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Origen y esencia de la familia (apuntes).



Origen y esencia de la familia.
El matrimonio y la familia no son un contrato social, ni relaciones de convivencia auto-centradas de manera hedonista, inventadas por el ser humano sin responsabilidad para con Dios y con los demás (Heb 13:4, 2 Cor 6:14, Efe 5:21, Sal 127.1, Prov 18.22)
Dios estableció la familia cuando unió a Adán y Eva en matrimonio e instituyó su relación como un pacto y compromiso de por vida para con Dios y el uno con el otro (Gen 2:22-24; Isa 49:15).
Dios ordenó a la familia como una institución social diseñada para reflejar Su imagen en la tierra, para traer la tierra a la sumisión a Su plan, y para ser fructífera y multiplicarse (Efe 5:22-23; Gen 1:27, 28), y para que a partir de ella, todas las demás instituciones que le seguirían en el orden divino, reflejaran lo mismo que la familia, Su imagen, y trajeran la tierra a la sumisión a Su plan.
De tal manera que la familia debería ser la primera y más importante escuela de los niños para aprender la forma de pensar de Dios (la cosmovisión), identificar claramente su propósito en cuanto al establecimiento del Reino, y equiparlo con los valores y principios que requerirá en el cumplimiento de ese propósito. Es decir, la familia debiera ser la primera formadora en la cosmovisión bíblica de los hijos y en la dirección de la reflexión posterior de las actividades que a cada quién le corresponden para aplicar esa cosmovisión.
La caída y el ingreso del pecado en el mundo contaminó y corrompió los propósitos del matrimonio y la familia (Gen 3:12, 3:16, 4:1-6), de donde devienen los problemas que aquejan a las familias actualmente y que deterioran su potencial para proveer de una vida de calidad y bienestar a todos sus miembros.
Pero Dios, ante la obra de las tinieblas, no se quedó de brazos cruzados e impotente. El tenía determinado de antemano un plan que ejecuto y desarrollo, a pesar de la oposición del diablo y de la maldad resultante de la naturaleza caída de los seres humanos, para rescatar lo que se había perdido (Luc 19.10), enviando a su Hijo al mundo para salvar al mundo (Jn 3.16-21).
Como consecuencia de ese plan, el matrimonio y las relaciones familiares solo pueden desarrollar su completo potencial, divinamente diseñado, en la medida en que cada miembro esté individualmente reconciliado con Dios y santificado a través de la obra y Señorío de Jesucristo (Jn 15:5, Jn 3:3-5, Rom 10:8-10, 2 Cor 5.17, Ecle 4:9-12).



26 Mar 2016