Estudio Bíblico

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Las esferas de autoridad creadas por Dios.



DIOS, PASTOR Y PADRE.
 
 
La Palabra de Dios revela tres cualidades y/o roles de Dios que nos ayudan a conocer a Dios de una manera más profunda. Esas revelaciones son las de Pastor (Sal 23), la de Padre (Jn 14:6-10) y la de que Dios es Amor (1 Juan 4:8).
 
Por ser cualidades y/o roles de una misma persona, son intercambiables, es decir, una equivale y complementa a las otras dos y viceversa. Es decir, que Dios es Dios, Pastor, Padre y Amor.
 
Si entendemos que Dios es un Dios de procesos, no de eventos, y que la revelación de Dios en la Biblia, como en nuestra propia vida, es una revelación que lleva un proceso, paulatino, gradual, creciente, entonces podemos afirmar, sin ningún temor a dudas, que la más amplia, completa y perfecta revelación de Dios y de Su Naturaleza y Cualidades, la encontramos en el Nuevo Testamento, en la persona de Cristo, tal como Él mismo lo afirma:
 
Juan 14:6-10. “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.”
 
Por el otro lado, siguiendo esa misma línea de pensamiento, también podemos afirmar sin ningún lugar a dudas, que las más completa revelación de Dios en la Biblia y manifestada en el Nuevo Testamento es la de Padre, que, si bien se muestra a lo largo de toda la Biblia, se hace más evidente y amplia en el Nuevo Testamento, de la misma manera que se hace más evidente y completa en el Nuevo Testamento la revelación de Dios como Amor.
 
Mat 11:25-30. “En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”
 
Esta revelación de Dios como Padre en el Nuevo Testamento abarca dos temas de suprema importancia en la vida cristiana: el tema del Amor (Dios es Amor, (1 Jn 4:8) y el tema de la autoridad del que deriva el tema de la disciplina (el Padre que ama a sus hijos, los disciplina, Heb 12:5-7).
 
 
Dios es un Padre amoroso que ejerce Su autoridad en la forma de autoridad paterna. Este entendimiento de la naturaleza de la autoridad de Dios es supremamente importante en todos los ámbitos de la vida cristiana, porque es lo único que nos mantiene libres del legalismo (un sobre-énfasis en la autoridad y la disciplina) y el libertinaje (un sobre-énfasis en la gracia y la misericordia).
 
Por otro lado, este entendimiento también nos es importante para poder entender, ejercer y/o sujetarnos a la autoridad delegada de Dios en todos los ámbitos de la vida porque si Dios es Padre, la autoridad que Dios delega es, entonces, una autoridad paterna en cualquier ámbito de la vida donde exista una autoridad (y en todos los ámbitos de la vida va a existir una autoridad).
 
 
Dios, cuando crea al ser humano y lo delega como Su autoridad para cuidar y labrar la tierra (Gen 2:15), para fructificar, multiplicarse, llenar la tierra, sojuzgar y señorear la creacion, lo hace delegando la autoridad paterna (una autoridad que ama, cuida, desarrolla, disciplina para formar, etc.).
 
Sin embargo, por la caída, Adán y Eva se sujetan a otra autoridad que es todo lo contrario (la autoridad del diablo que busca robar, matar y destruir) y comienzan a funcionar como autoridades delegadas desde esa perspectiva, y con ello la autoridad en todos los ámbitos comienza a corromperse.
 
Después de la caída, el tema de la autoridad de Dios fue totalmente tergiversado por el pecado. Aparece entonces una autoridad distorsionada cuyo objetivo no es dar vida sino muerte (Deut 30:19-20).
 
 
La autoridad de Dios es la autoridad de Padre, y la autoridad que Dios delega en sus autoridades delegadas es una autoridad paternal. Este concepto es un concepto que en la antigüedad era bien entendido no solo dentro de la iglesia sino fuera de ella.
· A las cabezas de las familias se les asigna el título de “padres de familia”.
· A los iniciadores y cabezas de la iglesia se les asigna el título de “padres de la iglesia”.
· A los iniciadores y cabezas de las naciones se les asigna el título de “padres de la patria”.


Dios creó tres instituciones o esferas de autoridad.
1. La familia (Gen 2:22-25).
2. El Estado (Gen 9:6, Exo 18:13-23, Rom 13:1-7).
3. La Iglesia (Mat 16:18-20, Efe 4:11).

Cada una de esas esferas, por autoridad delegada de Dios tiene una función específica:
1. La familia: formar personas (los hijos).
2. El estado: formar ciudadanos.
3. La Iglesia: formar creyentes, hijos de Dios.

Cada una de esas esferas tiene formas de disciplina diferentes:
1. La familia: la vara.
2. El Estado: la espada, la cárcel, la pena de muerte.
3. La Iglesia: la confrontación.

En las tres Dios delegó la autoridad en personas naturales:
1. En la familia: el padre de familia.
2. En el gobierno: el rey.
3. En la Iglesia: el pastor.

Los tres grupos de personas tienen delegada la autoridad de la misma persona: Dios, el Padre.
La autoridad de Dios es una autoridad paterna.
Por lo tanto el ejercicio de la autoridad no es el ejercicio de cualquier autoridad, sino el ejercicio de una autoridad paterna, que aunque en diferente ámbito, con diferente función y con diferentes formas de disciplina, es el mismo tipo de autoridad, que consiste en:
• Proveer necesidades que no son suplidas por los otros ámbitos de autoridad.
• Impartir seguridad, pertenencia, aceptación y amor.
• Servir, con atención especial a los más débiles (Mar 10:42-45).
• Formar el carácter.
• Dar visión y dirección.
• Activar y habilitar para el cumplimiento de esa visión.

El ejercicio de la autoridad en cualquiera de los tres ámbitos es un ejercicio legítimo de un don y un ministerio dados por Dios que implican un llamado de Él.

22 Mar 2016