Estudio Bíblico

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Módulo 115. Vida laboral.



TEMA No. 11.
EL TERCER ENEMIGO: EL DESORDEN (FALTA DE PLANIFICACIÓN Y PROGRAMACIÓN.



Introducción (Sal 90:10, 12; Jn 9:4).
El tiempo para preparar nuestro corazón para el encuentro con Dios es limitado.
Por lo tanto, el tiempo, como no es un recurso renovable y además es escaso, es valioso.
Hay que priorizar su uso. Dios nos va a pedir cuentas del uso que le dimos (Col 4:5, Efe 5:15-16). Es un recurso que El nos ha dado (El fijo nuestro tiempo de vida, Sal 139) para usarlo para Su Gloria, no para la nuestra.



La Ley de Paretto y el tiempo.

Usualmente utilizamos el 80% de nuestro tiempo para las cosas menos importantes (emergencias) y el 20% para las cosas más importantes (prioridades, asuntos esenciales).
Como resultado, terminamos sobrecargados de tareas, y nuestro trabajo se desordena.
El desorden: la pre-condición que el enemigo pretende crear a nuestro alrededor para robarnos, y eso incluye el uso del tiempo.

Necesitamos planear y programar el uso de nuestro tiempo.
Si nosotros no manejamos nuestro tiempo, bajo la dirección del Espíritu Santo, otro lo va a manejar (el enemigo).



Principios básicos para ordenar el uso de nuestro tiempo.
Primero, principios (hay que clarificarlos).
Segundo, valores (también hay que clarificarlos).
Tercero, horario (asignarlo de acuerdo a esos principios y valores).
Tener claridad en la necesidad de la planificación y programación de nuestro tiempo (administrarlo, Mat 25:14-30).
Ecle 3:1-10. Hay un tiempo para cada cosa y en cada cosa el tiempo hay que optimizarlo para obtener los mejores resultados para El, los demás y nosotros.
Ecle 3:11. Dios hace hermosas todas las cosas en Su tiempo (“kairos”) no en nuestro tiempo (“cronos).



La programación del tiempo.
Usar una agenda siempre.
Eliminar de nuestra vida las actividades que no le agradan a Dios (que no son prioridades para El), y destinarlo para Sus prioridades).
Anotar el tiempo para las actividades claves y prioritarias de cada día (no negociable): relación con Dios, el cónyuge y los hijos; trabajo prioritario; tiempo para resolver emergencias (lo mejor en este caso, si nos es posible, delegar la atención de emergencias en otra persona a la que solo orientemos y supervisemos).
Cualquier actividad no prioritaria, encajarla en los espacios que queden disponibles.
Usar al máximo el tiempo pero sin sobrecargarnos ni obsesionarnos (para muchos, la agenda sobrecargada es una forma errónea de ganar aceptación, status).
No comprometernos en ninguna actividad que no encaje dentro de esta programación (no hacer compromisos sin tener la agenda a mano para determinar la disponibilidad del tiempo, aprender a decir no).
Cumplir con la programación de la agenda.



Dos observaciones importantes.
Trabajar por el motivo correcto: desarrollar la imagen de Dios en nosotros y reconciliar todas las cosas con Dios (expandir el Reino de Dios). Distribuír el tiempo entre vida y trabajo; no son lo mismo. Ni trabajar para vivir, ni vivir para trabajar.
Aprender a trabajar en equipo y delegar (no somos la orquesta, solo uno de los músicos). Si queremos ser la orquesta, ello es egocentrismo y/o sobrevalorar nuestros dones y/o menospreciar los de los demás. Si no lo hacemos, puede ser contraproducente: frutos menores o sin fruto (lo bueno nuestro puede ser enemigo de lo mejor de El).

25 Ene 2012