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Ordenar nuestras finanzas (artìculo).



LA NECESIDAD DE ORDENAR NUESTRAS FINANZAS (Gen 1:1-3).
Dios creó todo en orden porque El es un Dios de orden (1 Cor 14:33).
Antes de bendecir, Dios ordena. Lo que el Espíritu de Dios hizo sobre la faz de las aguas fue ordenar (porque la tierra estaba desordenada y vacía). Si Dios llenó, el Espíritu Santo tuvo que haber ordenado previamente. Es lo mismo que sucede en nuestras vidas personales. Cuando el Espíritu Santo viene a nosotros, primero ordena nuestras vidas, alineándolas con el Señor, y posteriormente, Dios comienza a bendecirnos y llenarnos.
Así como sucedió en la creación, y ocurre en nuestra salvación, debe ocurrir en nuestras finanzas. Antes que Dios las bendiga, necesitamos ordenarlas bajo la dirección del Espíritu Santo.
Algunos “espiritualizan” el desorden, bajo el dicho de que “Dios proveerá”, pasando por alto que Dios al que es ordenado y productivo lo bendice y prospera, pero al que es desordenado e improductivo aún lo que tiene se lo quita (Mat 25:14-30). Cuando Dios provee, no lo hace para alcahuetear o cubrir los males causados por el desorden, el despilfarro, la mala administración, las malas inversiones, los gastos innecesarios, los lujos, etc.



PAUTAS PARA ORDENAR NUESTRAS FINANZAS.
* Contentamiento y sobriedad.
* Provisión.
* Orden (presupuesto).
* Salir de deudas.



CONTENTAMIENTO.
El contentamiento significa agradecimiento gozoso, no conformismo ni falta de visión para más. Es agradecimiento hoy por lo que ya tenemos, aunque esperamos aumentos en el futuro. No es resignación y conformismo para el futuro; es agradecimiento hoy y fe para el futuro. Y esos aumentos los esperamos porque la Palabra de Dios nos enseña a creer, buscarlos y superar todo obstáculo para alcanzarlos (Mat 7:7-8) porque:
* Dios nos creó para fructificar, multiplicar, llenar (incrementos, Gen 1:28).
* La vida del justo es como la luz de la aurora; va en aumento (Prov 4:18).
* Dios nos dio la habilidad de hacer las riquezas (aumentos, Deut 8.18).



SOBRIEDAD.
Significa tener dominio propio en cuanto a nuestro estilo interno y externo de vida: no dejarnos dominar por el deseo de las riquezas, la comodidad, la seguridad, el lujo, el afán de tener más y mejor, el exhibicionismo, etc. Es efectuar gastos dirigidos, no por nuestros deseos, gustos, pasiones, etc., sino solo en la medida en que la sabiduría y la prudencia lo aconsejen y tengamos la dirección de Dios.
* Tit 2.2 nos enseña a vivir con sobriedad, seriedad, prudencia y fe.
* 1 Ped 1.13-14 nos anima a ser sobrios, no conformados a los deseos del mundo.
* 1 Ped 4:7 nos dice que como el fin de todas las cosas está cerca, seamos sobrios.
Vivir con sobriedad es llevar un estilo de vida opuesto al del mundo hoy, que vive en despilfarro, egoísta, materialista y codiciosamente. No significa vivir en escasez sino con responsabilidad para con Dios por cuanto que los recursos que recibimos no son nuestros sino que nos fueron dados por El para que los administremos con prudencia, sabiduría y fe, para Sus propósitos, no para los nuestros (1 Ped 4:10, Mat 25:14-30).
Un estilo de vida no escaso ni sobreabundante sino equilibrado, que no cambia por cuestiones circunstanciales como incremento de ingresos, sino que solo es modificado por una dirección específica de Dios. El tener un excedente o exceso no significa que el mismo esté ahí para que lo usemos a nuestro antojo (2 Cor 9:8-10).



ALGUNOS PUNTOS A CONSIDERAR PARA VIVIR EN CONTENTAMIENTO Y SOBRIEDAD.
* Confiar de verdad en Dios (no solamente de palabra).
* Buscar la voluntad de El para nosotros y para nuestro estilo de vida.
* Confiar en El, Su plan y Sus promesas para nosotros (Jer 29:11, Jer 17:5-8).
* Mantener nuestra paz independientemente de las circunstancias (Fil 4:7).
* No confiar en nuestros propios criterios aunque parezcan buenos (Prov 16:25).
* Mantenernos firmes en lo que el Señor nos ha dicho, paciencia (Sant 1:2).
* Enfrentar nuestros temores con la Palabra y fe en Dios (Mat 6:25-34, Fil 4:13).
* Buscar la constante intimidad con El, Su presencia (Heb 11:6).
* Adoptar un estilo de vida disciplinado (Tit 2:2, 1 Ped 1:13-14).
* Establecer el hábito de dar en todos los campos de siembra que Dios enseña.
* No compararnos con otros.
* Establecer nuestras prioridades y mantenernos en ellas.
* Desarrollar una actitud agradecida (Sant 3:14.15, Efe 5:19-20).



DIOS PROVEE.
La Palabra de Dios nos enseña que Dios es Jehová Jireh: Jehová proveerá.
La palabra proveer es la raíz de donde se deriva la palabra “provisión” que es una palabra compuesta: “pro” y “visión”. Cuando Dios provee, lo hace para una visión, para Su propósito en nuestras vidas, no para nuestros gustos, deseos, o caprichos. Lo que Dios provee tiene un objetivo preciso y nuestra responsabilidad es invertirlo en ello (1 Ped 4:10).
En consecuencia, necesitamos, requerimos, una visión para la vida que atraiga la provisión, y esa visión que atraiga la provisión solo puede venir de Dios.
El proceso de la provisión pasa por el proceso de fiel en lo poco, sobre lo mucho, tal como nos enseña la parábola de los talentos: el Señor les dio talentos para negociar (un propósito específico).
* A los que cumplieron el propósito, señal de una buena mayordomía, les dio más.
* Al que no cumplió el propósito, señal de una mala mayordomía, lo que tenía se lo quito.
Los resultados de una buena administración, de acuerdo con el contexto de la parábola de los talentos (Mat 25:41-49) tienen que ver con bendecir a otros: los pobres, los desnudos, los enfermos, los hambrientos, los sedientos, etc. Y ello va en línea con la promesa que Dios le hizo a Abraham y de la que somos herederos nosotros (Gal 3.13-14): El nos bendecirá para bendecir a otros.



LAS DEUDAS: UN RESULTADO DEL DESORDEN.
La Biblia nos enseña claramente que deberíamos evitar a toda costa el pedir prestado (Rom 13:8, Prov 22.26-27), y ello, debido a por lo menos alguna de siete razones:
PRIMERO: endeudarnos implica que gastamos más de lo que recibimos, lo cual, a la luz de la Palabra, no es justificable, principalmente por cuanto tenemos la garantía de que Dios suplirá todas nuestras necesidades conforme a sus riquezas en gloria (Fil 4:19). Si El suple nuestras necesidades ¿para qué endeudarnos?
SEGUNDO: cuando nos endeudamos generalmente no es para cubrir necesidades sino gustos o deseos sin los cuales podríamos vivir igualmente tranquilos, o nos endeudamos porque los fondos que debían cubrir las necesidades, los desviamos a gastos que no eran necesarios, que podían haber esperado por la provisión apropiada de Dios para ellos.
TERCERO: cuando nos endeudamos tenemos más fe en el banquero o en la persona que nos va a prestar el dinero, que en Dios. Si tuviéramos fe en Dios esperaríamos Su provisión sin recurrir al endeudamiento.
CUARTO: generalmente, cuando nos endeudamos, lo que manifestamos es falta paciencia para ahorrar y esperar el disfrute de algo, o falta de provisión para haber ahorrado por un fondo de provisión para emergencias.
QUINTO: el endeudamiento generalmente refleja una falta de dominio propio para esperar por el tiempo adecuado para tener las cosas que queremos, lo que evidencia que las cosas nos controlan en lugar de nosotros a ellas.
SEXTO: generalmente el endeudamiento es el resultado de desorden en el manejo de nuestras finanzas e imprudencia (acompañada de auto-engaño) al creer que vamos a poder pagarla, cuando generalmente si estamos recurriendo al endeudamiento es que no tenemos capacidad de pago, principalmente cuando se trata de endeudamiento para consumo.
SEPTIMO: el que presta se hace esclavo, trabaja, para aquel que le prestó; como consecuencia, no disfruta del fruto de su trabajo, es otro el que lo hace (Prov 22:7).
OCTAVO: un error aún mayor que las deudas propias es salir de deudor de alguien más (Prov 17.18, Prov 22:26-27). No solo no disfrutamos nada de lo que pago el endeudamiento, sino que encima de todo, si la persona a la que le hicimos el favor de servirle de co-deudor no paga, nosotros lo vamos a tener que pagar, lo que implica que nosotros vamos a tener que pagar el desorden de otro.



ALTERNATIVAS PARA NO ENDEUDARNOS.
PRIMERO: cuando queremos o deseamos algo que no podemos adquirir con nuestros ingresos regulares, lo que necesitamos hacer es poner la petición delante de Dios y esperar hasta que El provea para ello, o nos lo provea directamente de alguna forma. Ello va a desarrollar nuestra paciencia y fe.
SEGUNDO: ahorrar cada cierto tiempo una cantidad (que podría ser el equivalente al pago que tendríamos que hacer si lo compráramos mediante endeudamiento). Ello va a desarrollar orden, disciplina, paciencia y fe, y seguramente, cuando tengamos ya el ahorro necesario para ello, vamos a poder adquirir el mismo producto, con un mejor desarrollo y calidad a un menor precio (el ahorro gana interés, contra el endeudamiento que paga intereses, y por ende, a la larga, el precio del artículo sale más caro).
TERCERO: ejercer la disciplina personal (dominio propio), paciencia y contentamiento mientras esperamos la provisión de Dios para ello o el tiempo en el que se complete el ahorro necesario para comprarlo al contado. Esas cualidades nos van a servir también para otras áreas de la vida, y su fruto va a ser victorias y crecimiento constante, que van a derivar en prosperidad en todos los órdenes de la vida (3 Jn 2, Sal 1:1-3).



LIBERARNOS DE DEUDAS.
Si desgraciadamente nos metimos a préstamos: hay que pagarlos y salir de ellos lo más rápido posible. No pagar, definitivamente no es una opción para los creyentes (Sal 37:21).
Liberarnos de deudas implicará necesariamente (la cosecha del error, la disciplina de Dios):
* Trabajo duro.
* Restringir nuestros gastos a lo básico solamente (apretarnos el cinturón).



COMO SALIR DE DEUDAS.
Si tiene varias deudas y ha estado pagando un poco a todas, una forma ordenada de salir de ellas podría ser, por ejemplo:
PRIMERO: ordenar las deudas de la menor a la mayor.
SEGUNDO: hacer un cronograma de pagos aplicando todo lo disponible mensualmente para pago de deudas a pagar la más pequeña, y después de esta la segunda más pequeña, y después la tercera más pequeña y así sucesivamente.
TERCERO: negociar con los acreedores (dar la cara) que no van a recibir pagos inmediatos para explicarles lo difícil de nuestra situación, y pedirles que no nos sigan cargando intereses a la deuda, o por lo menos nos rebajen el monto de los mismos, además de que esperen el pago de su capital en las fechas que determinamos en el cronograma.
CUARTO: cumplir estrictamente el cronograma pactado.
Al hacerlo de esa manera lo que estamos haciendo es aliviar la presión de los acreedores, reducir las llamadas de cobros, ir reduciendo el número de acreedores paulatinamente, y tener un horizonte (una visión) de cuando vamos a salir de las deudas realmente.



ORDENANDO NUESTRAS FINANZAS (MANEJANDO UN PRESUPUESTO) (Prov 27.23-27
La falta de presupuesto de ingresos y egresos es una evidencia de desorden en el manejo de nuestras finanzas, aun cuando tengamos más de lo necesario para cubrir todos nuestros gastos, y más aún, cuando no tenemos suficiente.
Si no tenemos un presupuesto, los gastos no los vamos a determinar nosotros sino los antojos, los deseos de los ojos, los deseos de la carne, los gustos, los deseos, las urgencias o los demás. De esa manera, seguramente, vamos a desviar el destino de los recursos que Dios nos dio para la visión, y eso se llama “malversación de fondos”, y como consecuencia, nos vamos a quedar sin recursos para cumplir con la visión de El.
Otro efecto de no tener un presupuesto y regirnos por él en el manejo de las finanzas es que, cada vez que nos aumenten, vamos a distribuir desordenada o equivocadamente el incremento.
El presupuesto, y la convicción de cumplirlo nos ayudara a desarrollar disciplina en el manejo de las finanzas y nos evitará gastar desordenadamente.



PARTES DE UN PRESUPUESTO.
Cuando organizamos un presupuesto es para lograr ordenar nuestros gastos y para evitar que los gastos sean mayores que los ingresos. En consecuencia, el presupuesto debe estar organizado de tal manera que los egresos más importantes y necesarios estén al principio y los secundarios o menos importantes al final y la distribución de los recursos disponibles siga ese mismo orden. Al hacerlo de esa manera estamos priorizando el uso de los recursos y ordenando la distribución de los incrementos futuros, evitando que los destinemos a renglones innecesarios o en cosas que son superfluas o no necesarias. Una distribución aconsejable del presupuesto sería la siguiente:
* Diezmos (10%).
* Necesidades nuestras y de nuestras familias
* Comida.
* Techo.
* Alquiler o cuota de la casa.
* Servicios (agua, luz, teléfono).
* Impuestos.
* Ropa y calzado.
* Médicos y medicinas.
* Transporte.
* Educación.
* Impuestos.
* Sueldos a empleados.
* Deudas (El restante).
* Honra a los padres, ofrendas (mínimo 5%).
* Ofrendas para otros familiares.
* Ofrendas para los pobres.
* Ofrendas para la obra del Reino.
* Ahorro e Inversión (mínimo 5%).
* Seguros (de vida, de gastos médicos, de accidentes, etc.).
* Ahorro razonable para emergencias y para vejez.
* Inversiones sabias y productivas de acuerdo a la dirección de Dios.
* Ahorros para otras contingencias o proyectos.

Nota: cuando hagamos el presupuesto y definamos los gastos para nuestras necesidades debemos colocar el costo real de lo básico para cubrirlas, y una vez cubiertas, solo incrementarlos por inflación y/o necesidades reales, mientras no estén cubiertos los mínimos de los demás rubros.



CONSIDERACIONES RESPECTO A LOS RENGLONES DE GASTOS DEL PRESUPUESTO.

LOS DIEZMOS (Mal 3:8-12). Por ninguna razón se deben eliminar o rebajar. Esto es un dinero que Dios nos da para que nosotros se lo devolvamos de tal manera que al manifestar nuestra obediencia El reprende al devorar por nosotros (gastos imprevistos) sino que también abre las ventanas de los cielos para que seamos bendecidos (ello implica más recursos para cumplir con nuestro presupuesto). Este rubro debe ser pagado inmediatamente de recibir los ingresos (Exo 22:29-31, Num 3:13), porque con ello estamos santificando el 90% de lo que nos queda a nosotros. Si no lo hacemos así, le estamos dando derecho al devorador a que se “coma” una parte de nuestros ingresos, y lo más seguro es que después ya no vamos a tener como cubrir el diezmo. Por eso el diezmo es el primer pago que necesitamos hacer.

NECESIDADES BÁSICAS (1 Tim 6:8). Esto incluye todos los gastos que la Biblia nos enseña que son los esenciales: sustento (comida) y abrigo (techo -casa- y ropa). Solo incrementarlos por inflación y/o necesidades reales, mientras no estén cubiertos los mínimos de los demás renglones. Si bien es cierto que no todos los meses compramos ropa y calzado, es bueno ir guardando cada mes (no gastárselo) para cuando se presente la necesidad de tal manera que no nos afecte nuestro presupuesto de ese mes específico. Este renglón de gastos y todos sus derivados solo deberíamos incrementarlos por inflación y/o necesidades reales, mientras no estén cubiertos los mínimos de los demás renglones.

MEDICOS Y MEDICINAS. Igual que con la ropa y el calzado, si bien no gastamos en ello todos los meses, es bueno ir guardando cada mes (no gastárnoslo) para cuando se presente la necesidad de tal manera que no nos afecte nuestro presupuesto de ese mes específico.

SUELDOS EMPLEADOS. Este gasto no es posible dejarlo de hacer si tenemos personas que trabajan para nosotros. Este gasto debe ser prioridad por cuanto para ellos es lo que les va a permitir cumplir con satisfacer sus necesidades básicas. La Biblia habla muy severamente contra aquellos que no les pagan sus sueldos a sus empleados o no se los pagan completos (Sant 5.1-6).

HONRA A LOS PADRES (Exo 20:12, Deut 5:16). El mandamiento de honrar a nuestros padres para que nos vaya bien en la tierra y nuestra vida sea alargada, incluye el honrarlos con nuestros recursos económicos. Jesús critica a los fariseos porque con tal de recibir las ofrendas, habían anulado el mandamiento de darles a los padres si la gente decía que ese dinero era para ofrendarle a Dios. Jesús instruye en ese pasaje que hay que hacer ambas cosas. Este rubro siempre debería tener destinado algo, porque ello es una llave para bendición nuestra. Un mínimo posible para este rubro podría ser el del 5% del total de nuestro ingresos.

OFRENDAS. Las ofrendas son siembra y es lo que determina nuestra cosecha futura. Si queremos tener cosecha (más ingresos) es necesario sembrar antes y Dios siempre da semilla al que siembra para que obtenga una cosecha. El diezmo protege nuestros ingresos actuales, en tanto que la ofrenda es la siembra que nos va a permitir incrementar la cosecha. Un mínimo posible para este rubro podría ser el del 5% de nuestros ingresos.

DEUDAS. Mientras tengamos deudas, todo el dinero que nos sobre después de haber efectuado la distribución de nuestros recursos entre todos los renglones anteriores, debe ser usado para pagarlas, hasta cancelarlas totalmente, en cumplimiento del mandato de la Palabra de no deberle nada a nadie (Rom 13:8).

AHORRO E INVERSIÓN. Una vez cubiertos todos nuestros gastos en sus mínimos podríamos destinar el resto a ahorro e inversión. Un máximo aceptable para este rubro es destinar el 10% de nuestros ingresos, hasta que tengamos ahorrados para vivir de los ahorros unos dos o tres años.

Cuando nuestro ingreso no alcanza, la disminución de gastos lo aconsejable sería comenzar por el último renglón del presupuesto (ahorro e inversión) e ir subiendo gradualmente, hasta alcanzar aquellos renglones que constituyen los de necesidades básicas, siguiendo el orden en el que los hemos colocado. Cuando en un renglón ya alcanzamos el 5% de nuestros ingresos entonces subimos a recortar en el siguiente, y así sucesivamente.

Cuando se incrementen nuestros ingresos, después de incrementar el renglón correspondiente al diezmo, sería aconsejable que su distribución vaya en la misma dirección: comenzando por el último renglón del presupuesto (ahorro e inversión) e ir subiendo gradualmente hasta alcanzar aquellos renglones que constituyen los de necesidades básicas siguiendo el orden en el que los hemos colocado. Cuando en un renglón ya alcanzamos el 10% de nuestros ingresos entonces subimos a incrementar el siguiente, y así sucesivamente.




06 Abr 2008