrollar a los que han de ser estudiantes toda la vida.
Nuestro tiempo de enseñanza hacia ellos debe ser un estímulo, no un substituto.
La única manera de conseguir que los alumnos se entusiasmen con la Palabra de Dios es motivándolos a entrar en contacto con la realidad de ella por sí mismos.


Las características de una buena tarea.
Primero: tiene que ser creativa, no simplemente mucho trabajo. Necesita objetivos claros y ser dada con un propósito. Ello toma bastante tiempo de preparación.
Segundo: tiene que hacer pensar. Deben provocar preguntas antes que traer más respuestas para ensanchar la mente del alumno.
Tercero: deben ser realizables. No asigne ninguna que sea más de lo que los alumnos puedan hacer.
Cuarto: si los alumnos no la hacen, haga una tarea en clase. Haga una pregunta. Que los alumnos lean un pasaje seleccionado que traiga luz sobre esa pregunta. El orden debe ser ese (primero la pregunta, después el pasaje). La clave para el estudio de la Biblia es enseñarles a las personas que buscar en ella, y entonces podrán hallarlo.
Quinto: entérese de sus experiencias, y los problemas que están enfrentando en cualquiera o en todas las áreas de su vida. Si las personas no pueden hablar esas cosas en nuestras clases o en las reuniones de estudios bíblicos, ¿dónde las van a hablar?


Anticipación (ser previsibles) e impacto.
Muchos estudios han demostrado que hay una correlación entre ambas.
Mientras más alta es la anticipación, más bajo el impacto.
Esto tiene que ver con metodología, no con la motivación.
Muchas de nuestras actividades son tan previsibles que los alumnos se duermen, se despiertan diez minutos más tarde y nos encuentran exactamente donde esperaba hallarnos.


Participación.
El adulto promedio (no importa su profesión). tiene un muy bajo nivel de confianza en el uso y entendimiento de las Escrituras, por lo mismo, no se atreven a hablar en clase.
Cuando las personas tienen temor de participar, los mejores recursos son estimularlas a participar haciéndoles preguntas (la única pregunta tonta en clase es la que no se hace) y animarlas cuando lo hacen (celebre lo que ellas digan, haga un héroe de cualquiera que contribuya).
Si los alumnos tienen confianza en nosotros, nuestra labor es valernos de ese hecho para trasladar esa confianza a ellos mismos. Mientras más confíen ellos en nosotros, mayor es nuestro potencial para desarrollar en ellos la confianza en sí mismos.


Preguntas difíciles y/o amenazadoras.
No estamos obligados a tener todas las respuestas.
Nunca debemos sentirnos mal cuando tengamos que decir “no sé”. Podemos decir algo así como: “esa es una buena pregunta, gracias; ahora no tengo la respuesta pero trataré de conseguirla para la próxima clase.
Las preguntas amenazadoras no deben llevarnos a asumir una actitud defensiva. Por el contrario, necesitamos mantener la calma y la paciencia, y dar las respuestas que sean pertinentes, si las sabemos, sino no, proceder como con las preguntas cuya respuesta no tenemos.


Controlar a los que se adueñan de la discusión.
Primero: exprese en privado aprecio por su contribución (quizá nadie antes lo había hecho).
Segundo: pídales que le hagan el favor, ayudándolo a estimular la participación de otros, refrenándose ellos un poco en cuanto a su participación.
Tercero: durante la clase, llámelo a él a contestar una pregunta (no como venganza, sino para estimular su participación). Esa puede ser la primera vez en la historia que eso le suceda, y quedará claro que genuinamente apreciamos lo que dice.
Enseñar es agradable si tenemos la visión clara de lo que estamos haciendo: gáneselos.


Producir tomadores de notas.
Muchas personas no saben tomar notas en clase, ni entienden el valor de ello.
Podemos ayudar a las personas a tomar mejores notas dándoles un bosquejo básico del contenido de cada clase.
En el transcurso de las semanas podemos comenzar a hacer las notas con menos y menos detalles para que ellos puedan comenzar a llenarlas, de esta manera les enseñaremos gradualmente a escuchar inteligentemente.




07 Ene 2009