Estudio Bíblico

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Iglesia y carácter maternal.



La Iglesia es “madre”.
 
Este es un concepto que a muchos de nosotros, los cristianos, nos choca porque lo oíamos antes cuando participábamos del catolicismo y nos gusta mantenernos lo más alejado posible de los conceptos que ellos manejan. Sin embargo, el concepto de la Iglesia como “madre” no es un concepto ajeno a la Palabra de Dios, como tampoco lo es el de santa, católica (en el sentido de universal no de las doctrinas sostenidas por ellos) y apostólica (enviada por Dios con el mensaje de la salvación a un mundo incrédulo y enemigo de Dios). Lo que si definitivamente no compartimos es lo de “romana”. La Iglesia es universal, fundamentada sobre Jesucristo y la doctrina de los apóstoles y profetas y en el reconocimiento de Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador y Señor.
 
Mencionamos que la concepción de la Iglesia como “madre” (en tanto que es la que da a luz a los nuevos creyentes engendrados por el Espíritu Santo, los cuida, los atiende, los forma y los desarrolla para enviarlos al mundo) tiene base bíblica, aunque la Biblia no le llame “madre” en ninguna parte, La Palabra de Dios, cuando se refiere a la Iglesia usa, entre otras, cuatro figuras importantes:
• La de un matrimonio (Efe 5:21-33) que para serlo tiene que tener un esposo que en este caso es Cristo, y la de una esposa, que claramente está indicado en ese pasaje. Y como tal, entonces, a la Iglesia le es asignado, como esposa, el rol que tienen asignados las mujeres virtuosas en Prov 31:10-31), entre los que están claramente enunciados los que corresponden a una madre.
• La de una familia a la que es incorporado cada creyente (Jn 1:12). Y una familia funcional desde la perspectiva de Dios es aquella que tiene padre y madre. Por lo tanto, si Dios concibe la familia funcional con un padre y una madre, en la vida de los creyentes El es el Padre y la iglesia, como esposa de Cristo, es la que desarrolla el papel de madre.
• La de la Vid y los pámpanos (Jn 15:1-10). Cuando se habla de los pámpanos se refiere en términos de plural, y por lo tanto, pueden considerarse también como el equivalente de la Iglesia, en la cual las uvas representarían a los y las creyentes individuales. La vida de la Vid (Jesucristo) llega a las uvas (los creyentes) no directamente de la vid sino a través de los pámpanos (la Iglesia), lo cual significa que Dios utiliza a la Iglesia como un instrumento para impartir vida a cada uno de los creyentes, lo cual se reafirma en la cuarta de las figuras que vamos a considerar.
• La de un cuerpo (la Iglesia) con una cabeza (que es Cristo) y los órganos, y miembros del cuerpo (células, tejidos, músculos, huesos, órganos, etc.) como tipo de los creyentes. Y en un cuerpo, para que la vida de un órgano, hueso, músculo, tejido, célula, etc.) viene a él a través del trabajo coordinado de todo el cuerpo, dirigido por la Cabeza. La cabeza no imparte vida directamente, por ejemplo, a una uña del pie. La vida a esa uña le viene a través del trabajo coordinado del cuerpo.

Entonces, podemos ver en la función de la Iglesia y de una “madre” un alto nivel de correspondencia:
• Alimentar, nutrir.
• Educar, enseñar, adiestrar, capacitar.
• Formar, corregir, disciplinar, desarrollar.
• Cuidar, restaurar.
• Amar, aceptar, dar seguridad y sentido de pertenencia.
• Etc.
 
Entonces, es válido que afirmemos que la iglesia es como una “madre” para cada creyente a través de la cual pasa la vida que provee y proviene del Padre hacia los hijos e hijas, y como en toda familia, el Padre provee y la madre administra (ministra, sirve).
 
Este concepto se reafirma cuando leemos de corrido el pasaje de 1 Cor 11 que se refiere a la Santa Cena y el capítulo 12 de la misma epístola que se refiere a la Iglesia como cuerpo.
 
1 Cor 11:29-30: “Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.”
 
La Biblia dice que si no discernimos correctamente el cuerpo del Señor muchos enferman, se debilitan y otros mueren. Y cuando leemos el cuerpo del Señor rápidamente nos referimos al cuerpo físico de El que murió en la Cruz del Calvario, lo cual es correcto, pero cuatro versículos más adelante, la Palabra de Dios nos comienza a hablar del Cuerpo del Señor como la Iglesia, lo que implica que también debemos discernir la Iglesia como Cuerpo del Señor para no debilitarnos, enfermarnos y morir espiritualmente. Y ello implica estar incorporado a una, ser parte activa y responsable de ella, recibir a través de ella todo lo que Dios trae a mi vida (Palabra, corrección, enseñanza, cuidado, oportunidades de servicio y ministerio, etc.), honrarla, y principalmente, tomarla como una necesidad para la fortaleza de mi vida espiritual. La experiencia demuestra que los creyentes que no se congregan en una iglesia, o manifiestan ausencia frecuente de ella, se estancan (enferman), sufren tropiezos (se debilitan) y muchos terminan apartándose totalmente del Señor (duermen). Por ello es que Pablo escribe contundentemente que no nos dejemos de congregar (Heb 10:25) como algunos tienen por costumbre (como que ese mal estaba presente desde la misma fundación de la iglesia ¿verdad?).
 
 
 

01 Abr 2016