Estudio Bíblico

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Módulo 114. Finanzas personales.



VENCIENDO LA INFLUENCIA DE MAMMON EN NUESTRAS FINANZAS.


Hasta aquí hemos enunciado, reconocido y analizado cada uno de los comportamientos pecaminosos y/o carnales más comunes y reincidentes en el manejo de nuestras finanzas personales y familiares, así como de los bienes, dinero y riquezas que Dios nos ha confiado para que los administremos en Su Nombre y para la gloria de El.

Pero una exposición de los pecados y patrones carnales no estaría bien hecha si juntamente con ella no acompañamos los remedios bíblicos para toda esa gama de situaciones. Porque esos pecados y esos patrones son vencibles a través de lo que Cristo hizo por nosotros en la Cruz, por la Palabra de Dios sembrada en nuestro corazón y por el Poder del Espíritu Santo que la vuelve acción y “rhema” que transforma nuestro entendimiento, renovándolo para comprobar la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios para nosotros”.

Así como la Palabra de Dios nos expone el patrón de conducta carnal, también nos expone la solución: renovar nuestra perspectiva de la vida y de los bienes materiales, ajustándolos a la perspectiva de Dios (Rom 12:2).

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Rom 12:1-2).

“como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.” (1 Ped 1.14-21).

“Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” (Efe 4:17-24).


Para ello, en primer lugar, necesitamos:

a) Tener una perspectiva correcta de la vida, los bienes, las riquezas y el dinero: aunque Dios nos da todas las cosas para que las disfrutemos,

“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.” (1 Tim 6:17).

la esencia de la vida no consiste en la abundancia de los bienes que poseemos.

“Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” (Luc 12:15).

En consecuencia, “teniendo sustento y abrigo (nuestras necesidades básicas satisfechas) estemos contentos con eso”.

“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” (1 Tim 6:6-10).

“Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Fil 4:12-13).

b) Tener una identidad correcta (“¿No valéis vosotros mucho más que ellas”?): como hijos de Dios que somos:

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (Jn 1:12-13).
“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.” (Rom 8:16-17).

c) Tener una perspectiva correcta de Dios como Padre: así como un padre natural se preocupa por cubrir las necesidades de sus hijos de la mejor manera posible, Dios hará lo mismo solo que mucho mejor

“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros,
así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.” (Mat 7:11-12).

La ventaja con el Señor es que El no nos pone un límite de edad para ello (como las ofertas de empleo de las empresas), ni tiene limitaciones para los recursos que puede invertir para satisfacer nuestras necesidades, puesto que El es el dueño de todo el oro y de toda la plata del mundo y de todo lo que existe. Y lo que no existe, lo puede crear para nosotros:

“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” (Fil 4:19),

“Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos.” (Hag 2:8).

“De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos.” (Sal 24:1-2).

“porque nada hay imposible para Dios.” (Luc 1:37).

d) Fe en que El Señor es la fuente de la que derivan todos los satisfactores para nuestras necesidades (las demás cosas o canales que Dios puede usar para suplir nuestras necesidades son solo eso: “canales” y si uno no está disponible Dios no está limitado solo a ese canal) y que El suplirá todas nuestras necesidades: El sabe de lo que tenemos necesidad y El es nuestro proveedor y nada nos faltará (Sal 23). Por lo tanto, podemos vivir confiados en que El, a su tiempo, lo hará mucho más abundantemente de lo que necesitamos y que El tiene para nosotros planes de bienestar para darnos un futuro y una esperanza:

“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.• (3 Jn 2).

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará”. (Sal 1:1-3).

“Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,...” (Efe 3:20).

“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jer 29:11).

e) Desarrollar una mentalidad de administrador: todo lo que tenemos es un regalo de Dios porque nada hemos traído a este mundo, y tampoco sacaremos nada de aquí. En consecuencia, nada de lo que tenemos es nuestro, todo es de El y si es de El, entonces El mismo es quién lo cuida. Si algo nos es robado, quitado o estropeado y Dios quiere que lo tengamos, El lo va a remplazar.

“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 7porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.” (1 Tim 6:6-8).

“De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan.” (Sal 24:1).

“Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.” (Sal 121:1-2).

“Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño.” (Sal 127:1-2).

“Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado. Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.” (Joel 2:25-27).

Podemos vivir confiadamente en que Dios hará lo que ha dicho que va a hacer. En nuestra vida hemos de tener una infinidad de ejemplos de Su fidelidad, pero para muestra, un botón: cuando nacimos no trajimos nada a este mundo, venimos totalmente desnudos y sin ninguna cosa nuestra. Hoy sin embargo, de una u otra manera, tenemos ya regular cantidad o muchas cosas que El ha provisto para nosotros. Si lo ha hecho de nuestro nacimiento a esta parte de nuestra vida, podemos estar seguros de que lo seguirá haciendo con fidelidad el resto de nuestra vida.



Acciones concretas.

• Necesitamos situar el dinero, los bienes y las riquezas en su verdadero lugar como un medio y no como un fin en sí mismo. Si el dinero es el factor determinante para que hagamos o dejemos de hacer algo, ello signifique que estamos en venta y es seguro que el diablo va a averiguar nuestro precio.
• El dinero es inocuo (ni bueno ni mal, neutral), y no tiene poder. El problema no está en el dinero sino en nuestro corazón.
• Hasta que no nos demos cuenta de la impotencia del dinero no estaremos libres de desearlo ni de la influencia y dominio del espíritu que está detrás de él.
• El dinero nunca tuvo el propósito de ser nuestro amo, sino nuestro esclavo para servirnos. Cuando Dios es mi fuente, entonces el dinero se convierte en mi esclavo para ser usado al servicio del Reino de Dios.
• El dinero debe ser un medio para servir a Dios, que es el fin o la meta (el diezmo y las ofrendas son los métodos de Dios para despojarnos de la influencia del espíritu de mamón en el dinero).
• Un esclavo rinde cuentas a su amo. Si nosotros somos los amos del dinero (y no al revés), nosotros dirigimos su actividad y sabemos donde se encuentra en todo momento.
• Para poder servir verdaderamente a Dios, uno debe renunciar totalmente a mamón y no tener nada que ver con él. El verdadero poder detrás de la provisión para cualquier necesidad y del dinero en nuestra vida tiene que ser de Dios. De lo contrario el poder lo tiene mamón.

• Arrepentimiento. Si nos hemos percatado que nuestra actitud ha sido influenciada por mammón, necesitamos arrepentirnos de haberle dado lugar al diablo en esa área de nuestra vida y regresarla al control del Unico que debe tenerlo: Nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo. Para ello, necesitamos:
o Experimentar un cambio de pensamiento respecto al dinero: nuestro verdadero proveedor y seguridad debe ser el Señor, no el dinero, las riquezas ni los bienes.
o Experimentar un cambio de sentimientos: dejar de poner nuestra seguridad, valor y felicidad en el dinero, los bienes y las riquezas, dejando de amarlas (dar nuestra vida para conseguirlas). Poner todo nuestro amor únicamente en Dios.
o Experimentar un cambio de voluntad: convertirnos en dadores en lugar de gastadores o atesoradores de dinero, riquezas y bienes.

• Necesitamos disponer nuestro corazón, nuestra mente y nuestras acciones para vivir como dueños de nada, administradores de todo.
o Considerar lo que tenemos como un regalo de Dios.
o Considerar que nuestras necesidades son satisfechas por Dios no por nuestro esfuerzo.
o Nuestras posesiones (bienes y dinero) son cuidadas por Dios. Si algo nos es robado, quitado o estropeado y Dios quiere que lo tengamos, El nos lo repondrá.
o Servir al Reino de Dios con las finanzas. No podemos servir a Dios sin ellas. Nuestras posesiones deben estar siempre disponibles para ser usadas por otros, de acuerdo a la dirección del Señor.

• Como administradores cuidadosos de los bienes que Dios ha puesto a nuestra disposición, vamos a necesitar ejercitar la autodisciplina y el dominio propio en esa área específicamente. Y para ello, algunas de las cosas que vamos a necesitar hacer son:
o Definir por anticipado y a largo plazo el nivel de vida que deseamos tener, y que este sea sobrio (cubrir nuestras necesidades y comodidades básicas), y una vez definido, no salirnos de esas definiciones por ninguna circunstancias.
o Entender que la fe en Dios como nuestro proveedor y la planificación del uso que le vamos a dar a los recursos que El nos provea no son de ninguna manera opuestas sino complementarios.
o Por ello debemos elaborar dos presupuestos de gastos: un presupuesto acorde a lo que ganamos (priorizar el pago de necesidades y dejar por último otros gastos, renegociando pagos de deudas), y un presupuesto futuro en el que vamos a ir adicionando rubros y/o cantidades de gastos en la medida en que Dios provee más recursos como resultado de sus bendiciones al ver nuestra fidelidad en el manejo de las finanzas. Este último presupuesto debe ir muy bien razonado y justificado, para evitar que nuestro incremento de ingresos futuros pueda convertirse en un instrumento en manos de mammón para volver a ponernos, sin que nos demos cuenta, bajo su influencia. En estos presupuestos es importante tomar en consideración los siguientes rubros:
 Presupuesto de “siembra” (diezmos y ofrendas).
 Hacer presupuestos de gastos, incluyendo un fondo para imprevistos y emergencias.
 Hacer planes y presupuestos de ahorro y/o inversión para emergencias y retiro.
 Hacer planes y presupuesto de seguros de vida, gastos médicos, activos, accidentes, etc.
 Hacer planes y presupuesto de inversión.
o Presupuestar estos gastos aún sin tener los ingresos para efectuarlos (obviamente no debemos realizarlos si no tenemos los ingresos), es una manifestación de fe de que El Señor nos proveerá en su momento tal como lo ha prometido.
o Todos estos gastos y planes deben tener límites definidos y razonables en el monto total, de tal manera que no nos vayan a controlar ellos a nosotros.
o Ajustar nuestros gastos a lo presupuestado, no salirnos de ello, menos cuando no son necesidades reales. Aprender a decirles no a nuestros impulsos de compra.
 Ir a los centros comerciales, supermercados, hipermercados, etc., solo cuando tenemos una lista de compras y los fondos para ello, y no salirnos de ese presupuesto y de esas compras.
 No involucrarnos en el “juego de las marcas” o en el “juego de las modas”.

• Resistir la tentación de cubrir los déficits de gastos mediante el endeudamiento (ya sea bancario, préstamos personales o por medio de tarjetas de crédito) y “apretándose el cinturón” para restringir el endeudamiento a lo mínimo posible y que no sea para efectuar gastos de consumo.

• Nuestra meta debería ser la de ser ricos para con Dios.
o No buscar el dinero como fin, sino buscarlo para liberarlo del espíritu de mammón que está alrededor de él, dándolo.
o La verdadera riqueza es ser conformados a la imagen de Cristo (Rom 8:29) y esa debe ser la meta de nuestra vida, por encima de obtener dinero, bienes y/o riqueza. Estas, sin el carácter adecuado nos van a aprisionar, pero con el carácter apropiado se van a convertir en instrumentos para que bendigamos a otros en el nombre del Señor.
o El plan de Dios nunca ha sido ni será que busquemos el dinero, sino más bién lo contrario: que el dinero nos busque a nosotros, que nos alcance.
o No estamos hechos con el propósito de trabajar para hacer dinero sino más bien debemos estar disponibles para liberarlo (sembradores).


25 Ene 2012