Estudio Bíblico

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Conociendo a Jesús por Sus Nombres (Parte 21). Al que nos lavó.



El que nos lavó de nuestros pecados (Apo_1:5).

Lavar: limpiar, liberar algo de la suciedad.
En la Palabra de Dios, limpieza: santificación.
Lavados de pecados, significados:
• Que Él nos limpió de los pecados que habíamos cometido.
• Somos libres de nuestro pasado, Dios mismo ya no se acordará de ellos (Sal_103:12, Heb_10:17, Miq_7:19).
• Que Él nos liberó de la contaminación que el pecado deja en el alma y que nada puede quitar a no ser la Sangre de Cristo derramada en la Cruz para satisfacer la justicia divina y comprar nuestra pureza.
• En consecuencia, ese lavamiento también nos limpia y/o libera de la acusación, la culpa y la condenación (Rom_8:1).
• Cambia nuestra naturaleza de pecadores a hijos e hijas del Santísimo, (1Pe_1:23, 2Pe_1:3-4).
• Contrario al "lavar" que sucede en el mundo natural, el lavamiento de la Sangre de Cristo no nos limpia para volver a ensuciarnos, sino que nos limpia para librarnos de lo que nos hace pecar, nos liberta del poder del pecado (Rom_8:17-18).
• En el griego, la palabra libertar y lavar son muy parecidas; de hecho, en algunos manuscritos antiguos de las Escrituras, "nos lavó de nuestros pecados" se tradujo "nos desató de nuestros pecados".
• Nos redimió de la maldición de la ley, y nos abrió el camino para que pudiéramos disfrutar de la bendición de la ley, a pesar de que eventualmente pudiéramos pecar.
• No liberó del poder del pecado y también dejó abierto un camino para que pudiéramos encontrar perdón por los pecados futuros (1Jn_1:9).
• Nos libertó del pecado para siempre en dos formas: de los pecados del pasado, limpiándonos; y además libertándonos del poder del pecado.
• Finalmente, Él nos salvará de la presencia del pecado (Rom_7:24-25, 1Co_15:54-57).
• Ese lavamiento es lo que nos garantiza un lugar en Su Reino y en Su servicio.
• Este lavamiento sustituye todo el rito de la purificación por el que debían pasar los sacerdotes que iban a ministrar en el Templo en el Antiguo Testamento,
• Necesitamos ser lavados de toda mancha en la Sangre de Cristo, el Cordero Inmolado, antes que podamos servir a Dios debidamente.
• Ahora bien, necesitamos estar conscientes de que esa libertad no fue ni fácil ni barata: NOS LIBERTÓ AL PRECIO DE SU VIDA, Y AL PRECIO DE SU SANGRE DERRAMADA EN LA CRUZ DEL CALVARIO HASTA LA ÚLTIMA GOTA.

1Co_6:11. Ese lavamiento ocurre:
• En el Nombre del Señor Jesús:
• Cuando reconocemos plenamente el Señorío de Cristo sobre nosotros, es decir, reconocemos Su Persona, autoridad, gloria y obra.
• Y reconocer el Señorío de Cristo implica nuestra decisión y compromiso de vivir en obediencia a Él, a sus preceptos, a sus estatutos y a sus mandamientos.
• Por el poder del Espíritu Santo.
• Nada hay en la salvación que hagamos nosotros, salvo seguir al Espíritu Santo que nos guía a:
• Reconocer que somos pecadores con la consiguiente necesidad de arrepentimiento.
• Esto es hecho por efecto de la revelación de la Ley, la Verdad de Dios en Su Palabra, (Jua_17:17, Efe_5:26), obrada por el Espíritu Santo en nuestros corazones.
• Él convence al mundo de pecado --que somos pecadores--, de justicia --que hemos violado la justicia de Dios-- y de juicio --que somos sujetos de un juicio donde vamos a ser declarados culpables y vamos a ir eternamente al infierno-- (Jua_16:8).
• Una vez que el Espíritu Santos nos convence de ello estamos listos para el siguiente paso en la obra del Espíritu en la salvación:
• Reconocer que necesitamos escapar de la justicia y juicio de Dios, y que por nosotros mismos no lo podemos hacer, que el Único camino para lograrlo es reconociendo a Jesús como nuestro Señor y Salvador.
• Este paso es también impulsado y producido por el Espíritu en nosotros porque nadie puede llamar a Jesús Señor sino por el Espíritu Santo (1Co_12:3).
• Como consecuencia de ese lavamiento, se produce la regeneración y la renovación del Espíritu Santo (Tito 3:5), el nacer de nuevo (2Co_5:18), el recibir una nueva naturaleza (1Pe_1:23, 2Pe_1:4), que nos permitirá llevar adelante esa nueva manera de vivir, libre del pecado (Efe 5:22-24, Rom 12:1-3).
• Y simultáneamente con todo ello, habiendo sino regenerados y renovados, el Espíritu viene a morar en nosotros para empoderarnos para vencer el pecado (hacer morir las obras de la carne por el Espíritu, Rom_8:13) y amar a Dios cumpliendo sus mandamientos (Jua_14:15-16).

23 Ene 2024