Estudio Bíblico

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Módulo 105. Discipulado y consejería.



TEMA No. 13. CONSEJERÍA Y DISCIPULADO.

INSTRUCCIÓN EN LA CONSEJERÍA.


Introducción.
Hay dos ideas erróneas acerca de la instrucción en la consejería.
Una es que la consejería consiste sólo en instrucción, y que lo que necesitamos hacer, cuando hay problemas, es buscar los versículos en la Biblia aplicables al caso, y darle a la persona una enseñanza sobre el tema. Sin embargo las personas no solo necesitan saber los versículos de la Biblia para que sus problemas se solucionen. Necesitan negarse a sí mismas, renovar su entendimiento y tener un concepto apropiado de sí mismas para superar sus problemas (Rom 12:1-3) y apoyo para lograrlo.
Una segunda idea errónea es que la consejería contiene poca o ninguna instrucción; creen que las personas conocen las respuestas a sus problemas y que los consejeros simplemente se reducen a hacer preguntas, escuchar y proveer, de alguna manera, apoyo para ellos; que si edificamos una relación sólida con los aconsejados, estos hallarán sus propias soluciones y eliminarán sus problemas sin necesidad de que se les diga lo que necesitan hacer. Sin embargo, si las personas por sí solas pudieran resolver sus problemas ¿para qué vino Cristo a pagar el precio de sus pecados si ellas solas hubieran podido resolver ese problema? Muchas veces, las personas cuando tienen problemas es porque están cegadas y no ven las cosas con objetividad (Jer 17:9), tienen fortalezas mentales que necesitan ser derribadas con la Palabra de Verdad (2 Cor 10:4-6) y están librando una batalla (Efe 6:10-18) que requiere no solo de apoyo sino de entrenamiento e instrucción para superarla.
Una idea que necesitamos tener siempre presente en la instrucción es la meta: “El amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida” (1 Tim 1:5).


La naturaleza de la instrucción en la consejería.
Es parte vital de la consejería bíblica (Jn 8:31-32) y presenta tres requerimientos básicos:
• Basada en la Biblia.
• Bíblicamente exacta.
• Bíblicamente adecuada.


Instrucción basada en la Biblia.
Ello implica no basarse en meras ideas u observaciones humanas.
La Biblia es práctica (Sal 119:105): nos enseña como vivir día a día de un modo que agrade a Dios y para ayudarnos a resolver nuestros problemas.
La Biblia abarca todos los temas (2 Ped 1:3): en ella encontramos todo lo que necesitamos saber para vivir con éxito. Un estudio de su contenido en profundidad será recompensado con un discernimiento claro, aún de las experiencias humanas más complicadas.
La Biblia es digna de confianza: es el único libro que trata con problemas prácticos de la vida en una manera absolutamente fidedigna y merecedora de confianza. Si es aplicada, cambiará nuestras vidas de manera positiva (Sal 19:9, Sal 119:89, Sal 119:128, Sal 119:160).
• La Palabra es verdad (Jn 17:17) y nos enseña cosas extremadamente fundamentales para el entendimiento de todo problema humano.
➢ El ser humano es finito: nuestro conocimiento es necesariamente limitado porque está limitado por lo que podemos observar y lo que podemos comprender.
• Podemos arribar a conclusiones equivocadas cuando sólo dependemos de nuestras observaciones y discernimiento sin recurrir a la Palabra de Dios.
• Todo lo que puede ser apropiadamente llamado verdad reside primero en Dios y las personas conocen la verdad cuando vienen a la revelación de Dios de sí mismo como fuente de verdad, porque es Dios quien enseña el conocimiento a los hombres (Sal 94:10).
• El verdadero conocimiento depende y deriva del conocimiento de Dios tal como nos ha sido revelado en Su Palabra.
• Dios conoce el fin desde el principio; conoce el pasado, el presente y el futuro. Nos conoce perfectamente, parte por parte, como también cada parte de nuestro mundo y le ha agradado revelarnos Su verdad a través de Su Palabra (Isa 46:9-10).
➢ El ser humano es un ser caído. Nuestras mentes han sido afectadas por el pecado. Nuestras mentes pecaminosas tienden a distorsionar la verdad y la única posibilidad de pensar de forma correcta es permitir al Espíritu Santo que renueve nuestras mentes (Rom 1:18-32, Rom 12.2, Efe 4:23), aprendiendo a mirar a través del lente de las Escrituras.
• Somos incapaces de obtener la verdad a menos que Dios nos la revele.
• Fuera de la Palabra de Dios carecemos de reglas a las cuales atenernos para evaluar si algo es verdadero o falso, de tal manera que si algo no es enseñado por la Palabra de Dios puede ser un error.
La Biblia es adecuada (2 Tim 3:16-17). Posee cuanto necesitamos para hacernos idóneos o completos. Si tenemos la Biblia, poseemos la guía infalible y no necesitamos otra para vivir y para resolver los problemas de la vida. Abarca todos los temas, es digna de confianza y suficiente. Nunca la dejemos por “cisternas rotas que no contienen agua” (Jer 2:13).


Instrucción bíblicamente exacta.
2 Tim 2:1 nos enseña que podemos manejar la Palabra de Dios de manera inexacta o erróneamente y, para evitar esa trampa, necesitamos ser diligentes.
Interpretar correctamente e instruir a otros en las Escrituras demanda un trabajo arduo.
• Necesitamos conocer el significado de las palabras bíblicas. Algunas palabras en la Biblia no son de uso común o lenguaje corriente en nuestros días, y otras que lo son, tienen un significado diferente al que registran en ella. Por eso necesitamos tener cuidado de no leer una palabra determinada dentro de un texto, según nuestro entendimiento, y dar por sentado que eso es lo que la Biblia quiere decir. Un consejero bíblico efectivo necesita ser capaz de explicarlas para ayudar a su aconsejado a entender lo que realmente significan en las Escrituras.
• Necesitamos determinar el significado de un versículo (o pasaje) dentro de su contexto. La Biblia es el libro de Dios y necesitamos tener cuidado de exponer cada una de sus partes con el significado que El le asignó. Asimismo, cada texto de las Escrituras tiene un solo significado. Puede tener muchas aplicaciones pero un solo significado. Por tanto, necesitamos descubrir ese único significado antes de aplicarlo a las vidas de nuestros aconsejados.
• Necesitamos interpretar cada pasaje en armonía con el resto de las Escrituras. El contexto general de la totalidad de la Biblia es también crucial para entender el significado de un pasaje en particular. Las Escrituras nunca se contradicen; por tanto, si hallamos un pasaje que parece no concordar con lo que dicen otros sobre el tema, es seguro que nuestro entendimiento del pasaje, en aparente contradicción es incorrecto.
• La instrucción bíblica es Cristocéntrica y evangélica en su énfasis. Si seguimos lo suficiente cada texto en las Escrituras, nos llevarán a Cristo. El es la Palabra (Jn 1:1) y el núcleo central de la Palabra. Por tanto, nuestra consejería no es bíblica a menos que exalte a Cristo Jesús. No es suficiente para nosotros abrazar ciertos principios y regulaciones para vivir; porque ello puede ser puro conductismo. En toda nuestra instrucción necesitamos esforzarnos por llevar a nuestros aconsejados a Cristo Jesús y en esto tendremos éxito si podemos ayudarlos a ver al “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1:29).
• Necesitamos usar instrucción orientada a la acción. Nuestra instrucción no será bíblicamente correcta a menos que su propósito sea producir acciones piadosas. No es suficiente proveer mera información o comunicar verdades a nuestros aconsejados; necesitamos procurar que la verdad que enseñamos tenga la virtud de cambiar sus vidas y hacerles más parecidos a Cristo (Col 1:9-10, Rom 8:28-29, Mat 28:20). Nuestra meta al instruir necesita ser la misma de Jesús y Pablo. Si no mueve a nuestros aconsejados a la acción, no es realmente bíblica.
• Necesitamos enfatizar tanto las dimensiones positivas como las negativas del cambio bíblico. El cambio bíblico es siempre un proceso de dos factores. Implica “sacarse” como “ponerse” (Efe 4:22-32). No sólo necesitamos decirle a las personas lo que no debe hacer, sino también lo que necesita hacer, ayudándole a reemplazar sus antiguos hábitos pecaminosos por otros piadosos. Con frecuencia puede ser necesario averiguar qué pecados les impiden hacer lo correcto antes de poder instruirlos en este aspecto (Heb 12:1). Necesitamos entonces esforzarnos continuamente por equilibrar los aspectos negativos y positivos de la instrucción.
• Distinguir entre directivas humanas y sugerencias humanas. Necesitamos hacer la distinción entre la verdad de Dios y las ideas humanas, y asimismo, ser cuidadosos de no introducir una aplicación particular dentro del significado de un texto.


Instrucción bíblicamente adecuada.
La instrucción en consejería no sólo debe ser bíblicamente basada y bíblicamente correcta,, sino que necesita ser adecuada para cada aconsejado en particular, tanto en contenido como en método.
• El contenido de la instrucción necesita ser adecuado.
➢ Necesitamos confirmar que lo que les estamos presentando tiene relevancia para las necesidades de ellos. Aunque el consejo puede ser bíblico y exacto, puede no ser certero, no contribuyendo al proceso de cambio en ese caso particular.
➢ Necesitamos estar al tanto de los aspectos que hacen particular la situación de cada aconsejado a fin de confeccionar la instrucción que se ajuste a sus necesidades, que sea apropiada a las preocupaciones inmediatas de los aconsejados. Es mejor instruirlos inicialmente acerca de los asuntos que han puesto de relieve y luego construir un puente hacia los temas cruciales que creemos necesitan ser considerados. Necesitamos comenzar donde ellos están y luego llevarles hacia donde tendrían que estar.
➢ Necesitamos también considerar las condiciones emocionales de los aconsejados porque de ello dependerá que instrucción pueden ellos manejar emocionalmente en determinado punto de la consejería, tratando de conducirlos a un estado de estabilidad emocional antes de confrontarlos más directamente.
➢ También necesitamos tomar en cuenta la madurez espiritual del aconsejado (Heb 4:12-14). A quienes no están espiritualmente maduros necesitamos conducirlos gradual y suavemente hacia verdades más profundas.
➢ Necesitamos tener en cuenta la receptividad al consejo de nuestros aconsejados (Mat 7:6). Puede haber ocasiones en que estemos presentando la verdad al aconsejado y percibamos que la resiste. En este punto es prudente abandonar esa línea particular de instrucción antes que golpearlo en la cabeza con ella o terminar en un debate infructuoso (Tit 3:9-10). Si conversamos con él sobre otro tema por un momento, tal vez Dios abra su corazón sobre lo que se trató antes y podamos volver al asunto en esa sesión o en otra.
• El método de instrucción hacia ellos necesita ser apropiado a sus propias características que les permitan asimilar la instrucción. Necesita encajar en la situación de la consejería, particularmente en la forma de comunicarla. Las personas aprenden de maneras muy variadas; algunos aprenden mejor de un modo que de otro. Va por cuenta del consejero tratar de identificar el o los métodos que parezcan de mayor provecho para cada aconsejado. Tanto Jesús como los apóstoles usaron muchos métodos diferentes de instrucción dependiendo de las circunstancias en las que se encontraban (Mat 5:1-2, Mat 16:13-20, Mat 21:19-21, Luc 1:3-4, Hech 20:31). Una lista no exhaustiva de comunicar la instrucción incluye las siguientes formas:
➢ Instrucción: dar instrucciones tomadas directamente de las Escrituras.
➢ Observación: observar al consejero o a otra persona que sea un buen ejemplo en las áreas en las que ellos están luchando.
➢ Experiencia: aprender haciendo.
➢ Investigación: asignar estudios sobre tópicos que tengan relación con sus problemas.
➢ Discusión: hablar abiertamente acerca del problema con el consejero y otras personas capacitadas.
➢ Preguntas: llevar a los aconsejados a una conclusión a través de sus propias respuestas a preguntas hechas por el consejero.
➢ Lecturas asignadas: leer artículos y/o libros u oír casetes sobre temas determinados y tomar nota de lo que han aprendido.
➢ Evaluación: examinar una declaración, idea o práctica en todos sus aspectos y sus derivaciones prácticas.
➢ Auto-revelación: el consejero relata experiencias personales útiles para los problemas de los aconsejados.
➢ Ilustración: usar ejemplos para ayudar a las aconsejados a entender una verdad o instarles a pensar más detenidamente sobre ella.
➢ Representación de roles: el consejero representa instancias de interacción entre los presentes para demostrar ejemplos de comunicación efectiva y las consecuencias de una comunicación deficiente.
➢ Entrevistas: los aconsejados son animados a hacer preguntas a personas capacitadas en un área particular o que hayan superado una situación parecida.


Como desarrollar un conocimiento de las Escrituras.
En la Biblia se encuentra el remedio justo para cada problema espiritual que tengamos que encarar en la vida. Pero de la manera que ninguna medicina, por si sola, podría curar todos nuestros males físicos, ningún pasaje de la Palabra de Dios tiene en sí la virtud de curar todos nuestros problemas espirituales.
El consejero bíblico necesita saber que porciones de la Palabra de Dios son aplicables a cada problema de un aconsejado. Por tanto, a fin de ser efectivos, un consejero bíblico necesita tener un amplio conocimiento de las Escrituras. Para ello, como sugerencia, puede hacer tres cosas:
• Desarrollar una lista de temas que sean relevantes a la tarea de aconsejar.
➢ Elaborar un libro de notas que contenga por lo menos una página de información bíblica acerca de los problemas que pueden enfrentar o han hallado en consejería.
• Producir una Biblia de estudio personalizada con referencias en cadena.
➢ Elaborar una lista prioritaria de los versículos apropiados para cada tópico, comenzando con aquel al que desea referirse en primer lugar cuando tenga que tratar con ese asunto. El primer versículo se localizar en la Palabra y a la par se le pone el versículo que sigue en la referencia en cadena (el número 2), y así sucesivamente. Con este sistema se podrá recorrer los pasajes relacionados con un asunto determinado toda vez que se necesite.
• Aprovechar oportunidades para una mejor capacitación.
➢ Aprender de otros en seminarios de preparación, conferencias, publicaciones y libros relacionados con temas de consejería.


Temas que no dominamos.
Si no sabemos algo, nunca actuemos como si lo supiéramos. No tenemos por qué sentirnos turbados porque no estemos seguros de algún asunto en particular. Busquemos ayuda en libros o en algún colega y aprovechemos la oportunidad para aprender y crecer en ese aspecto.
Otra forma de lograrlo es practicar consejería en equipo cuando sea posible. Esto no siempre es posible debido a la falta de consejeros y la prevalencia de problemas pero es ciertamente una buena idea cuando es posible hacerlo. Como observadores, un tercero ve cosas que, con frecuencia, se le pasarían por alto al que está enfrascado en la consejería. A veces, por estar tan concentrados en la conversación, se nos escapan muchos datos. Podemos integrar un equipo con otro consejero o conducir un programa de preparación en el cual los estudiantes sean capaces de participar en las sesiones y hacer aportes que podrían ser lo más valioso en el proceso de instrucción.


Bibliografía.

“Instrucción mediante la consejería bíblica”, Wayne A. Mack, Capìtulo 14 del libro “La Consejería”, John MacArthur y la Facultad del Master´s College, Grupo Nelson, 2009.




04 Oct 2012