Estudio Bíblico

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La batalla de todo hijo de Dios (2a. parte).



LA BATALLA DE TODO HIJO DE DIOS.



La Palabra nos enseña que todo creyente tiene una batalla que librar porque:
• Necesitamos vestirnos de toda la armadura de Dios (Efe 6:10-18): si necesitamos una armadura es porque vamos a enfrentar una batalla.
• Las armas de nuestra milicia (ejército) no son carnales sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas (2 Cor 10:4-6): si hay fortalezas es porque hay enemigos agazapados en ellas.
• No importa contra quién ni la magnitud de la batalla que tenemos que librar, seremos más que vencedores en todas las cosas si nos mantenemos en El (Rom 8:31-39); tenemos la seguridad de la victoria en Cristo Jesús, no tenemos porque asustarnos (Fil 4:13, 1 Jn 4:4, 1 Jn 3:8). Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece, El no va a dejar que perdamos una batalla. Podremos enfrentar circunstancias y problemas pero no vamos a perder ninguna batalla. Mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo y para esto vino el Hijo de Dios, para destruir las obras del diablo.


Para librar una batalla de manera efectiva necesitamos (como todo ejército), identificar a nuestro enemigo.
• Notemos que la Palabra en Rom 8:31-39, Fil 4:13 y en otros pasajes nos enseña que para tener bendición y plenitud en nuestras vidas y ser más que vencedores, necesitamos estar en El, permanecer en El (Jn 15:5). Estar cubierto por El, permanecer todo el tiempo en El. Una cosa es tener la posición, y otra cosa es mantener la posición.
• En consecuencia, la primera batalla que necesitamos ganar es la de permanecer en El.
• El mundo, el diablo y la carne conspiran para sacarme de la permanencia en Cristo.
➢ Aún cuando el diablo es nuestro enemigo, no es el principal enemigo que tenemos. El principal enemigo que tenemos es la carne, porque ella es a la que el diablo usa para hacernos daños. Por lo tanto, la forma de derrotar al diablo es vencer la carne (lo dejamos sin aliado en contra nuestra, y con ello pierde todo su poder contra nosotros).
• La carne es realmente nuestro primer y prioritario enemigo que necesitamos vencer. El diablo ha tratado de desviar la atención hacia sí mismo y que batallemos contra él (siendo que es un enemigo derrotado previamente en la Cruz del Calvario y despojado, Col 2:13-15), para que el enemigo que tenemos dentro, que le permite atacarnos y hacernos tropezar a veces, quede intacto. Sin embargo la Palabra de Dios hace énfasis en que es la carne la que necesita ser vencida, derrotada, para poder derrotar las obras de las tinieblas contra nosotros.
• Ello está claramente indicado en la Palabra cuando Jesús, antes de ser apresado y crucificado les dijo a sus discípulos (Jn 14:30): ya viene el príncipe de este mundo pero nada tiene en mí, es decir, no me preocupo que él venga porque no tiene nada en mí. Y Jesús pudo decir esto porque había crucificado la carne, Su voluntad estaba sometida totalmente a la voluntad del Padre (Jn 4:34, Jn 5:30, Jn 6:38, Mat 6:120, Mat 26:42, etc.). Igual necesitamos hacer nosotros.


Como derrotar la carne.
• Jn 3:30: es necesario que El crezca y que nosotros mengüemos. No podemos entrar en la vida abundante si no morimos a nosotros mismos porque si no lo hacemos la vida abundante nos la va a robar el diablo a través de la carne.
• Como vimos la semana anterior, Rom 12:1-2, nos da la ruta de la victoria sobre la carne:
➢ Presentarnos en sacrificio vivo delante de Dios (la carne).
➢ Que renovemos nuestro entendimiento, que dejemos de pensar como el mundo piensa porque como pensamos, así viviremos (Prov 23:7), como pensamos así hacemos.
➢ Ninguno tenga más alto concepto de sí que el que deba tener.
• El diablo toca nuestra carne, para que pensemos y con ello se activa un concepto más alto de nosotros mismos que quiere ser gratificado. Es lo que dice 1 Jn 2:15-16: los deseos de la carne que se convierten en los deseos de los ojos (pensamientos) y terminan fortaleciendo la vanagloria de la vida.
• Y todo ello se puede resumir en dos palabras: voluntad propia.


¿En donde está el problema?
• El problema es el ejercicio de la voluntad propia (el yo, el ego) en lugar de la voluntad de Dios.
• Nosotros fuimos creados por Dios para hacer Su voluntad:
➢ Jesús:
• “mi comida es hacer la voluntad del Padre” (Jn 4:34).
• “hágase tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra” (Mat 6:10).
• “no se haga mi voluntad sino la tuya” (Mat 26:42).
➢ Heb 10:36: “para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa”.
➢ 1 Jn 5:14: “si pedimos conforme a Su voluntad, tendremos las peticiones que hayamos hecho”.
• La voluntad propia (yo, ego) se antepone a la voluntad de Dios porque pensamos que la voluntad de Dios no es tan agradable ni buena como lo que podemos obtener mediante la voluntad propia. Esta es una mentira surgida del mismísimo infierno, que hemos creído.
➢ De esa manera hacemos a la voluntad propia nuestro dios y le rendimos adoración cumpliendo sus mandatos.
➢ Efe 2:3: “todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”.
➢ Efe 5:17: “Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”


La voluntad propia.
• Lo que nos evita que permanezcamos en El es nuestra voluntad propia. La batalla contra la carne gira, entonces, alrededor de la voluntad propia (Mat 7:21.23).
➢ Lo que no abre la puerta del Reino es la voluntad de Dios.
➢ La que se opone a la voluntad de Dios no es la voluntad del diablo, sino nuestra voluntad propia.
➢ La naturaleza del pecado es hacer nuestra voluntad por encima de la voluntad de Dios.
➢ Por ello Dios no hace distinción de pecados. No hay pecados grandes ni pequeños porque en esencia todo pecado es poner mi voluntad encima o por encima de la voluntad de Dios. El pecado, en última instancia, no es la mentira, el robo, la violencia, la inmoralidad sexual, etc. Esa es la manifestación del pecado. El pecado esencialmente es hacer nuestra voluntad por encima de la voluntad de Dios.
➢ Por lo tanto nuestro problema fundamental es matar nuestra voluntad propia para hacer la voluntad de Dios, tal como nos lo enseñó Jesús en el Evangelio de Juan con tantas menciones a que para El lo esencial no era hacer Su voluntad sino la Voluntad del Padre.
• El camino de la obediencia a Dios es el camino de la bendición y de la plenitud de vida (Deut 28:1-14). Y la obediencia no es posible a menos que anulemos nuestra voluntad propia para hacer la Voluntad de Dios.


Evidencias de lo destructivo de la voluntad propia.
• Tres ejemplos:
➢ Isa 14:12-20 (Luzbel, el diablo).
• Dijo en su corazón: subiré al cielo, levantaré mi trono, me sentaré, subiré, seré semejante al Altísimo.
• Auto-estima, auto-satisfacción, auto-complacencia, auto-suficiencia, auto-gratificación, auto-merecimiento: en suma auto-adoración (voluntad propia).
• No solo son mentiras, son destructivas, auto-destructivas (la paga del pecado es muerte (Rom 6:23).
• Cayó del cielo, fue cortado por tierra, fue derribado hasta el Seol.
➢ Gen 3:1-24 (Adán y Eva).
• Las mentiras del diablo que Eva creyó: no moriréis, seréis como Dios.
• Vio la mujer que el árbol era bueno para comer (deseos de la carne), que era agradable a los ojos (deseos de los ojos), árbol codiciable para alcanzar sabiduría (la vanagloria de la vida) (1 Jun 2:15-16).
• Las mentiras del diablo apelaron, con éxito, a la auto-satisfacción, auto-realización, auto-estima, auto-suficiencia, auto-gratificación, auto-merecimiento: auto-adoración (voluntad propia).
• La mujer comió y dio a su marido.
• Miedo, vergüenza, se escondieron, enemistad entre ellos, enseñoreamiento, rebelión, dolor, enfermedad, muerte, maldición de la tierra.
• No solo fueron mentiras, creerlas fue auto-destructivo para ellos (la pago del pecado es muerte, (Rom 6:23).
➢ Gen 11:1-9 (la torre de Babel).
• Se dijeron unos a otros: hagamos, cozámoslo, edifiquemos, hagámonos un nombre.
• Auto-realización, auto-suficiencia, auto-estima, auto-suficiencia, auto-gratificación, auto-merecimiento: auto-adoración (voluntad propia).
• No solo son mentiras, son auto-destructivas (la paga del pecado es muerte, (Rom 6:23).
• Confusión de lenguas; no se entendieron, fueron esparcidos sobre la tierra, dejaron de edificar.


El proceso que el diablo usa para llevarnos al pecado es:
Mentira, voluntad propia, pecado y autodestrucción (Sant 1:12-15). La carne es atraída por un pensamiento que implícito trae una promesa (falsa, mentira) de placer, bienestar, satisfacción, complacencia, etc., que atrae nuestras pasiones de la carne, de los ojos o de vanagloria de la vida, que nos seduce y nos lleva al pecado, y de allí, la consecuencia es la muerte.


¿Como se manifiesta la voluntad propia?
• Todo lo que es auto-algo es producto de los pensamientos de nuestro corazón (Prov 23:7, Mat 15:11-18), y nuestro corazón es engañoso y perverso (contrario a Dios, inclinado más a lo malo que a lo bueno) más que todas las cosas (Jer 17:9).
➢ Auto-estima: valoración generalmente positiva de sí mismo.
➢ Auto-satisfacción: satisfacerse a sí mismo, darse gusto a sí mismo, cumplimiento del deseo o del gusto.
➢ Auto-complacencia: satisfacción de sí mismo, presunción, vanagloria.
➢ Auto-confianza: presunción y vana opinión de sí mismo, seguridad que alguien tiene en sí mismo.
➢ Auto-realización: satisfacción de sí mismo.
➢ Auto-ayuda: ayudarse a sí mismo, no requerir a la ayuda de nadie.
➢ Auto-suficiencia: no pedir, porque cree que no necesita, la ayuda de nadie.
• Todo lo que es auto-algo son las fortalezas (2 Cor 10:4-6) que el diablo estableció en nuestro corazón, que necesitan ser destruidas (porque como obras del diablo nos vienen a robar, matar y destruir –Jn 10:10-- los planes que Dios tiene para nosotros, que son planes de bien y de paz para que tengamos un futuro y una esperanza, Jer 29:11).
➢ Identificar, destruir, derribar, arrancar y arruinar (Jer 1:10) todo lo que significa auto-algo.
• Pensamientos.
• Argumentos.
• Sistemas de pensamiento.
• Todo lo que es auto-algo, en última instancia, es auto-adoración (contraria a la adoración a Dios, lo que hizo el diablo en el Edén, antes de su caída). Y la auto-adoración (que es idolatría), me lleva a la auto-destrucción (Jer 17:5-6).


La primera batalla que necesitamos librar y comenzar a ganar.
La primera batalla que necesitamos librar no es la batalla contra el diablo, sino contra nosotros mismos, contra la carne, contra las mentiras, argumentos y fortalezas que el diablo ha levantado en nosotros que se oponen al conocimiento de la Voluntad de Dios, y llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo (2 Cor 10:4-6). Hacer escogencia en nuestras decisiones que sean de acuerdo a la voluntad de Dios en lugar de nuestra propia voluntad. Sujetar la voluntad propia a la voluntad de Dios (Deut 30:19-20, Rom 12:2). El mundo hace de la voluntad propia un ídolo y la sigue en todo, en tanto que el verdadero creyente sujeta su voluntad propia a la voluntad de Dios (Jn 3:30).
La prosperidad, el éxito, la realización, el engrandecimiento de nuestros nombres, etc., si bien son la voluntad de Dios para sus hijos, ello no quiere decir que no implique condiciones. Y la condición de todo ello es la muerte del Yo, la sujeción de nuestra voluntad propia a la voluntad de Dios, la vida en obediencia. Sin esa muerte, sin esa sujeción, sin esa obediencia, todo lo que hagamos, aunque tenga alguna base bíblica, va a conducir a alimentar y fortalecer lo que tendríamos que estar matando: la carne. Salomón es un ejemplo de ello. En el libro de Eclesiastés, Salomón se separó de la vida de santidad, de la muerte del yo, de la obediencia a Dios, y se dedicó a la búsqueda del disfrute de todas las bendiciones que Dios le había dado: dinero, éxito, victoria, prosperidad, engrandecimiento de su nombre, y ¿qué pasó? Vanidad de vanidades, vanidades ilusorias, que no producen más que vacío a largo plazo.
Nosotros no nacimos para hacer nuestra voluntad independientemente de Dios, no nacimos para obedecer a nuestra voluntad propia sino para obedecer la voluntad de Dios. El verdadero éxito, la verdadera prosperidad, solo son cuando ya no vivimos nosotros sino que Cristo vive en nosotros (Gal 2:20) porque Cristo en nosotros, la esperanza de gloria. Solo la vida en Cristo es una vida de éxito, de prosperidad. Solo en la vida en Cristo hay verdadera plenitud de vida (Col 1:27).



06 Sep 2012
Referencia: Santificación.