Estudio Bíblico

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Módulo 114. Finanzas personales.



PATRONES ECONÓMICOS CARNALES (1).



Afán. Preocupación y ansiedad por el dinero, los bienes y las riquezas.

Como ya mencionamos en otro lugar, tanto ricos como pobres son sujetos del afán y la ansiedad respecto al dinero: los ricos porque temen perder lo que han acumulado, en tanto que los pobres porque temen no tener lo suficiente para poder vivir tranquilamente. Este es un patrón de conducta que reiteradamente trata la Palabra de Dios por dos cosas: en primer lugar, porque es un patrón al cual estamos expuestos todos, y los creyentes no somos la excepción; es más una gran cantidad de ellos están expuestos a este flagelo de la modernidad. En segundo lugar, porque en su base, el afán significa falta de fe en la provisión de Dios y en lo que Dios ha manifestado al respecto de ser nuestro Proveedor y del cuidado que El tiene de nosotros.

“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” (Mat 6:25-34).

Generalmente el afán se debe a que tenemos una mala perspectiva de la vida, derivada de los procesos formativos que el diablo insertó en el mundo y la vida social, y a los cuales nosotros hemos sido expuestos dentro de nuestro proceso formativo y continuamos siendo expuestos por efectos de la publicidad, para enfocarnos en el materialismo, producto de lo cual equiparamos la calidad de la vida a la cantidad de bienes materiales que poseemos y, por lo tanto, la vida se convierte en una carrera por obtener dinero, bienes y riquezas.

La Palabra de Dios nos dice que los gentiles (los inconversos, los incrédulos, los pecadores) buscan todas esas cosas, pero nosotros no deberíamos ser como ellos puesto que contamos con El para obtenerlos.



Endeudamiento.

La deuda es todo aquello que uno le debe a otra persona. En la Palabra de Dios la palabra “deuda” también se utiliza como un sinónimo de falta, ofensa y/o pecado (como en la oración del Padre Nuestro –Mat 6:12--).

Aún cuando no nos parezca, por vivir en medio de una cultura que ha hecho del crédito y de las deudas el modus operandi del diario vivir, y hasta casi una obligación de la vida por cuanto si no se poseen créditos, o tarjetas de crédito o referencias de crédito, en muchos lugares no es posible hacer determinadas transacciones, la Palabra de Dios claramente determina que ello es algo que va en contra de la voluntad de Dios, y como tal, incurrir en deudas, principalmente si son deudas de consumo, no de inversión, no es agradable a Dios.

“Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado.” (Deut 28:12).

“El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta.” (Prov 22:7).

“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.” (Rom 13:8).

Si vemos despacio estos versículos, la Biblia es enfática en este punto. No deberle a nadie nada, significa a nadie en lo absoluto y nada en lo absoluto (y ello incluye dinero, bienes y riquezas).

Cuando nosotros prestamos, estamos desviando fondos del Señor para pagarle a otras personas, generalmente, por nuestra falta de paciencia para adquirir lo que queremos comprar después de ahorrar. Generalmente el endeudamiento es el resultado de que queremos más y lo queremos ahora, ya sea que se trate de compras o de crecimiento de nuestros negocios. No queremos esperar ni postergar la satisfacción de un deseo o el logro de metas de negocios. Y de esa manera, poco a poco, nos vamos haciendo esclavos no solo de nuestros acreedores sino de nuestros propios deseos y concupiscencias hasta convertirnos en personas codiciosas o avaras.

El endeudamiento tiene otro gran inconveniente: compramos más caro (por el recargo de intereses y porque si pagáramos al contado podríamos obtener precios más bajos) y por el otro lado perdemos la oportunidad de hacer buenos negocios por carecer de fondos debido a que el endeudamiento (pagos de capital y pagos de intereses) nos absorbe una buena parte de los fondos que de otra manera estarían disponibles para inversiones de contado en verdaderas oportunidades (no en las pseudo-ofertas comerciales, que en la mayor parte de los casos no lo son).



Avalar deudas de otros.

“El hombre falto de entendimiento presta fianzas, y sale por fiador en presencia de su amigo.” (Prov 17:18).

“Con ansiedad será afligido el que sale por fiador de un extraño; mas el que aborreciere las fianzas vivirá seguro.” (Prov 11:15).

“Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, si has empeñado tu palabra a un extraño, te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus labios. Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, ya que has caído en la mano de tu prójimo; ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo. No des sueño a tus ojos, ni a tus párpados adormecimiento; escápate como gacela de la mano del cazador, y como ave de la mano del que arma lazos.” (Prov 6:1-5).

Si endeudarse por cuestiones personales está mal de acuerdo a lo que dice la Palabra de Dios, con cuanta mayor razón, endeudarse por otra persona. Cuando avalamos a otra persona para que obtenga un crédito o un préstamo, lo que en realidad estamos haciendo es avalar su falta de dominio propio y su desorden financiero. Es mucho más delicado esto, y generalmente, fuente de problemas no solo para el fiador frente al acreedor, sino fuente de división, discordias y problemas en la relación entre el deudor y el fiador.





Evasión de impuestos (Mat 22:17-22).

“Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron.” (Mat 22:17-22).

En este pasaje, la Palabra de Dios hace una equivalencia entre el pago de los impuestos que se le da al gobierno y los diezmos y las ofrendas que le damos a El. Si no dar los diezmos y las ofrendas, según Malaq 3:8-10 constituye un robo a Dios, igualmente, entonces, no pagar los impuestos constituye un robo al gobierno, y más que al gobierno, a nuestros conciudadanos por cuanto los fondos que se reciben de impuestos, en un alto porcentaje, sino todo, son para cubrir los costos de los servicios que el gobierno nos da a todos los ciudadanos.

El argumento que dan muchas veces las personas que evaden impuestos es que al pagarlos ellos, los funcionarios públicos se los roban, entonces, mejor no pagan. Pero lo que no se percatan, es que por evitar que otro sea ladrón, ellos mismos se convierten en ladrones.

Nuestra responsabilidad delante de Dios es pagar los impuestos tal como debe ser. El uso que otros hagan de ellos es responsabilidad de ellos y no nuestra. Dios va a tomar cartas en el asunto con respecto a ellos pero no con respecto a nosotros. Pero si nosotros evadimos impuestos, entonces Dios no solo se las va a ver con el que está robando los impuestos sino también con nosotros, porque al final de cuentas, lo que estamos haciendo es también robarnos los impuestos. La única diferencia es que uno los roba después de haber ingresado a las cuentas estatales, en tanto que el otro los roba antes de que ingresen.



Malversación.

El “Diccionario Everest” define la malversación como el uso ilícito de caudales ajenos y el “Diccionario Enciclopédico Larousse” la define como “la utilización fraudulenta de los caudales ajenos que uno tiene a su cargo”. En otras palabras, es utilizar el dinero que alguien aportó o puso en nuestras manos para un objeto determinado, en un fin diferente para el que originalmente estaba destinado y sin hacerlo del conocimiento de la persona que los aportó, y mucho menos, con su autorización. Implica que en el uso de los fondos hay un engaño, ya sea premeditado (haber sabido que los fondos no se utilizarían en lo que se estaba diciendo) o bien, que por las circunstancias, las presiones, las emergencias y/o las urgencias, el destino de los fondos se hubiera cambiado posteriormente.



Desorden y mala administración del dinero, los bienes y la riqueza que Dios nos ha dado.

“Dios no es un Dios de confusión sino de paz” (1 Cor 14:33). Por lo tanto, el desorden es una situación que tiene su origen y es provocada por el diablo (como lo evidencia la caída de éste del cielo que provocó que la tierra se desordenará y vaciara –Gen 1:1-2) para robarnos, matarnos y destruirnos.

Al no tener orden en nuestras finanzas tampoco vamos a tener un presupuesto ni control de gastos, ni buenos registros, lo que provocará que estemos a merced de las emociones y los sentimientos en cuanto al uso del dinero. Es imposible tener disciplina en una situación provocada por la indisciplina (orden en el desorden). La cuestión del orden es una cuestión de disciplina y el desorden es una gran falta de disciplina, que tarde o temprano nos va a meter en situaciones delicadas tales como endeudamiento excesivo, falta de pago, quiebra, etc., y/o situaciones similares o más delicadas que las mencionadas.

Compras por impulso.

Las compras por impulso son una manifestación del desorden en el manejo de nuestras finanzas y la falta de dominio propio para resistir el deseo de comprar que puede ser alimentado ya sea por la codicia o por la avaricia. Si esto no se controla a tiempo puede derivar en una compulsión o adicción que le haga la vida financieramente muy complicada a quien la padece y a su familia no solo por la falta de dinero para cubrir gastos importantes sino porque generalmente esta compulsión se acompaña del uso indiscriminado de la tarjeta de crédito con los consiguientes altos niveles de endeudamiento, pago de intereses y comisiones, etc., que constituyen una infracción a los mandamientos de la Palabra de Dios, y que llevan usualmente las finanzas personales y familiares a callejones sin salida. Este tipo de adicción se ve estimulada por todo un sistema de mercadeo y comercialización que está inserto en el sistema del mundo para hacer negocios, diseñado precisamente para provocar esa adicción:

a) La cultura materialista de nuestra época y la explotación de los símbolos de status relacionados con la posesión de artículos con “tecnología de punta”.

b) La proliferación de los Centros Comerciales e Hipermercados o Hipertiendas donde la variedad de artículos a disposición para compra es ilimitada y las técnicas de atracción de potenciales compradores se perfeccionan al máximo, al punto que los artículos parecen gritarnos: “cómprame”, “soy barato”, “estoy en oferta”, “nunca tendrás otra oportunidad como esta”.



Necesidad financiera permanente: “Nunca tengo suficiente”.

Generalmente el desorden en el manejo de las finanzas personales y familiares y la adicción a las compras por impulso derivan en patrones de gastos que permanentemente (diaria, semanal, mensual y anualmente) exceden a nuestros ingresos y que generalmente son solventados mediante las deudas de consumo a través de tarjetas de crédito, compras por abonos, préstamos bancarios, prestamos personales, etc., que no constituyen más que una estrategia engañosa del diablo que se llega a convertir en un circulo vicioso (tapar un hoyo destapando otro). Inicialmente este método de solventar déficits presupuestales hace aparecer el pago de deudas como una cosa fácil, (y quizá inicialmente lo podría ser) pero que al no corregirse esos patrones de gasto se van incrementando hasta sobrepasar las capacidades de pago de las personas y las familias.

Esta es una de las formas más utilizadas por el diablo para esclavizarnos económicamente, que tiene su origen en la falta de disciplina para demorar nuestras gratificaciones personales (no somos capaces de esperar para tener el tiempo suficiente de ahorrar para comprar lo que queremos) sino que las queremos ahora. Obviamente, el sistema del mundo hace todo lo posible para que nos enredemos en esos patrones de gasto a través de conceptos y promociones tales como: “disfrute hoy, pague mañana”, manténgase a la moda”, “solo para ganadores”, “sea una persona de éxito”, “tecnología de punta”, etc.

La frase favorita de las personas con este pecado es: “si solo ganara un poco más”. La realidad que esa no es la solución, porque al aumentar los ingresos, por el patrón de gastos establecido, de todos modos los ingresos no van a ser suficientes. Si no pueden ejercer dominio propio en lo “poco” mucho menos lo van a tener en lo más. El problema de estas personas no está en el lado de los ingresos. Está en el lado de los gastos y en la falta de dominio propio..


25 Ene 2012