Estudio Bíblico

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Módulo 105. Discipulado y consejería.



TEMA No. 17. CONSEJERÍA Y DISCIPULADO.

EL LUGAR DE LA CONSEJERÍA BÍBLICA EN LA IGLESIA.


Introducción.
El Sal 1:1-3 nos enseña la necedad de buscar consejo en recursos mundanos y el entendimiento claro de que la verdadera felicidad, éxito, bendición, etc., provienen de vivir bajo los principios bíblicos y no de seguir las especulaciones de la psicología humanista (cisternas rotas, vanidades ilusorias).


La consejería bíblica no es una opción.
• El Señor nos mandó a los creyentes a amarnos unos a otros, y la consejería es parte del cumplimiento de ese mandato. Considerarla como algo opcional es ir e contra del amor bíblico, porque prácticamente abandonados al hermano en el momento en que está experimentando un tiempo de crisis, o somos indiferentes a su sufrimiento.
➢ En la medida que los miembros del Cuerpo se ayudan mutuamente, hablando la verdad en amor y de acuerdo con sus dones, la iglesia local es edificada, madura (Efe 4:15-16).
➢ La consejería es un medio importante a través del cual los miembros del cuerpo se ayudan mutuamente (1 Tes 5:14), es una función de comunión que se desarrolla con naturalidad cuando una iglesia, el cuerpo, está sano.
➢ Dios espera, y nos lo confirma en Su Palabra, que los creyentes se aconsejen mutuamente, de tal manera que todo creyente es mandado a participar en el ministerio de exhortar, amonestar y alentar a otros en el Cuerpo.
• Si todos los creyentes somos responsables de aconsejarnos mutuamente, entonces todos hemos de poseer dones para hacerlo en alguna medida (Rom 15:14).
• La mayor amenaza a la conversión de un creyente en un discípulo de Cristo es que le haya alcanzado el pecado. El hermano o la hermana que están en esa situación necesitan ayuda para cambiar y restablecer su crecimiento en el Señor (1 Tes 5:14, Rom 15:14).
➢ Gal 6:1-6 nos enseña un proceso de tres pasos para restaurar la salud espiritual de un hermano o hermana:
• Restaurarlo con espíritu de mansedumbre. Solo un creyente puede estar capacitado para ayudar a quienes tropiezan mediante el uso de sus dones (Rom 15:1).
• Sobrellevar las cargas de ellos. También necesitan ayudarle a sostenerse luego que se haya puesto sobre sus pies porque quienes acaban de salir de un pecado están especialmente expuestos a ser nuevamente tentados. Frecuentemente necesitan más ánimo, aliento, consejo y, sobre todo, oración.
• El que ha sido enseñado en la Palabra. Luego de levantar y sostener a un creyente que ha caído, necesitamos procurar edificarlo, enseñándole e instruyéndole en la Palabra, compartiendo mutuamente las cosas buenas: la Palabra.
• La consejería implica ayudar a las personas a ponerse espiritualmente de nuevo sobre sus pies a través de la confesión y el arrepentimiento.
• Los creyentes nunca llegaremos a parecernos a Cristo si no estamos ganando la batalla contra el pecado en nuestras vidas y dándonos a nosotros mismos por las vidas de otros; no podremos ser ni hacer discípulos si no contamos con un plan para ayudar a los hermanos y hermanas que están inmersos en problemas.
• La predicación, la enseñanza, la evangelización, el discipulado y la consejería son partes integrales del llamado de Dios para un ministerio bíblico verdadero, efectivo, (Efe 4:11-16). La Iglesia local es el instrumento que Dios ha designado para perfeccionar, apoyar, ayudar, animar, exhortar, a los y las creyentes para que crezcamos a Su imagen y semejanza, a la estatura del varón perfecto, a la plenitud de Cristo. Es el único organismo que El ha prometido edificar, sostener y utilizar para ese proceso. La consejería es una parte esencial del ministerio de la iglesia local porque es la que instruye y ayuda a perfeccionar la imagen de Cristo en los y las creyentes que están batallando contra el pecado y problemas derivados (Col 1:28).
• La consejería bíblica beneficia también a las labores evangelizadoras de la iglesia, porque el modelo bíblico de la consejería siempre comienza por considerar si la persona es verdaderamente salvo o no, y si no lo es, por la presentación del Evangelio, porque solo una persona con una naturaleza nueva, regenerada, estará capacitada para poder resolver y vencer el pecado y sus consecuencias.


El involucramiento del pastor y los demás ministros de la iglesia en la consejería.
La participación de ellos en el ministerio de la consejería es crucial (Efe 4.11-13). Aunque es responsabilidad de todo creyente, el único terreno adecuado para llevarla a cabo es bajo la sombra de la iglesia local. Efe 4:16 nos enseña que todo creyente necesita utilizar sus dones, talentos y habilidades para ayudar en las necesidades de otros. Están equipados para utilizar sus dones a través de la predicación, la consejería y la enseñanza (Col 1:28).
• Y en la iglesia local los miembros no se van a involucrar en ella a menos que vean a su pastor y demás ministros de la iglesia involucrados en ella. Si el pastor y/o los otros ministros de la iglesia no se involucran en ella el mensaje que mandan es que no es lo suficientemente importante para invertir su tiempo en ella, y este mensaje lo va a tomar el resto de la congregación.
• Por otro lado, muchos de los problemas que se tratan en la consejería son de carácter doctrinal, originados en un concepto equivocado de Dios, del pecado y del yo. Y la responsabilidad de la parte doctrinal de la iglesia local recae sobre el pastor y los ministros asociados. Además es parte del trabajo pastoral el contar con un plan de instrucción doctrinal para los creyentes, principalmente aquellos que han sido engañados por doctrinas o filosofías engañosas.
• Ahora bien, aún cuando el pastor y/o los ministros adjuntos necesitan estar involucrados en la consejería, necesitan hacerlo de manera equilibrada, de tal forma que no sea a expensas de la comunión con el Señor y el estudio y la preparación que requieren para desarrollar su trabajo de manera efectiva ni a expensas del mantenimiento y desarrollo de sus relaciones familiares. Si no lo hacen de esa manera no solo no estarán bien preparados para cuando necesiten dar consejo, principalmente en las áreas de la vida que ha descuidado, sino que además, la totalidad de sus ministerios puede sufrir consecuencias lamentables. La efectividad del pastor y los ministros asociados en la consejería solo se manifestará cuando ubiquen correctamente sus prioridades.
Cuando un pastor descuida la responsabilidad de aconsejar a otros, las consecuencias de ello van a influir en diversos aspectos cruciales de su labor ministerial, y por ello mismo, en la actividad y desarrollo de la iglesia, de la misma manera que si está involucrado en ella, traerá a la iglesia y a su ministerio indudables beneficios bíblicos.
• Pierde contacto con las dificultades de los miembros, sus procesos de pensamientos, sus hábitos, sus necesidades, etc., y ello lo puede volver irrelevante en su predicación porque no los estará preparando para proveerles de las armas espirituales que necesitan para superar sus problemas.
• Si lo concerniente al pecado no es tratado seriamente y en forma adecuada a través de la consejería, la predicación desde el púlpito va a ser una solución superficial para las personas que están asediadas y/o les ha alcanzado el pecado. El pecado no se trata con la información sino a través de la transformación del corazón (Mat 15:17).
• La predicación necesita provocar un cambio en las personas en dirección a su crecimiento y la santificación progresiva, y aún cuando ese camino es el mismo para todos los creyentes, cada uno se enfrenta con particularidades en el camino que requieren, no un tratamiento desde el púlpito, sino un tratamiento diferenciado y personalizado a través de la consejería personal y directa.
• El pastor que aconseja ve las consecuencias que produce en las personas un corazón endurecido que se opone a enfrentar sus problemas bíblicamente (vidas destrozadas, familias desintegradas, adicciones, codicia, lujuria, etc.). Por lo mismo, su predicación se va a ver saturada de un celo por las cosas de Dios y una orientación precisa para evitar que las personas se involucren en las situaciones que las puedan conducir a ello porque entiende el vínculo indisoluble que existe entre la falta de entendimiento, la falta de aplicación de la Palabra de Dios en las vidas de las personas y el fracaso de la vida cristiana.


Las necesidades del pastor y los ministros adjuntos en relación con un ministerio de consejería efectivo.
• El pastor necesita estar saturado con las verdades de la santificación progresiva y convencido de la suficiencia de las Escrituras para comprender que cuando se las usa correctamente, puede identificar los procesos de pensamientos y hábitos pecaminosos y cambiarlos por otros bíblicos.
➢ Un ministerio será exitoso delante de los ojos de Dios (que es el Único delante de quién necesitamos ser exitosos), si es bíblico y abraza los patrones de la Escritura para el crecimiento y cambio del creyente, y si inculca el compromiso del crecimiento y del cambio en ellos.
➢ La totalidad de la consejería bíblica y el cambio necesitan, para ser alcanzados, de la santificación progresiva, que es el único plan divino para el crecimiento espiritual (Mat 5:48, 1 Ped 1:13-18, 1 Tes 4:3, 1 Tes 4:7).
➢ De esa cuenta necesita ser enseñada en forma clara porque es una verdad que con mucha frecuencia, es escasamente entendida por la iglesia en general y por los aconsejados en particular.
• La vida del pastor necesita ser un ejemplo de crecimiento y cambio en la dirección bíblica de la santificación progresiva. Si la Palabra no está afectando con cambios en su vida, tendrá problemas para enseñarla con convicción y confianza inspiradora. Si los ministros y la iglesia han de crecer espiritualmente, su pastor necesita crecer. El pastor y el grupo de ministros adjuntos serán el modelo que los aconsejados van a observar como un ejemplo de vida cristiana.
• También necesita desarrollar una relación de mutuo interés y aliento con otros líderes de la iglesia, estando dispuesto a dar y recibir consejo de ellos con igual prontitud en ambos casos porque tiene convicción de que el hierro se aguza con el hierro y el rostro del hombre con el del hombre. Necesita que su relación con aquellos que ministran con él se caracteriza por el aliento, la dirección y la amonestación, cuando ella fuere necesaria.
• Necesitan tener un claro propósito en dirección a la santidad progresiva y el cambio, y estar teológicamente equipados para ello y para aconsejar a otros; demostrar tanto el deseo como su habilidad para aconsejar y estar dispuestos a invertir el tiempo necesario para prepara a otros para el ministerio de la consejería.
• Los pastores, ministros asociados y consejeros necesitan ser aprendices, tener sed de Dios, un gran aprecio por Su Palabra y hambre por conocerlo más profundamente, porque el efecto intelectual del pecado demanda un constante alimento espiritual con la Palabra. Necesitan estudiar regularmente la Palabra y desear aprender también de otros que la estudian (corazón enseñable).


La consejería, los creyentes y los dones.
Como ya lo hemos indicado anteriormente, Dios espera que todos los y las creyentes estemos involucrados en el ministerio de la consejería, ya sea formal o informalmente (1 Tes 5:14). Para ello nos equipa con los dones que el Espíritu Santo nos imparte a cada uno de los miembros del Cuerpo (1 Cor 12:5-7). Muchos, si no es que todos los dones espirituales mencionados en la Palabra de Dios tienen utilidad en el ministerio de la consejería, además de que a cada creyente Dios le ha dado una configuración o combinación de dones distintiva, única, diseñada por la gracia de Dios para cada uno (1 Cor 12:4, 1 Cor 12:7, Rom 12:6) que lo capacitan para ministrar de acuerdo con el llamado de Dios. Algunos de esos dones son:

Profecía.
• En sentido amplio significa “hablar hacia” o “proclamar” y se refiere a la proclamación pública (a por lo menos otra persona) de las Escrituras, y hacerlo con autoridad bajo la revelación directa de Dios (1 Ped 4:11).
• Este don es para edificar, exhortar y consolar a otros creyentes y a la iglesia (1 Cor 14:3-4, 2 Tim 3:16-17, 2 Tim 4:1-5).
• Los que predican la Palabra (a uno o a muchos) necesitan ejercer sus dones como consejeros sabios: redarguyendo, reprendiendo y exhortando, con toda paciencia y doctrina.
• Predicar y aconsejar lo que es realmente bíblico será aplicado al corazón de los oyentes por el Espíritu Santo y producirá crecimiento espiritual.
• Una vigorosa predicación bíblica está indisolublemente unida a una efectiva consejería bíblica en la Iglesia. El ministerio de consejería comienza en el púlpito y de allí se extiende a todos los niveles del que hacer de la iglesia.

Enseñanza.
A diferencia de la predicación, la enseñanza se cumple en todos los niveles de la vida de la iglesia, no sólo desde el púlpito.
• Significa la enseñanza o instrucción sistemática, la habilidad de conducir a otros a una más profunda comprensión de las Escrituras (Mat 7:28-29).
• Ocupaba un lugar central en el ministerio de Jesús (Mat 4:23, Mat 9:35, Mar 2:13, Mar 6:6, Luc 13:22, Luc 20:1) y en el ministerio de los apóstoles (Hch 2:42, Hch 5:42, Hch 15:35, Hch 18:11, Hch 20:20, Col 1:28).
• Tener el don de la enseñanza es un requisito para ser anciano (1 Tim 3:2, Tit 1:9) ya que ella es una forma muy importante, principal, de ejercer su ministerio de apacentar el rebaño de Dios (1 Tim 4:6, 1 Tim 4:13, 1 Tim 4:16, 1 Tim 5:17, 2 Tim 2:15, 2 Tim 2:24, Tit 2:1); a través de ella se protege a la congregación de prácticas y doctrinas erróneas y se enseñan principios para una vida temerosa de Dios.
Características de un maestro efectivo:
• Vive consecuentemente con la enseñanza bíblica que imparte (1 Tim 4:12).
• Está nutrido con las palabras de la fe y la buena doctrina (1 Tim 4:6). Cuánto más grandes sean las profundidades del conocimiento doctrinal, más efectiva será la enseñanza (2 Tim 2:15).
• El conocimiento verdadero produce humildad y no orgullo (2 Tim 2:24-25).
• Se caracteriza por pureza de corazón y santidad de vida (1 Tim 4:7, 1 Tim 6:11).
Aconsejar es esencialmente un proceso de enseñar.
• El buen consejero es alguien capaz de escuchar cuidadosamente y luego aplicar la Palabra de Dios con exactitud a cualquier problema que surja en la sesión.
• Enseñar los principios bíblicos es el corazón del proceso de consejería, principalmente porque el objetivo de la consejería bíblica es transformar los patrones pecaminosos de pensamiento y vida, que solo se puede lograr mediante el poder de las Escrituras.

Exhortación.
• Mientras la profecía proclama las verdades bíblicas y la enseñanza las sistematiza, la exhortación demanda una respuesta adecuada a aquellas (Rom 12:8, Hch 20:2, 1 Cor 14:3, 1 Tim 4:13, Heb 13:22).
• Significa alentar, aconsejar, confrontar.
• Es desafiar a hermanos en la fe a actuar en concordancia con la voluntad de Dios (1 Tes 5:14).
• Los consejeros animan a los creyentes a vivir en santidad, consuelan a quienes están devastados por las pruebas o el dolor y fortalecen la fe de los desanimados y los débiles.

Sabiduría.
• Es la facultad de entender cómo usar las verdades de las Escrituras aplicadas a los aspectos prácticos del diario vivir; la habilidad de discernir y conformarse a la voluntad de Dios (1 Cor 12:8, Mat 11:19, Mat 13:54, Sant 1:5, Sant 3:13, Sant 3:17).
• Es esencial para el consejero bíblico porque le ayuda a mostrarla al aconsejado, específicamente, como necesita aplicar las Escrituras de una manera práctica en su vida cotidiana.
• Lo que los aconsejados necesitan, es precisamente, consejo sabio para resolver sus problemas (Prov 1:5, Prov 12:15, Prov 19:20).

Conocimiento.
• Es la habilidad dada por Dios para entender los misterios de la Palabra revelada por El que son imposibles de comprender si no es por la revelación de Dios (Rom 16:25, Efe 3:3, Col 1:26, Col 2:2, Col 4:3), así como de entender cuestiones del pasado de los aconsejados que no conocemos, y muchas veces ni siquiera el aconsejado está consciente de ellas.
• Abarca la habilidad de explicar esos conocimientos de modo que otros puedan entenderlos también.
• No es la mera habilidad de acumular y coleccionar hechos sino una habilidad espiritual para ver verdades bíblicas y doctrinales, y de la vida de las personas, de una manera coherente y significativa.
• Capacita también a los consejeros para brindar consejo sabio, basado en la Palabra de Dios, que ofrece esperanza a los aconsejados.

Administración.
• Es el don de liderar, dirigir, estar a cargo, atender, pilotear (1 Cor 12:28).
• Es la habilidad conferida por el Espíritu para organizar, supervisar o motivar a otros para cumplir una tarea.
• Muchos aconsejados llevan vidas sin estructura. El don de administración del consejero les será sumamente útil para ayudarlas a ordenar sus vidas para que glorifiquen a Dios.

Misericordia.
• Un amor y una sensibilidad especial hacia aquellos en enfermedad, pobreza o pecado declarado (Luc 4:18).
• Sin ese don, el consejo es con frecuencia frío y clínico.
• Las personas que batallan con desórdenes emocionales, que están saliendo de un desastre en su vida o que buscan alivio a sus problemas, necesitan poner su carga en alguien que tengo el don de la misericordia que les ayude a sobrellevarla (Mat 11:28-29).
• Los consejeros que poseen este don son los que están en mejores condiciones de ayudar a quienes están agobiados por sus cargas.


La predicación y la consejería.
• La base de una predicación efectiva es la suficiencia de las Escrituras aún para las más profundas necesidades del corazón (Isa 55:11, Heb 4:12, 2 Cor 3:5, 1 Cor 9:8, 2 Ped 1:3).
➢ Las Escrituras nos enseñan y advierten con claridad que no miremos más allá de los recursos que Dios nos ha provisto en Su Palabra tan abundantemente.
• El fruto del Espíritu.
• El poder y los dones del Espíritu.
• El poder y la autoridad de la Palabra.
• La comunión de los hermanos.
• Una esperanza segura y la vida abundante prometida por Jesús.
➢ Cuando el pastor confía en esta verdad, el ministerio de consejería inevitablemente reflejará la misma fe en el valor de las Escrituras, además de que cuando la Palabra de Dios es predicada con esa convicción, comienza a enderezar los mismos problemas por los cuales las personas buscan consejo.
• La santificación, en su sentido más completo y exacto, es efectuada por la Palabra de Dios (Jn 17.17).
➢ El Espíritu de Dios nos revela la verdad de Dios (1 Cor 2:13).
➢ Somos renacidos por la semilla incorruptible de la Palabra de Dios (1 Ped 1:23).
➢ El Señor purifica nuestras almas, por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu (1 Ped 1:22).
➢ Mediante las Escrituras nuestra mente es renovada (Rom 12:2).
➢ Mediante las Escrituras y el Espíritu recibimos la mente de Cristo (1 Cor 2:16).
➢ La Palabra de Dios nos revela las partes más recónditas de nuestra alma (Heb 4:12), discierne los pensamientos y las intenciones del corazón y todas las cosas están desnudas y abiertas ante ella (Heb 4:13).
➢ Conocer las Escrituras es experimentar el poder de Dios (Mar 12:24).
➢ Porque tenemos la Palabra de Dios a través del Espíritu Santo, podemos juzgar, valorar y evaluar todas las cosas (1 Cor 2:15).
• Las Escrituras son absolutamente más que suficientes para la conversión, dar nacimiento espiritual, la transformación, la restauración y el crecimiento hasta la perfección de las personas que se someten al Señorío de Cristo (2 Tim 3:16-17).
➢ La Palabra de Dios establece principios de vida rectos de tal manera que los que la ponen por obra caminan un camino seguro que los lleva a alcanzar plenitud de vida y gozo.
➢ En ningún otro lugar más que en ella podemos encontrar lo que puede transformar totalmente a la persona, hacerla sabia, trae gozo a su vida, iluminar sus ojos y producir verdadera justicia (Sal 19:11-13).
• Por todo ello, 2 Tim 4:1-4 establece claramente la tarea del predicador: proclamar la suficiente de la Palabra de Dios y nada más.
➢ Es la única guía confiable para enseñar, redargüir, reprender y exhortar a las personas de acuerdo con la voluntad de Dios (Mat 7:21, Rom 12:2). Señala al único recursos de verdadera ayuda para los problemas de todo tipo.
➢ Es el único mensaje legítimo para cualquier predicador llamado por Dios.
➢ Es el fundamento sobre el cual necesita construirse todo ministerio efectivo, y ello incluye el ministerio de la consejería.
• Aún el más poderoso y activo ministerio de consejería bíblica será minado si la predicación que lo acompaña es débil y ambigua.
• Por el contrario, una predicación clara y poderosa, frecuentemente tiene éxito en tocar corazones que han resistido a la más sabia consejería.
• La Verdad absoluta de la suficiencia de las Escrituras necesita ser restaurada hoy en la Iglesia, en todos los niveles.
➢ La Palabra de Dios necesita ser desatada dentro de la Iglesia y la vida eclesiástica para que cumpla los propósitos para los cuales El la dio.
➢ Y si cuando ello suceda, la Iglesia completa será revolucionada.


La interacción de la consejería con los otros ministerios de la iglesia local.
Aun cuando la consejería es esencial en la iglesia local, ella por sí sola no es suficiente. Los y las aconsejadas necesitan toda la ayuda de los otros ministerios de la iglesia:
• El ministerio del púlpito que les enseñe e incentive al crecimiento y la cambio.
• El amor de los miembros para asistirles, animarles así como para la interacción y las relaciones.
• La autoridad del Cuerpo de la iglesia en la disciplina y el ejemplo de los líderes que crecen y cambian.
• El decisivo compromiso de la iglesia a seguir los principios bíblicos en los aspectos prácticos como la comunicación, las finanzas y el tratamiento de los problemas.
• El liderazgo por el ejemplo.
Las iglesias sanas engendran relaciones entre sus miembros que no solo los conducen al crecimiento espiritual y la buena salud emocional, sino que, como creyentes que se sirven mutuamente con sus dones, muchas de las labores de la consejería tienen lugar en la interacción que brota naturalmente de la comunión. Todo el ministerio en el cuerpo asume de esa manera el carácter de consejería. Esta, formal o informalmente, es mejor y necesario que tenga lugar en la iglesia local, en todos los niveles del ministerio y de la comunión, amonestándose, alentándose, fortaleciéndose y enseñándose, que son las diversas facetas de la consejería.
• Cada creyente recibe sus dones de parte de Dios para ayudar a cubrir las necesidades de sus hermanos en la fe.
• Recuperar esta verdad simple, y vivirla con entusiasmo en nuestra comunidad eclesiástica, restauraría la salud del “cuerpo” y, a la vez, cubriría aun las más profundas necesidades de las vidas perturbadas de las personas.
• Un énfasis saludable sobre el ejercicio de los dones espirituales y su práctica consecuente, compensa en buena medida, la necesidad de una consejería formal, porque la gente se ayuda en forma mucho más efectiva como resultado natural de su diaria comunión.
• Y si todos los creyentes incrementaran su habilidad en el empleo de sus dones, una nueva generación de consejeros capacitados se levantaría dentro de la misma iglesia.


Bibliografía:

“La Consejería”, John MacArthur y la Facultad del Master´s College, Grupo Nelson, 2009.

04 Oct 2012