Estudio Bíblico

Inicio > Estudio

Educación Escolar Cristiana. Importancia.



LA EDUCACIÓN ESCOLAR CRISTIANA (01).

SU IMPORTANCIA EN EL MUNDO ACTUAL.


Los padres son los primeros agentes de la educación (Deut 6:1-10, Sal 127:3-5).
Sin embargo, el resquebrajamiento de la institución familiar (aún dentro de los creyentes) está dejando a muchos niños y jóvenes virtualmente “huérfanos” en lo que respecta a la educación de acuerdo al modelo bíblico:
• Padres extremadamente ocupados.
• Disfuncionalidad generalizada derivada de la falta de figura paterna.
• Otros parientes viviendo en el hogar, interfiriendo en las relaciones padres-hijos.
• Clima de violencia intrafamiliar.
La mayoría de padres no están interesados personal y específicamente en la educación de sus hijos.
Los envían a la escuela porque es lo que se supone que deben hacer, no porque verdaderamente crean en el poder formador de la educación y mayormente, en el poder transformador de la educación escolar cristiana.


La iglesia es la segunda agente de educación.
Efe 4:11-16: la Iglesia, en su fundamento, es la segunda agente de Dios para la educación, enseñanza y aprendizaje de las personas.
Sin embargo la inasistencia, la falta de atención, y otros factores, en muchísimos casos provocan que la iglesia tampoco esté cumpliendo con su función formativa de los niños, jóvenes y adultos.
Aún cuando las iglesias cuenten con excelentes programas para ello, el tiempo que pasan los estudiantes en la iglesia es escaso como para depender de ello para su formación.
Por otro lado, la mayoría de voluntarios que atienden este ministerio en las iglesias con bien intencionados pero carecen del entrenamiento pedagógico necesario para hacer una labor efectiva de enseñanza.


Las escuelas e instituciones de educación cristiana.
Muchas de las responsabilidades que la Biblia encarga a los padres están siendo desempeñadas por los maestros de la escuela: cultivar valores, sembrar principios, ejercitar disciplinas de vida.
Esta aparente usurpación de funciones no entra en conflicto con los lineamientos bíblicos tocantes a la responsabilidad de padres, entretanto la escuela entienda y admita dentro de su filosofía educativa que ejerce estas funciones por autoridad delegada del hogar, de la iglesia y de Dios.
Mientras los padres asumen esa responsabilidad, no podemos quedarnos de brazos cruzados: debemos llenar la necesidad de los alumnos de contar con un modelo de vida que ellos puedan imitar.
Ello no implica que nos debemos dar por vencidos en los esfuerzos de involucrar a los padres a tomar la responsabilidad que les corresponde. Debemos hacer lo primero sin dejar de hacer lo segundo.
Las escuelas y las instituciones educativas cristianas necesitan entender esa delegación y que sus actividades al respecto no son parte de un conveniente contrato de servicios mercantilistas como es el espíritu que prevalece en la educación privada secular.
Hay que evitar que el mercantilismo usurpe el lugar del servicio, ya que ese espíritu puede ser contagioso y terminar convirtiendo las escuelas, universidades y otras instituciones educativas cristianas en simples dispensadores de información y certificados académicos. Los estudiantes deben ser más que alumnos. Los profesores deben ser más que maestros (“padres virtuales”).
Lo que ofrecen las escuelas cristianas debe ser más que educación (hay una necesidad innegable de amor, influencia, seguridad y todo lo que en condiciones ideales debió o debiera estar siendo provisto por los padres y las madres, pero que en la práctica no lo proveen).
Hay por lo menos dos funciones de la iglesia que, al igual que las funciones del hogar, los docentes de las escuelas cristianas están en mejor posición de llenar:
Primero. Instruir a los alumnos (niños, jóvenes y adultos) en el conocimiento de la Palabra de Dios: tienen por un tiempo mucho mayor a los alumnos a su cuidado, además de que poseen los elementos técnicos, metodológicos y recursos necesarios para desarrollar esa labor de la manera más eficiente posible.
Dos. Pastorearlos en sus necesidades espirituales. Por las circunstancias propias de la vida actual, principalmente en lo que se refiere a nuestros niños y jóvenes, aunque los adultos no son la excepción, ellos tienen necesidades de ser pastoreados y ministrados en sus profundas necesidades emocionales y espirituales (Mat 9:36, Mar 6:34)
No es casualidad que Efe 4:11 junte en una sola frase los oficios de “pastor y maestro” (en el original griego, un solo oficio).
Aún cuando los maestros puedan tener dificultad en percibirse como “pastores”, de hecho lo son y/o deberían serlo, por lo que es recomendable, que a la luz de este hecho ineludible, relean pasajes como Sal 23, Jn 10 y 1 Ped 5, teniendo a sus alumnos (niños, jóvenes o adultos) en mente y colocándose en ese rol que Dios les está llamando a jugar hoy en sus vidas.









































07 Ene 2009