Estudio Bíblico

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Módulo 103. Conociendo a Jesús por Sus Nombres.



Tema No. 17. La descripción de Apo 1:13-16 (2a. Parte).



Sus ojos como llama de fuego.

Los ojos son los órganos de ver. Esto nos recuerda que Cristo (Dios) todo lo ve, nuestras obras y aún lo profundo de nuestros pensamientos, de nuestras intenciones y de nuestro corazón. Pero no solo lo ve superficial o descuidadamente. Sus ojos tienen la capacidad de penetración hasta lo más recóndito. Nada hay oculto que no lo conozca.
• Prov 20:27. "Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón."
• Sal 139:7-12. "¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz."

El fuego también nos habla de la purificación. Sus ojos de fuego, para nosotros los que creemos, no son motivo de temor sino más bien de esperanza de purificación y perfeccionamiento día a día, pues Él por el Espíritu que habita en nosotros, nos escudriña cada día perfeccionarnos y santificarnos (1 Tes 5:23, Fil 1:6), para presentarnos perfectos delante de Él.

Pero para los que no se dejan guiar por Él y para los inconversos, si es motivo de temor porque significa la disciplina (para los hijos e hijas) o el juicio que Él hará venir contra toda impiedad.
• En cuanto a nosotros sus hijos e hijas, no solo ve lo que hacemos y experimentamos en lo profundo de nuestro ser, sino que por Su Espíritu que habita en nosotros lo sopesa y lo juzga, y juzgándolo, o nos arrepentimos o sufriremos el castigo de lo malo (consecuencias), porque Él, tarde o temprano, castiga lo malo (Apo 2 y 3: las cartas a las siete Iglesias, Mal 3:1-3).
• En cuanto a los no creyentes, por la conciencia de que están dotados, son advertidos de su condición de pecado y rebelión contra Dios, de tal manera que si no se arrepienten, saben que tarde o temprano serán juzgados (aunque quieran ignorarlo por la dureza de su corazón). La idea del fuego consumidor que se menciona en Heb 12.29 es contínua (directa o sobreentendida) para describir, en este caso, el juicio de Dios.

Estos ojos de fuego no nos hablan de mansedumbre, misericordia, gracia, encanto, ternura, bondad, etc. Más bien nos recuerdan otra faceta de Cristo: Su poder para juzgar y su firmeza ante el pecado y la desobediencia (el ejercicio de la voluntad propia).



Sus pies semejantes al bronce bruñido.

El bronce es un metal que resulta básicamente de la aleación del cobre con el estaño, aunque puede incluir algún otro metal. Es de color amarillento rojizo, muy fuerte y sonoro. Antes de la invención del acero con todas sus variantes modernas, el bronce era el material más consistente, firme y fuerte que se conocía y en la Palabra de Dios es utilizado como símbolo de fuerza, resistencia, poder (Job 6:12, Sal 107:16, Jer 1:18). Que este bronce sea bruñido significa que tiene lustre o brillo, lo cual se reafirma en esta descripción cuando menciona que es refulgente como en un horno. Es decir, como fuego, ardiente, como se pone el metal cuando está siendo forjado en el fuego del herrero.

En la Palabra de Dios, principalmente en lo relacionado con la serpiente de bronce que Dios le manda a construir a Moisés en el desierto (Num 21:8-9, Exo 30:18-21) y en el Altar de bronce en el Tabernáculo de Reunión donde se hacían los sacrificios por el pecado, el bronce está relacionado con la expiación y la purificación del pecado de los seres humanos, que se mide o cuyo parámetro es la Palabra de Dios.

Por su uso en la serpiente y en el Altar, el bronce nos recuerda la misericordia de Dios, que mediante el sacrificio de Cristo en la Cruz, perdona nuestros pecados y nos limpia de toda maldad, mediante el reconocimiento de Su Señorío (Rom 10:8-12), y que está disponible para todas las personas, todo el tiempo.

Ahora bien, si se menosprecia esa misericordia, entonces la persona se queda sola, sin excusa y sin sacrificio expiatorio posible, frente a la Justicia de Dios. De tal manera que el bronce también dirige nuestra mirada a la Justicia de Dios, en la que el bronce manifiesta sus características:
• Es consistente (no es una hoy y mañana otra). Permanece siempre la misma.
• Que es una justicia firme e irrevocable. Ante ella las personas solo tienen dos opciones:
o Es declarada culpable pero por haber reconocido el Señorío de Cristo es perdonada (porque Él pago la condena que ella debía pagar).
o Es declarada culpable y por el no reconocimiento del Señorío de Cristo es condenada a la paga del pecado: la muerte eterna.
• Todas las personas necesitan ser conscientes de estos hechos porque:
o Rom 2:5. "Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,"
o Mat 5:17-20. "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos."

En relación con la justicia de Dios, expresada en la Palabra, y que el bronce la tipifica, al ser el bronce bruñido, refulgente como un horno, apunta nuestra mirada a la luz que emana de la Palabra de Dios y de la justicia en ella expresada, para dirigir nuestros pasos:
• Sal 119:59. "Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios."
• Sal 119:105. "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino."

El bronce y las características de la Persona de Cristo.
• Fuerza: nos refiere al poder y la autoridad de Jesús.
o Toda autoridad le ha sido dada (Mat 28:18) y a su debido tiempo, todos sus enemigos serán puestos por estrado de sus pies (Heb 10:13).
o Él todo lo puede, nada hay imposible para Él, es el Todopoderoso, y obviamente, ello apunta también a su calidad de Juez, y de un juicio justo y fuerte contra la maldad, como lo evidencia el hecho de que sea "refulgente como en un horno".
• Firmeza y consistencia: nos refiere a la inmutabilidad de Jesús y de Su Palabra.
o Jesús es consistente (no dice una cosa hoy y otra mañana), que permanece siendo el mismo siempre.
• Heb 13:8. "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos."
o Por ende, el juicio que el Juez justo hace es consistente con Su Justicia y firme, irrevocable. Su veredicto es además de justo, inapelable.
• Num 23:19. "Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?



Su voz como estruendo de muchas aguas.

A lo largo de la Palabra de Dios, cuando esta se refiere a la voz de Dios siempre nos da la idea de una voz suave, apacible, llena de amor, misericordia y gracia, aún en medio de los pecados y faltas de su pueblo. Y Jesús, en su ministerio terrenal, fue igual. Ello es así porque Dios estaba buscando un pueblo para sí y era el tiempo de Su Misericordia y de Su Gracia.
• 1 Rey 19:11-13. "Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?"
• Jn 8: 10-11. "Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más."
Ese silbo apacible con el que Dios le habló a Elías, o las palabras que Jesús le dijo a la mujer encontrada en el acto de adulterio, que los fariseos querían lapidar, son palabras de amor, ternura, dulzura, paciencia, etc.,

Pero en este pasaje de Apocalipsis, ya no hay voz apacible sino un estruendo de muchas aguas. Una voz fuerte, estridente, que se hace oír sin ningún lugar a dudas. Y que además es como de aguas, y ello puede equivaler a la de una catarata o un río muy fuerte, y en ambos casos, significa un sonido continuo, no un estallido o trueno.
• La voz que Juan escucha ya no es la voz del Buen Pastor buscando a los perdidos y a las ovejas descarriadas. En la cercanía de los últimos tiempos, es la voz del Juez que viene a hacer juicio, que se deja oír con suficiente fuerza, poder y firmeza, aún antes de que se inicie el juicio, como una última oportunidad, de tal manera que la única respuesta posible ante ella tendría que ser la obediencia y la rendición, y si no, la expectativa de un horrendo castigo.
o Exo 20:18-20. "Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos. Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis."
• Ya no es la voz del Cordero a ser inmolado que enmudeció delante de sus acusadores y crucificadores a pesar de que se burlaron de Él, le insultaron, le escupieron, blasfemaron contra Él, le acusaron, juzgaron y condenaron injustamente, lo asesinaron clavándolo en la Cruz (Isa 53:1-7). Ahora es la voz atronadora del Cordero Victorioso que está a punto de entrar en juicio con la humanidad.
o Joel 3:16. "Y Jehová rugirá desde Sión, y dará su voz desde Jerusalén y temblarán los cielos y la tierra; pero Jehová será la esperanza de su pueblo y la fortaleza de los hijos de Israel."



En Su diestra siete estrellas.

La diestra es la mano derecha, que en la simbología bíblica, es la que representa el poder. Es en esta mano donde usualmente los reyes sostienen el cetro que representa el poder del que están dotados, la autoridad gubernamental que poseen y que a la vez le indica a sus súbditos que ellos deben obedecerle. En este sentido nos está recordando la necesidad de nuestra obediencia plena al Señor, en todo aquello que Su Palabra nos enseña (Su Palabra es Su Ley, la Ley del Reino en el cual Él gobierna y nosotros vivimos).

Al hacer ver que lo que tiene en Su mano derecha Jesús son las siete estrellas, nos está recordando, en primer lugar, de Su poder sobre el Universo, lo que es una reafirmación de Mat 28:18, y Fil 2:9-11. Y estando esta reafirmación en el contexto de los ojos como llama de fuego y los pies como bronce bruñido, que anteriormente mencionamos que son alusiones al Juicio que Él hará sobre la humanidad en el futuro cercano, ello nos recuerda que estamos muy cerca del momento en el que Él va a ejercer todo Su poder, ya no para misericordia, sino para juicio, invitándonos al arrepentimiento, ha hacer frutos de arrepentimiento y a obedecerle en todo. No tenemos tiempo que perder.

En el versículo 20 de este mismo capítulo, la Palabra nos aclara que las estrellas son los mensajeros (pastores) de las iglesias. Al ser siete estrellas, como el número siete representa en la Biblia la completo, la totalidad (en siete días Dios completó Su obra creadora, Gen 1 y 2), esas siete estrellas representan la totalidad de la Iglesia. Con esta figura, la Palabra nos enseña:
• Que toda la Iglesia está en las manos del Señor. Tanto la Iglesia como sus autoridades, son sostenidos y están en las manos del Señor.
o El Señor ejerce Su Autoridad Soberana sobre la Iglesia en su totalidad, y sobre cada una de las personas que Él ha instituido como autoridades dentro de ella.
o Ninguna decisión o dirección que tome la Iglesia y/o Sus autoridades está fuera del control del Señor, aún cuando aparentemente alguna de ellas tome una dirección equivocada.
o Una persona en autoridad, y aún una Iglesia, puede tomar decisiones correctas de acuerdo con lo que dice la Palabra y guía el Espíritu Santo, o puede tomar decisiones incorrectas, contrarias a lo que dice la Palabra y guía el Espíritu Santo. Ya sean decisiones y direcciones correctas o incorrectas Dios las permite y nos hace personalmente responsables de nuestras decisiones (Deut 30:19-20).
• Recordemos que todas las cosas obran para bien de los que aman al Señor, y también es cierto que todas las cosas no obran para bien de los que no aman al Señor (Rom 8:28-29), lo que implica que toda dirección que la Iglesia y/o sus autoridades puedan tomar, estando bajo el control soberano de Dios, puede servir para una de dos cosas: para bendición o para juicio, para levantarnos o para humillarnos.
• Que Él ha delegado Su Autoridad en los Pastores de las Iglesias, y quién se rebela contra ellas, se rebela contra Dios, atrayendo condenación para sí mismos (Rom 13.1-2).
o En este punto es necesario recordar que la rebelión es ir en una dirección contraria, faltar el respeto a la autoridad de Dios, menospreciarla, tenerla en baja estima, poner sobre la autoridad de Dios otra autoridad (la nuestra, la de la carne, el ego) (Isa 14:12-15)
o No es estar en desacuerdo con ciertas decisiones, enseñanzas, actitudes. Eso es desacuerdo, y el desacuerdo se soluciona de diferentes maneras que la rebelión.
• De hecho, la Palabra de Dios nos enseña que debemos escucharlo todo, tomar lo bueno y desechar lo malo, que juzguemos la profecía (para tomarla o desecharla), etc.
• Una prueba de ello es que cuando Pablo reprendió a Pedro porque Pedro no estaba procediendo de acuerdo a lo que la Palabra de Dios enseñaba, en Galacia (Gal 2:11-14), Pedro no le replicó que se estaba rebelando contra él, sino que recibió la amonestación y como prueba de ello, que no guardó nada en su corazón contra Pablo por esa corrección, escribe defendiendo a Pablo en 2 Ped 3:15-16.
• Que Él está ejerciendo en este tiempo su Autoridad en el mundo por medio de Su Iglesia, Sus autoridades delegadas, y los hijos e hijas de Dios (Mat 28:18-20, 2 Cor 5:18-21, Hch 1:8), y que esa autoridad es una autoridad correctiva, para arrepentimiento y salvación, pero cuando la Iglesia sea arrebatada, Él se manifestará directamente, por un breve tiempo para arrepentimiento, pero finalmente para juicio.



01 Nov 2014