Estudio Bíblico

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La oración.



Pedir, buscar y llamar.

La oración es pedir, buscar y llamar (Mat 7:7-8): "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá."  De este pasaje, que generalmente hemos utilizado para fundamentar que la oración es básicamente pedir, podemos ver que no es solamente eso.

Además de pedir es buscar:
• Buscar la dirección y el propósito de Dios para las diversas áreas de nuestra vida (espiritual, personal, familiar, laboral, financiera, ministerial, etc., Rom 8:14);
• Buscar la presencia del Señor (Sal 16:11, Sal 21:6, Sal 31:20);
• Buscar conocer Su Corazón y más aún, conocerle a Él (Sal 27:8, Efe 1:17, Sal 33:11);
• Buscar respuestas y soluciones para las situaciones de nuestra vida aun cuando no sean situaciones que requieran una problemática grande o una urgencia (Sal 108:6, Sal 69:16, Sal 119:45);
• Buscar sabiduría, entendimiento, conocimiento, ciencia, consejo, inteligencia, temor de Dios, santidad, etc. (Isa 11:2-3, Sal 25:14, Sal 119:25);
• Buscar formas de poder apoyar, alentar, animar, exhortar, corregir, ministrar las necesidades de las personas, etc. (1 Tes 2:3-4).
• En fin, buscar las formas que Dios tiene para nosotros de alcanzar mayor nivel de comunión e intimidad con Él, de vivir vidas según Su propósito y voluntad, para alcanzar la plenitud de vida que Él nos quiere dar (Jer 29:11, Jn 10:10).

Además de pedir y buscar, la oración es llamar:
• Es invocar la Presencia de Dios en nuestras vidas porque somos necesitados y desesperados de Su Presencia (Sal 40:2);
• Es llamar a nuestro Padre porque experimentamos hambre y sed de Él (Sal 41.1-2, Sal 63:1);
• Es llamarlo a Él porque nos sentimos débiles, vacíos, afligidos, angustiados, imposibilitados, necesitados, más que de cosas materiales, de las cosas espirituales que alimentan, sostienen, fortalecen y desarrollan nuestro hombre interior (Sal 22:24, Sal 35:10, Sal 40:17);
• Es llamar porque experimentamos hambre y sed de justicia en un mundo lleno de pecado (Sal 23:3, Sal 33:5, Sal 35:23);
• Es llamar porque nuestra alma está inquieta y solo puede estar en paz hasta que repose en Él (Luc 12:29-31);
• Es llamar para compartir con Él nuestras cargas y que nos muestre cuales áreas de nuestra vida necesitamos rendir a Su Señorío y desarrollar la mansedumbre y humildad de reconocer que Él tiene perfecto control de todas las cosas y que en su momento obrará para manifestar Su Gloria (Mat 11:28-30);
• Es llamar con desesperación porque estamos desesperadamente necesitados de Él en todas las cosas porque reconocemos que sin Él nada somos, nada podemos y nada tenemos (Jn 15:5, Jn 3:27).


03 Nov 2014