Estudio Bíblico

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Módulo 204. Cosmovisión Bíblica.



COSMOVISIONES OCCIDENTALES Y COSMOVISIÓN BÍBLICA.



En el mundo existen dos grandes grupos de cosmovisiones. Por un lado están las cosmovisiones que tienen su origen en la parte oriental del mundo y por el otro lado las que tienen su origen en la parte occidental del mundo.



Cosmovisiones orientales.

Las cosmovisiones que tiene su origen en la parte oriental del mundo (el Medio Oriente y el Oriente –Asia--) ponen a Dios (cualquiera que sea la idea de Dios que tengan) como el centro de todo lo que es y existe, y ello implica al ser humano. Dios es un Dios personal, creador y conservador del mundo y del ser humano, que se revela a éste y que implica la dependencia, la obediencia y la reverencia del ser humano hacia El. Esta es la forma de pensamiento a partir de la cual se desarrollan todos los sistemas de pensamiento religioso del mundo, y la que el Dios Verdadero, el Dios de la Biblia, escogió para revelarse a nosotros, los seres humanos, y por lo tanto, la forma a partir de la cual se desarrolló, y deberíamos interpretar, la Biblia para hacer una interpretación coherente con el pensamiento de Su Autor (Dios) y vivir de una manera coherente con nuestra fe y Su voluntad para nosotros.



Cosmovisión Bíblica.

La cosmovisión bíblica es la forma en la cual Dios, el Verdadero, el Creador de todo lo que es (Gen 1.1), concibe el universo, la vida y nuestra vida (Jn 5:39, Jn 14:6). Las características primordiales de la cosmovisión bíblica son:
 El es el centro de todas las cosas y las personas (Rom 11:36, Heb 1:3, Sal 24:1) y bajo cuya dirección y voluntad deben estar todas ellas (Col 1:18-20, Efe 1:9-10, Mat 6:10) y manifestar Su Gloria (Sal 19:1, Col 3:22-24).
 Si El es el centro de todas las cosas, la historia es la historia de El y de su relación con el mundo que ha creado (personas y cosas, Hch 17:26-28).
 El objetivo de la vida, entonces, es vivir bajo sus principios, para vivir en el más alto grado de satisfacción, bienestar y efectividad posibles (Gen 1:26-28, Jn 10:10b, Mat 6:33, Sal 1:1-3, Jos 1:8, etc.).

Esta cosmovisión fue la cosmovisión bajo la que la Iglesia Cristiana cimentó su crecimiento en los primeros siglos después de Cristo, y determinó la influencia de la ética judeo-cristiana en todos los países del mundo occidental, y que la Reforma Protestante retomó, y la iglesia cristiana sostuvo firmemente hasta finales del siglo XIX, pero fue siendo permeada por la cosmovisión derivada de la filosofía griega (las cosmovisiones de la parte occidental del mundo) hasta el punto de que en este tiempo es sostenida solamente por una mínima parte de los cristianos en el mundo.



Cosmovisiones occidentales.

Las cosmovisiones que tiene su origen en la parte occidental del mundo –Europa y América-- tienen su origen en la filosofía griega de la que Sócrates, Platón y Aristóteles son los exponentes más conocidos (y que fue difundida a todo el mundo occidental por el imperio romano), y quienes sentaron las bases a partir de las cuales se desarrollarían todos los sistemas de pensamiento y filosofías que, en mayor o menor grado, ponen al ser humano como el centro de todo lo que es y existe.

Las cosmovisiones de este tipo, aún cuando pueden considerar la existencia de Dios, lo consideran como mero espectador pasivo de la vida, que dotó al ser humano de “libre albedrío” para que dirigiera el mundo de acuerdo a su voluntad y criterio. Por lo tanto el ser humano es el agente activo, el determinante en todo lo que ocurre. Por ello, este tipo o forma de cosmovisiones y/o pensamientos es esencialmente humanista.

La filosofía griega y la cosmovisión derivada de ella, a pesar de existir desde antes de los tiempos de Cristo, tuvieron una influencia limitada en la forma de concebir la vida, el universo y Dios en el mundo hasta el siglo XXVII y XVIII en que son retomadas por la Ilustración y se incrementa en cierta medida su influencia en algunos círculos intelectuales. Posteriormente, en la última década del siglo XIX, reciben un fuerte impulso cuando emergen las estructuras sistemáticas de la mayoría de las ciencias y del método científico, el racionalismo, el darwinismo, el marxismo, el liberalismo y el humanismo, que apuntan en mayor o menor grado, a socavar la cosmovisión bíblica, logrando parcialmente su objetivo en la década de los 1960´s, cuando Dios es, literalmente, echado fuera del gobierno, la educación, la legislación, la justicia y las vidas personales y familiares de una gran masa de ciudadanos de los países del mundo occidental, olvidando las raíces, los fundamentos, los cimientos, los principios, que mantuvieron sus sociedades relativamente libres de las pandemias del siglo XX y XXI: la pobreza extrema, la violencia, la delincuencia, la desintegración familiar, la inmoralidad en todos los ámbitos –sexual, negocios, política, arte, etc.--,

A pesar de su oposición a la cosmovisión bíblica, y dada su influencia en todos los ámbitos de la vida, son fundamentalmente la forma de cosmovisión desde la cual nosotros, los cristianos del tiempo presente, en su mayor parte, interpretamos a Dios, el universo, la vida y la Biblia, y en consecuencia, aún en el ámbito del cristianismo.
 El racionalismo se convierte en la forma de pensamiento dominante y en la única prueba de la verdad, de tal manera que si no hay una explicación racional de las cosas, estas se descartan, y ello aplica a lo sobrenatural, los milagros, la Biblia y sus contenidos.
 El campo espiritual entra en el campo de lo personal, privado; en tanto que todo lo demás (lo natural y lo social) pertenece al campo de lo racional, “científico”.
 El campo de lo “sobrenatural” (lo “ilógico”, lo “irracional” según esta forma de pensamiento), se deja en manos de la religión (“fanatismo”, “el opio de los pueblos”, “ignorancia” según esta forma de pensamiento), de tal manera que, en la práctica, se consideran dos causas separas de las cosas: espirituales (el mundo de la religión) y naturales (el mundo de la ciencia, del trabajo, de los negocios, de la política, del arte, de la cultura, del desarrollo, etc.).
 Se deja de lado a Dios como Creador y Rector de lo natural y de lo social (Gen 1:1, Rom 11:36, Heb 11:3) y solo se le atribuye una influencia determinante en lo espiritual y en el más allá (“cuando allá se pase lista”).
 Surge el paradigma de la separación de Dios (se dice de la Iglesia pero en realidad es de Dios) y lo político (gobierno, legislación, justicia), en contra de lo que la Biblia declara en Rom 13:1-7.
 Surge la educación “laica” (que en realidad es una educación sin enseñanza ética).
 Cambia la perspectiva del pecado: se comienza a ver como una enfermedad y, por ello, en cierto grado aceptable o por lo menos tolerable. Ya no se es culpable por él delante de Dios sino que es el resultado de la formación recibida de los padres, las circunstancias y/o el ambiente (Freud), y por ende, ya no es posible argumentar acerca de lo que es bueno o malo en general, sino que ello pasa a depender de cada persona (si me es útil, agradable o aceptable es bueno; si no, es malo; la ética situacional, el relativismo moral) (Isa 5:20, Rom 1:18-31).

Es en medio de este ambiente filosófico, que permea toda la sociedad occidental y todos los campos del conocimiento, que surge la teología como ciencia sistemática, y dentro de ese campo, algunos teólogos, formados dentro del racionalismo, cuyo peso ha sido bastante grande dentro del campo teológico, principalmente en los seminarios e instituciones especializadas en la enseñanza.

Esta tendencia ha sido reconocida por Lewis Chafer (fundador y primer presidente del Seminario Teológico de Dallas, y escritor de uno de los tratados de Teología Sistemática más estudiados en el mundo cristiano, de “sustituir la teología por la filosofía, la sicología y la sociología” (pág. ix, del Prólogo). La definición de teología sistemática, en sí misma, conlleva este problema, porque se define como “el coleccionar científicamente (entendido esto como el método científico racionalista de ver y entender racionalmente), ordenar, comparar, exhibir, y defender todas las verdades de todas y cada una de las fuentes en relación a Dios y a sus obras” (pag. xi, del Prólogo).

Al utilizar el método científico, no la revelación, se cae en el racionalismo, porque la esencia del método científico es precisamente racionalista. Si no se puede explicar racionalmente, se desecha (de ahí surge que la teología sistemática tradicional no considera, más bien rechaza y refunde en el pasado, temas bíblicos que en la experiencia de la iglesia pentecostal son presentes, como los dones del Espíritu Santo (1 Cor 12:8-10), los cinco ministerios (Efe 4:11-13), los milagros y las sanidades, etc.).

Desafortunadamente, mucha de nuestra doctrina actual en la iglesia, nuestra concepción de la vida cristiana y del papel del cristiano en la vida, del ministerio, etc., está influida directamente por las formas de cosmovisión occidental (la enseñanza de la prosperidad y el éxito, la confesión positiva, el Evangelio de la Salvación –en contraposición al Evangelio del Reino-, la profecía “motivacional”, etc.) o por las doctrinas derivadas de la teología racionalista, que en un poco más de 100 años, cambiaron la perspectiva desde la cual la Iglesia interpretó siempre, desde sus orígenes, la Biblia.

Como lo enseña John Stott, el teólogo más renombrados y uno de los escritores cristianos más reconocidos en su libro “La fe cristiana frente a los desafíos contemporáneos”, al utilizar esta forma de cosmovisión para interpretar la Biblia, que es una base errónea de interpretación, necesariamente se cometen errores (lo que se siembra, se cosecha). Si interpretamos la Biblia bajo una óptica o cosmovisión diferente a la de Su Autor (Dios), entonces vamos a cometer errores en la forma de vivir nuestras vidas (Dios es el Creador, Dador y Diseñador de la vida) y no vamos a alcanzar los resultados que El ha establecido (Jn 10:10, 3 Jn 2, Prov 4:18, Jer 29:11).

Algunos de esos errores implican temas fundamentales para la calidad y orientación de la vida, tales como la determinación de quienes somos, que tenemos, cuál es nuestro propósito en la vida y que es lo que Dios quiere de nosotros (Efe 1:17-23). Por ello la Biblia constantemente, a todo lo largo de ella, nos manda a vivir “sumergidos” (valorar, meditar, reflexionar, tener en ella nuestra delicia, conocer, entender, atesorar y practicar) todo el tiempo en la Palabra de Dios (Deut 6:1-10, Sal 1.1-3, Jos 1:8, Efe 4:22-24, 3 Jn 2, Sal 119, Luc 6:46-49, Rom 12:2, 2 Tim 3:16-17, etc.).

Prueba de ello son las dicotomías (contradicciones, polos opuestos, separaciones) con las que luchamos todo el tiempo, no solo en el mundo no cristiano sino también en el mundo cristiano (nuestra concepción de lo que implica el cristianismo, la iglesia, la misión como creyentes, etc.), algunas de las cuales son:
 El mundo espiritual separado del mundo natural.
 La fe, la revelación y las creencias separadas de la razón, la observación y el conocimiento.
 La religión separada de la ciencia.
 La Iglesia (Dios) separada del Estado.
 El trabajo espiritual separado del trabajo secular.
 La vida privada y los valores separados de la vida pública y los hechos.



31 Ene 2012