Estudio Bíblico

Inicio > Estudio

Módulo 201. Naturaleza y carácter de la iglesia.



CARACTERÍSTICAS DE LA IGLESIA EN RELACIÓN A LO SOBRENATURAL.



La Iglesia es la más poderosa creación de Dios.

Mat 16:18-19: Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.

Efe 1:18-23: “alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Siendo la iglesia, por lo que evidencian los versículos anteriores además de muchos otros en la Palabra de Dios (Mat 28:18-20, Rom 8:19-21, 2 Cor 10:3-6, Efe 6:10-20, etc.), la creación más poderosa de Dios, solo debajo de sí mismo, y teniendo como función la de recuperar para Cristo todo lo que el diablo ha robado, usurpado, destruído, etc.:

Heb 10:12-14: “pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.”

Entonces es lógico suponer que la estrategia del diablo, que solo tiene la mentira como arma, después de haber sido despojado de todo en la Cruz del Calvario por Cristo (Col 2:15) es la de hacer creer a la Iglesia las mentiras que sean necesarias para neutralizar ese gran poder y seguir robando, destruyendo, usurpando. Y eso es exactamente lo que a lo largo de dos mil años ha estado haciendo, con relativo éxito: neutralizar y/o minimizar el poder de la iglesia para que no afecte o afecte en lo mínimo sus demoníacos intereses. De esa cuenta, la iglesia ha pasado:

• De ser una iglesia guerrera contra el diablo (Efe 3:10-11) a una pasiva, que muchas veces ni siquiera cree en la existencia y actividad demoníaca.

• De una iglesia que penetraba en el mundo para transformarlo (Hch 17:6) en una iglesia encerrada en cuatro paredes sin relación con el mundo por el peligro de contaminación (otra mentira del diablo porque mayor es el que está en mi que el que está en el mundo –1 Jn 4:4--).

• De ser una iglesia presente en medio de la sociedad a ser una iglesia ausente de la sociedad (de ir y hacer discípulos –Mat 28:18-20-- a vengan y sean salvos).

• De una iglesia poderosa en milagros, señales, sanidades, liberaciones, etc., (Hch 2:43) a una iglesia en la que una buena parte de sus miembros no cree en la vigencia de los dones y ministerios hoy (doctrina cesacionista).

• De una iglesia enfocada en programas y proyectos para alcanzar y transformar el mundo a una iglesia entretenida en un montón de programas y proyectos para sus miembros.



Sobrenatural.

“Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.” (Efe 1:15-23).

La Iglesia es la plenitud de Cristo, y no solo en algunas cosas, la plenitud total de Cristo, y ello implica, entonces, hacer los milagros y señales que Cristo hacía y aún mayores (Jn 14:12).

“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.”

La Iglesia no fue constituida por Jesús como una institución del mundo natural, sino como un organismo vivo que vive en dos mundos al mismo tiempo: en el mundo natural, y en el mundo espiritual, que está por encima del mundo natural. Ello implica que la Iglesia, como organismo es sobrenatural, y por lo tanto, sus actividades, como manifestación de su naturaleza, también deben ser tanto naturales como sobrenaturales (salvación, sanidad, milagros, señales, maravillas y prodigios). Así como Jesús manifestó esa sobrenaturalidad en su ministerio terrenal por la unción del Espíritu Santo (Luc 4:18-19), de la misma manera lo debe manifestar la Iglesia, como Cuerpo de Cristo, no solo como parte de su naturaleza, sino como un mandamiento que Jesús le dejó claramente establecido (Jn 14:12), para lo cual la equipo con dones que El repartió, reparte y repartirá a cada uno de los miembros de la iglesia (1 Cor 12), para hacer la obra que El le delegó a la Iglesia (Mat 28.18-20).

Lo normal, natural en la iglesia necesitaría ser lo sobrenatural, como manifestación clara y evidente que es la enviada por el Dios Todopoderoso al mundo para llenarlo todo (Efe 1:15-23). Por ello, la Iglesia del Libro de Hechos clamaba que les fuera dado denuedo para predicar la Palabra mientras que Dios confirmaba Su Palabra por medio de sanidades, milagros, maravillas y señales (Hch 4:29-31), y como es claramente manifiesto en el Libro de Hechos, Dios respondió a ambas peticiones: les dio denuedo para predicar la Palabra y confirmó esa predicación con señales sobrenaturales, y lo mismo necesitaría estar sucediendo ahora por cuanto que el mismo Señor nos dejó escrito en Su Palabra que la vida del justo (en este caso, la Iglesia como la suma de los justos) es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto (Prov 4:18) y que la gloria de la casa postrera (la iglesia de hoy) será mayor que la gloria de la casa primera (la Iglesia del Libro de los Hechos) (Hag 2:9, Hch 3.21).

En suma, la Iglesia necesita creer y orar por sanidades, milagros y señales en su quehacer diario, y desarrollar su conocimiento acerca de los dones espirituales, procurarlos y ponerlos en práctica (1 Cor 12.1, 1 Cor 12:31, 1 Cor 14:1).



Oración perseverante.

Otra cosa que caracteriza la naturaleza de la Iglesia es la íntima comunión con Jesús, Su Cabeza, y con Su Padre, lo que no es otra cosa que la oración constante y perseverante, sin cesar, en todo lugar, en todo tiempo:


1 Tes 5:17. “Orad sin cesar.”

1 Tim 2:8 “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.”

Luc 21:36. “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.”

Jesús mismo lo hacía, como nos enseña la Palabra en multitud de pasajes. Y si Jesús lo hacía y era parte de Su ministerio terrenal, nosotros, igualmente, como Su Cuerpo, necesitamos hacerlo también. La Iglesia de Hechos lo reconoció de esa manera, por eso ellos también oraban constantemente y con denuedo.



Alabanza y adoración significativas.

1 Tes 5:18. “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”

Sal 100:4. “Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre.”

Sal 103:1-2. “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.”

1 Cro 16:23-27. “Cantad a Jehová toda la tierra, proclamad de día en día su salvación. Cantad entre las gentes su gloria, y en todos los pueblos sus maravillas. Porque grande es Jehová, y digno de suprema alabanza, y de ser temido sobre todos los dioses. Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; mas Jehová hizo los cielos. Alabanza y magnificencia delante de él;
Poder y alegría en su morada.”

Jn 4:23. “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.”


1 Cro 16:25 nos enseña que Dios es digno de suprema alabanza. Una suprema alabanza es una alabanza significativa. Igualmente el Sal 103 nos enseña que nuestra alma bendiga a Jehová no olvidando ninguno de sus beneficios. También en Jn 4:23 Jesús nos enseña que Dios anda buscando adoradores en espíritu y en verdad, adoradores significativos. Estos tres pasajes son suficientes para indicarnos claramente que Dios espera de nosotros no una alabanza cualquiera, no simplemente una alabanza y una adoración, sino una alabanza y adoración significativas, resultantes de un corazón que entiende y agradece todo lo que Dios ha hecho por él o ella. De un corazón profundamente agradecido por el amor, la misericordia, la gracia, el favor y la bendición de Dios en todas sus manifestaciones diarias, constantes.





27 Ene 2012