Estudio Bíblico

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Paternidad de Dios.



EL CORAZON PATERNAL DE DIOS.



Hasta aquí, hemos estado compartiendo lo que podríamos llamar la “teoría” acerca de la paternidad de Dios. Pero la paternidad de El no se queda en teoría. Se concreta en aspectos prácticos muy específicos que no solo se encuentran descritos y detallados ampliamente en la Palabra de Dios sino que han sido mi experiencia de vida en todos los años que llevo de conocerle. Es mi oración que nuestros ojos sean abiertos en la medida en que vayamos leyendo, de tal manera que podamos llegar al conocimiento de la plenitud de la paternidad de Dios para nosotros, sus hijos amados, en los que El se complace y tiene contentamiento.

Es también mi oración que en la medida que leamos, no solo nuestros ojos sean abiertos sino que también nuestro corazón sea sanado y libertado de cualquier atadura que hubiera en El derivados del rechazo, abuso, maltrato, malformación y/o errores que los adultos significativos en nuestra vida infantil hubieran podido dejar marcados en nuestro corazón y que por ello hubieran sido un obstáculo para poder llegar a conocer y disfrutar plenamente la paternidad de Dios sobre nosotros.

Y finalmente, si nuestro caso no es como el anterior, sino todo lo contrario, que los adultos significativos en nuestra vida hayan sido lo máximo, que no hayan dejado heridas de ningún tipo en nuestro corazón sino solo buenos recuerdos, entonces el deseo de mi corazón al compartir estas notas con ustedes sería el de que se den cuenta de que a pesar de lo maravilloso que fueron esas personas con nosotros, hay todavía una persona que es mucho más maravillosa que ellos, que rompe todo límite y todo lo conocido y que está anhelante de darse a conocer a nosotros para que podamos desarrollar una relación con El aún mejor que cualquier otra que hubiéramos vivido anteriormente. Sin más preámbulo, pues, entremos de lleno en nuestro tema.

Dios nos creó a su imagen y semejanza. Si bien con la caída esa imagen y semejanza se distorsionó, no desapareció totalmente. En consecuencia, si nosotros tenemos un “corazón”, no en el sentido físico del término sino en el sentido esencial, psicológico, emocional, del término, entonces es lógico suponer que Dios también tiene un corazón que es la esencia de su ser, así como es la esencia del nuestro:

“…como es el hombre en su corazón, así es el tal”. (Prov 23:7).

En principio, la esencia del corazón de Dios la podemos ver manifestada en el quehacer de Jesús durante su ministerio terrenal, además de que al escudriñar la Palabra, buscando la esencia del corazón de Dios podemos encontrarla fácilmente evidenciada en su trato cotidiano con su pueblo, reafirmada en nuestra experiencia diaria del trato de El para con nosotros.

“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo...El le ha dado a conocer” (Jn 1:18).

Aún cuando este será el tema del resto de estas notas, en que hablaremos extensivamente del corazón de Dios, no quisiera seguir avanzando en el tema sin mencionar, por lo menos preliminarmente, algunas de esas características maravillosas, que al menos en mis años anteriores, por el concepto distorsionado que tenía de Dios y del Padre, no pude imaginar que Dios tuviera y manifestara con esa intensidad. Independientemente de que entraremos a conocer con detalle el significado de cada uno de estos pasajes y sus implicaciones en nuestra vida cotidiana y en nuestra relación con nuestro Papito Dios, veamos rápidamente algunas manifestaciones del corazón de Dios expresadas en el ministerio terrenal de Jesús y algunos pasajes de las Escrituras que manifiestan los sentimientos de Dios por nosotros, sus hijos:

“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos bajo las alas, pero no quisiste! (Mat 23:37).

“Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró.” (Jn 11:33-35).

“Jehová está en medio de ti; ¡él es poderoso y te salvará! Se gozará por ti con alegría, callará de amor, se regocijará por ti con cánticos. (Sofonías 3:17).

“¿Acaso se olvidará la mujer de su bebé, y dejará de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque ellas se olviden, yo no me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de mis manos te tengo grabada; tus murallas están siempre delante de mí.” (Isa 49:15-16).

“Con cuerdas humanas los atraje, con vínculos de amor. Fui para ellos como los que ponen un bebé contra sus mejillas, y me inclinaba hacia ellos para alimentarlos.” (Oseas 11:4). (Biblia Dios habla hoy).

“Cuando Israel era muchacho, yo lo amé y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más yo los llamaba...enseñaba a andar...tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba. Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida”. (Oseas 11:1-4).

Como podemos evidenciar en los pasajes anteriores, Dios es un Padre que experimenta emociones intensas por cada uno de nosotros, individualmente y como familia.

a) Experimenta la ternura y el instinto de protección, de tener a sus hijos bajo su cuidado directo y protegerlos de todos los peligros a los que pudieran estar expuestos (como la gallina que quiere tener a sus pollitos bajo sus alas).

b) Llora por el dolor que nosotros experimentamos derivado de nuestras experiencias diarias.

c) Se goza con nosotros como un padre se goza con las gracias, los éxitos, las luchas y las victorias de sus hijos. Canta de la alegría que experimenta por nosotros.

d) No se olvida de nosotros, aún cuando nosotros nos podamos olvidar de el.

e) Es como el padre que toma en sus brazos a su hijo pequeño y se lo pega a su mejilla en una expresión de ternura.

f) Nos atrae, nos enamora.

En los pasajes de Mat 18:1-14 y Mat 19:13-15 podemos ver como Jesús reprendió a sus discípulos porque estaban evitando que se le acercaran a El. A pesar de que ellos no requerían una ministración “espiritual”, Jesús tomó el tiempo suficiente para escucharlos, relacionarse con ellos, acariciarlos, hablar con ellos. De este hecho podemos deducir que Dios, nuestro Amado Padre, también tiene todo el tiempo que nosotros requiramos para estar con nosotros, no solo cuando tenemos una petición, un problema o una necesidad, sino en todo momento, por el placer de estar con nosotros y de que nosotros estemos con El. Es tanto su deseo de estar con nosotros que ha planeado una eternidad sin problemas, sin aflicción, sin necesidades, para poder compartir con nosotros, sus hijos, todo el tiempo. Nuestro Padre Eterno no es como muchos de nosotros padres terrenales, que no tenemos el suficiente tiempo para dedicarnos a nuestros hijos porque nos dejamos absorber por el trabajo, las ocupaciones eclesiásticas, las ocupaciones sociales, la televisión, los deportes, etc. Aún cuando nuestro Padre trabaja, El siempre tiene tiempo para nosotros, de hecho El “no nos deja ni nos desampara” (Jos 1:5)(Sal 121) y nos ha otorgado “libre acceso al trono de la gracia” (Heb 4:16).

En este punto, no me resisto a compartirles una experiencia que tuve con el Señor al respecto: un día que iba en mi carro rumbo a mi trabajo por la mañana, iba pensando en el Señor y en Su Palabra y entonces vino a mi memoria el pasaje de Heb 4:16 que menciona que tenemos libre acceso al trono de Su Gracia. En ese momento me recuerdo que le pregunté al Señor que significaba exactamente eso que decía Su Palabra. Entonces el Señor me recordó la experiencia hace muchos años, quizá 1963, que ha pasado muchas veces por televisión y se ha vuelto famosa, cuando el Presidente de los Estados Unidos, John Kennedy, en plena crisis de las relaciones con la Unión Soviética por la instalación de misiles atómicos en Cuba que apuntaban a Estados Unidos, estaba sosteniendo una reunión en su oficina en la Casa Blanca con los más altos responsables de la seguridad nacional de ese país, cuando intempestivamente entró a la oficina su hijo de aproximadamente 3 años, y el Presidente dejó de lado la reunión, se levantó de su asiento, se acercó a su hijo y lo tomó en sus brazos y se puso a jugar y a charlar con él, mientras los responsables de la seguridad esperaban que el Presidente regresara a ponerles atención. Entonces el Señor habló a mi corazón diciendo: “si el presidente del país más importante del mundo hace eso, con cuanta mayor razón lo voy a hacer Yo contigo. Cuando tú vienes a mí, yo dejo todo lo que esté haciendo para ponerte toda la atención que tú requieras y el tiempo que tú requieras porque tú eres mi hijo amado”. Vale decir que tuve que parar el carro a la orilla de la calle porque las lágrimas inundaron mis ojos por el agradecimiento y la emoción que eso produjo en mí. Podía contar con mi Papá siempre, en el instante que necesitara. El nunca va a estar tan ocupado que no nos pueda poner atención, aún en medio de sus más importantes ocupaciones y decisiones.

Algunas otras cosas relacionadas con el carácter paternal de Dios son, por ejemplo:

3) “De tal manera amó Dios al mundo...” (Jn 3:16). La magnitud del amor de Dios hacia cada uno de nosotros es de tal manera, que pudiendo salvar a Su Hijo de todos los ataques, tropelías, insultos, rechazos, golpes, humillaciones, etc., que sufrió en el camino al Calvario, mandando a sus ejércitos celestiales, no lo hizo, porque cada vez que veía el sufrimiento de Cristo y se le desgarraba el corazón, nuestros rostros aparecían delante de El, y por amor, compasión y misericordia a nosotros se contenía aunque se le desgarrara el corazón (Heb 12:2).

4) Somos la “niña” de los ojos de Dios (Deut 32:10, La Biblia Dios Habla Hoy). Ello no se refiere al órgano físico del aparato de la visión que llamamos “la niña del ojo” porque en el tiempo en que se escribió ese pasaje y cuando la Biblia se tradujo al español, a esa parte del ojo no se le había dado ese nombre. Entonces significa que literalmente somos para El más de lo que cada uno de nuestros hijos e hijas significan para nosotros, que como mínimo, es:

• Orgullo, enamoramiento y admiración.

• El deseo y compromiso de protegerles y llevarles a un lugar donde encuentren solo ternura, apoyo, estímulo, protección, seguridad.

• La disposición y compromiso de luchar por su bienestar y su felicidad dándoles lo mejor de nosotros y proveyéndoles lo mejor de las cosas.

5) Dios nos tiene esculpidos en la palma de su mano (Isa 49:16). En términos de lenguaje actual significa que El tiene una fotografía de cada uno y una de nosotros en las palmas de su mano, una fotografía que no deja de ver nunca, y que cuando la ve le sucede lo mismo, o algo mejor aún, que lo que me sucede a mí cuando veo el retrato de mis hijas: me quedo embelesado y se producen sentimientos y sensaciones de ternura, protección, cuidado, amor, sacrificio por ellas, orgullo, admiración, etc.
6) Dios está plenamente enamorado de nosotros (Cant 2:14), nos conoció desde antes de la fundación del mundo (Efe 1:4), estuvo presente cuando fuimos formados en el vientre de nuestra madre (Sal 139:15-16), durante todo este tiempo nos espero, nos atrajo con lazos de amor (Ose 11:4) y su Espíritu nos anhela celosamente (Sant 4:5).

6) Dios para con nosotros es como el padre de aquel niñito que a la salida de la escuela iba corriendo porque lo iba persiguiendo un niño mayor que él para pegarle (los gigantes en mi vida). Cuando vio a su padre como a una cuadra de distancia que iba a recogerlo, se dirigió hacia él, de tal manera que cuando estuvo cerca, se volteó hacia el que le perseguía y se puso en posición de enfrentarlo (tenía a su lado la protección de su padre).

Espero que al igual que ha pasado conmigo, no solo disfrute el resto del viaje, sino que renove su entendimiento, le agregue leña al fuego del amor por nuestro Amante Dios, surja un deseo aún mayor por su presencia y la comunión con El, y experimente la vida y vida en abundancia que a través de Cristo el pagó para nosotros en la Cruz del Calvario. Que se enamore de El al máximo, de tal manera que El llegue a convertirse en el único anhelo de su corazón y en su única necesidad y podamos ver en todas las personas, las cosas y las circunstancias que nos rodean, su mano de amor proveyendo para nosotros todo lo que obra para nuestro bien, y con un corazón agradecido, rebosante de amor y lleno de gozo, elevemos a sus oídos la música más apreciada por El, nuestras palabras diciéndole: ¡¡Abba, Padre!!, ¡¡Papito, Papito!!

Así como para nosotros, escuchar de nuestros hijos la palabra ”papito” o “mamita” es música angelical a nuestros oídos y a nuestro corazón, así para los oídos de nuestro Padre Dios, esas palabras pronunciadas con un corazón sincero y no como un ritual, también son música y el deleite de su corazón. Para ello nos creó y para ello nos busca, y en el proceso, somos infinitamente bendecidos: somos salvos, santificados, protegidos, provistos en todas nuestras necesidades, sanados de todos nuestros dolores, libertados de todas nuestras limitaciones, aceptados, enamorados, amados y envueltos en sus brazos de amor por el resto de nuestras vidas terrenales y por la eternidad.



02 Nov 2014