Estudio Bíblico

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El propósito de Dios para nosotros (1).




Introducción.

Dios desea que vivamos una vida en abundancia (Jn 10:10, Prov 4:18, Mat 6:33).
Esa vida abundante solo es posible cuando estamos viviendo en la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta (Rom 12:2).
La voluntad de Dios implica, para cada uno de nosotros, una visión específica de lo que Dios quiere hacer con y a través de nosotros (Hab 2:2-4).
La falta de esa visión implica que nos perdamos del camino, de la voluntad de Dios y de la vida abundante (Prov 29.18, Ose 4:6).
Por lo tanto, necesitamos urgentemente, conocer la visión de Dios para nosotros y para nuestra vida en todos los ámbitos.

Para conocer la visión de Dios, antes que nada, necesitamos conocer dos cosas.
PRIMERO. Los propósitos generales de Dios para los y las creyentes porque la visión es lo que El quiere que cada uno de nosotros hagamos para cumplir con Sus propósitos generales..
SEGUNDO. El propósito específico de Dios para cada uno de nosotros, ya que la visión es el resumen de la forma específica, personal, individualizada, de cumplir con Sus propósitos generales (el cómo, donde, cuando, quienes, con qué), y viene dada por el equipamiento y diseño de Dios para cada uno de nosotros (Jer 29:11, Sal 139:13-16, Sal 33:13-15).



Los propósitos generales de Dios.

Hay varias formas de abordar este tema. Una de ellas es a partir de los dos más importantes mandamientos de Dios al hombre (Mat 22:36.40) que son el amar a Dios y el amar al prójimo con todo nuestro ser. Otra es a partir del propósito de Dios para la Iglesia manifestado en Efe 4:11-16, y también lo podemos abordar a partir de Jn 17:1-26 y Hch 2:41-47, que constituyen la base de lo que el Pastor Rick Warren enseña en su libro “Una vida con propósito”. Cada uno de esos enfoques, nos lleva, al final, a la misma conclusión, como lo veremos a continuación.

Dios nos conoció desde antes de la fundación del mundo (Efe 1:4) y nos creó (Sal 139:13-16) y predestinó para cumplir Su voluntad (Rom 8:28-29).



Los propósitos generales de Dios desde la perspectiva de Mat 22:36-40: el Gran Mandamiento.

Podemos, sin lugar a dudas, afirmar que los propósitos de Dios se encuentran indicados claramente en la pregunta que Jesús recibe de los fariseos respecto a cual es el principal mandamiento de la ley (Mat 22:36-40). Amarle a El y amar al prójimo con todo nuestro ser. Sin embargo la Palabra también claramente nos enseña que no podemos amar a Dios (y por ende al prójimo) si antes no hemos experimentado el amor de Dios hacia nosotros (Jn 3:16, 1 Jn 4:19). Nadie que no haya experimentado Su amor va a poder amarle a El y al prójimo que es el resumen de todos Sus propósitos (Mat 22:36-40). Por lo tanto, sin ningún lugar a dudas, podemos afirmar que el primer propósito de Dios, nuestro Padre, es DEJARNOS AMAR POR ÉL, el segundo es AMARLE A EL con todo nuestro ser, y el tercero es AMAR A NUESTRO PRÓJIMO igualmente.

Dejarnos amar por El implica, primero que nada, recibir la salvación que El compró a través de Cristo en la Cruz por nosotros (Jn 3:16) y desarrollar nuestra relación de hijos e hijas con El (Jn 1:12, Efe 1:17-19, Gal 4:1-2).

En lo que se refiere al segundo gran propósito, que le amemos a El, (Mat 22:37) la Palabra nos enseña claramente que implica acciones concretas de obediencia a Su Palabra (Jn 14:21, Jn 14:23), que, en lo que se refiere a El, podemos resumirlas, por lo menos, en cuatro cosas.
PRIMERO. Adorarle (Jn 4:23, Col 3:22-24). La adoración es un estilo de vida, no solo un tiempo de cantos y reconocimiento a Dios, sino una vida total vivida bajo Su Voluntad, haciendo todas las cosas que hacemos para agradarle a El, para Su Gloria.
SEGUNDO. Pertenecer plenamente a la familia de Dios. No solo ser su hijo o hija nominal, sino activa, participativamente. Cuando el Señor nos salva, inmediatamente nos integra a Su Cuerpo, para que seamos un miembro de El. En el cuerpo humano, todos los miembros trabajan activamente, ejercen una función, e igualmente en el cuerpo de Cristo (1 Cor 12). No hay miembro sin función, no hay miembro sin participación activa, no hay miembro sin desarrollar una actividad. No se trata solo de ir a los servicios o cultos, se trata de estar involucrado activamente en la vida y actividad de la Iglesia.
TERCERO. Que el carácter de Jesús (el mismo carácter de Dios) sea formado en nosotros (Rom 8:28-29). Que El crezca en nosotros y nosotros mengüemos (Jn 3:30). Que nuestra forma de pensar y vivir sea transformada del modo del mundo al modo de Dios (Rom 12:2, Efe 4:22-23). Que el fruto del Espíritu se manifieste plena y permanentemente en todos los instantes de nuestra vida (Gal 5:22-23). El ser amados por El y amarle, además de que Su carácter sea formado en nosotros, nos va a llevar a la obediencia a Su Palabra (Jn 14:21, Jn 14:23) y a la santidad sin la cual nadie verá al Señor (Heb 12:14, 1 Ped 1:13-18).
CUARTO. Que seamos buenos administradores (mayordomos) de todo lo que Dios nos ha dado (1 Ped 4:10-11, Gen 2:15), cuidándolo, desarrollándolo y usándolo conforme a sus propósitos (que lo disfrutemos -1 Tim
6:17- y para que bendigamos a otros –Rom 12:1-3, 2 Cor 9:10-11, 2 Cor 8:13-15-).
En resumen, podemos afirmar con claridad, de acuerdo a lo que nos enseña la Escritura, que los propósitos de Dios, en cuanto a amarle a El, son por lo menos, cuatro: ADORACIÓN, COMUNIÓN, CARÁCTER Y MAYORDOMÍA.

En la Palabra de Dios, amar al prójimo, tiene también formas concretas de manifestarse, que podemos resumir en cuatro.
PRIMERO. Amamos al prójimo cuando le evangelizamos (2 Cor 5:17-20). El evangelismo no es una opción para nosotros, es una asignación que nos ha sido dada a todos sin excepción (Mar 16:15-18), que está incluida en la Gran Comisión (Mat 28.18-20). Evangelizar es presentarle a las personas la oportunidad de reconocer a Jesús como el Señor de sus vidas (Rom 10:8-10), que incluye el reconocerle como Su Salvador.
SEGUNDO. Amamos al prójimo cuando le discipulamos (Mat 28.18-20, 2 Tim 2:2) es decir, le ayudamos, dando de gracia lo que de gracia hemos recibido, a desarrollar una relación dinámica, como hijo obediente, con el Padre (1 Ped 1.13-18).
TERCERO. Amamos al prójimo también, cuando le servimos con nuestras habilidades, capacidades y dones, ayudándolo a suplir sus necesidades –materiales, emocionales y/o espirituales- de alguna manera concreta. La Palabra es clara en el sentido de que servir a los demás necesita ser parte de nuestro estilo de vida (Mar 10.42-45).
CUARTO. Amamos al prójimo, y también a Dios, cuando nos involucramos en la transformación de nuestro entorno (actividades, relaciones con las personas y relaciones con las cosas que nos rodean), para traerlas bajo el Señorío de Cristo (Rom 8:19-21, Col 1:18-20), es decir, buscamos en todas nuestras actividades y relaciones, el Reino de Dios y Su justicia (Mat 6:33), que el Reino de Dios sea establecido plenamente en la tierra y Su voluntad sea hecha en la tierra, en todas las cosas, como es hecha en el cielo (Mat 6:10).
Es decir, que amar al prójimo implica por lo menos cuatro propósitos: EVANGELISMO, DISCIPULADO, SERVICIO Y TRANSFORMACIÓN.



Los propósitos generales de Dios desde la perspectiva de Efe 4:11-16: la función de la Iglesia.

El ser parte de la Iglesia supone, como punto de entrada, el tener una relación con Jesús, y por ende, por el Padre, es decir, ser salvo y estar creciendo en una relación de amor con El. El haber experimentado personalmente el SER AMADOS POR EL (Jn 3:16) y estar creciendo en la experimentación de ese amor (1 Jn 4:19).

A partir de ese fundamento, la Iglesia fue establecida por Dios para perfeccionar a los santos para la obra del ministerio. Este ministerio es el que nos indica 2 Cor 5:17-18: todos los nacidos de nuevos tenemos el ministerio de la reconciliación de todas las personas y las cosas con Dios (Col. 1:18-20), es decir, el EVANGELISMO (la reconciliación de las personas con Dios) y la TRANSFORMACIÓN (la reconciliación de todas nuestras actividades, relaciones personales y relaciones con las cosas, con Cristo, el establecimiento pleno del Reino de Dios sobre todo nuestro entorno (Mat 6:10, Mat 6:33), lo que implica el desarrollo de una apropiada MAYORDOMÍA de todas las cosas que Dios nos ha dado (1 Ped 4:10-11), haciendo todas las cosas como para Dios, es decir, vivir una vida constante de ADORACIÓN, en la cual Dios no solo sea el Centro de nuestra vida sino el todo de ella.

En segundo lugar, la Iglesia fue establecida para edificar el cuerpo de Cristo, es decir, desarrollar la COMUNIÓN de los hijos e hijas de Dios alrededor de su pertenencia a la familia de Dios y de sus funciones como cuerpo para alcanzar los propósitos de Dios en el mundo.

En tercer lugar, la Iglesia fue establecida para que todos los santos seamos instruídos hasta alcanzar la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, lo que implica el DISCIPULADO (enseñarles a guardar todas las cosas que os he mandado, Mat 28.18-20), hasta que todos lleguemos a la estatura del varón perfecto (el CARÁCTER de Cristo desarrollado en nosotros) y la plenitud de Cristo (SERVICIO, MINISTERIO).

Como podemos ver, en este enfoque también se encuentran contemplados los nueve propósitos que vimos en el enfoque desde la perspectiva de Mat 22:36-40, es decir:
Ser amado por Dios.
Adoración.
Comunión.
Carácter.
Mayordomía.
Evangelismo.
Discipulado.
Servicio.
Transformación.



Los propósitos de Dios desde la perspectiva de Jn 17:1-26 y Hch 2:41-47 (“Una vida con propósito”).

En su Libro “Una vida con propósito”, el Pastor Rick Warren encuentra, a partir de Jn 17:1-26 y Hch 2:41-47, cinco propósitos que en esencia, no contradicen los nueve que hemos mencionado anteriormente, sino que los resumen, como veremos a continuación.

A partir de Jn 17:1-26, el define cinco propósitos del creyente en su vida cristiana:
Vrs. 3: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste” (ADORACIÓN).
Vrs. 6: “He manifestado Tu Nombre a los hombres del mundo que me diste” (EVANGELISMO).
Vrs. 8: “Porque las Palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron” (DISCIPULADO).
Vrs. 11: “Para que sean uno, así como nosotros” ( COMUNIÓN).
Vrs. 18: “Como Tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (SERVICIO).

En Hch 2:41.47, él identifica los mismos cinco propósitos:
Vrs. 47: “Alabando a Dios” (ADORACIÓN).
Vrs. 41: “Recibieron Su Palabra” (EVANGELISMO).
Vrs. 42: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles” (DISCIPULADO).
Vrs. 41: “Fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” (COMUNIÓN).
Vrs. 45: “Y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno” (SERVICIO).

Ahora bien, los cinco propósitos, necesariamente, inician en el hecho de ser AMADOS POR DIOS (1 Jn 4:19), en ser el objeto de su amor (propósito que el Pastor Warren incluye dentro del de ADORACIÓN). El propósito de discipulado se refiere al que nosotros hemos identificado como el ser formados conforme al CARÁCTER de Cristo, En el propósito de SERVICIO él incluye no solo el servicio, sino el DISCIPULADO a otros (Mat 28:18-20). El propósito de COMUNIÓN y el propósito de EVANGELISMO son similares en los tres enfoques, y aún cuando él no explicita los propósitos de MAYORDOMÍA y TRANSFORMACIÓN en su enfoque, están implícitos en ellos, como un resultado de aplicar los cinco propósitos que él define.



Conclusión.

En conclusión, y basados en los tres diferentes enfoques acerca de los propósitos de Dios para nuestras vidas (Mat 22:36-40, Efe 4:11-16, Jn 17:1-26, Hch 2:41.47), podemos decir, sin lugar a dudas, que esos propósitos son, por lo menos, los siguientes:
1) Ser AMADOS POR DIOS (salvación y desarrollar nuestra relación Padre-hijo con El).
2) AMAR A DIOS con todo nuestro ser, que implica:
a. ADORACIÓN (una vida totalmente dedicada, consagrada, a Dios).
b. COMUNIÓN (formar parte activa, dinámica, de la vida de la familia de Dios).
c. CARÁCTER (que el carácter de Cristo, a través de todas las experiencias de nuestra vida, sea formado en nosotros).
d. MAYORDOMÍA (administrar todas las cosas que Dios nos ha dado –materiales, habilidades, capacidades, oportunidades, etc.-, para Su gloria).
3) AMAR A NUESTRO PRÓJIMO con todo nuestro ser, que implica:
a. EVANGELISMO (presentarles a Cristo como Señor y Salvador).
b. DISCIPULADO (enseñarles a guardar todo lo que El nos ha mandado).
c. SERVICIO (suplir sus necesidades conforme a nuestras habilidades, dones, talentos, capacidades y recursos).
d. TRANSFORMACIÓN (establecer el Reino de Dios y su Justicia en todas nuestras actividades y relaciones con las personas y con las cosas).

14 Mayo 2012