Estudio Bíblico

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Módulo 114. Finanzas personales.



CONEXIÓN ENTRE LA VIDA ESPIRITUAL Y EL DINERO (3).


Los últimos tiempos.

Las actitudes correctas respecto a los bienes materiales (el dinero, los bienes y las riquezas), en los últimos tiempos van a cobrar una importancia capital para la vida eterna de todos los creyentes, puesto que la Biblia claramente nos dice que algunos van a negar la fe, aún los escogidos, por aceptar la marca de la bestia que la única importancia (y ella es aparente y mínima) es la de permitir a los portadores comprar y vender (los creyentes no la vamos a necesitar porque Dios es nuestro proveedor, no la marca, no la bestia, no las circunstancias de este mundo).

“Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.” (Apo 13:16-18).

Este pasaje denota algunas cosas importantes respecto de aquellos que apostatarán de la fe:

a) Su confianza estará puesta en lo incorrecto (el dinero como fuente de provisión falsa).
b) Por la presión de las circunstancias económicas, se olvidarán que nuestra fuente de provisión en Jehová Jireh: “Jehová es mi Pastor; nada me faltará....Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;” (Sal 23).
c) Estarán buscando hacer tesoros en la tierra en lugar de en el cielo.
d) Priorizarán lo terrenal (comprar y vender) sobre lo celestial (la salvación eterna); lo inmediato sobre lo eterno.
e) Confiarán en el anticristo en lugar de Dios.

Siendo como es que estamos a las puertas de los últimos tiempos, que pueden comenzar en cualquier momento pues todas las señales ya están cumplidas menos una (la reconstrucción del templo que en las circunstancias actuales no llevaría mucho tiempo --se dice que ya están todas las partes pre-construidas y que solo haría falta armarlas--), preparar a los creyentes más allá del diezmo y de las ofrendas, para penetrar en las actitudes que podrían estar arraigadas en sus corazones relacionadas con las cosas materiales (el dinero, los bienes y las riquezas) y transformarlas por el poder el Espíritu Santo (el único capaz de transformar el corazón de las personas) cobra una importancia capital.

Es por ello que no solo debemos, sino que es primordial, pasar de la enseñanza del diezmo y las ofrendas (que es solo la punta del iceberg), a la enseñanza sobre las actitudes que pueden enlazar, encadenar, atrapar, aprisionar, el corazón de los creyentes a las cosas materiales, y provocar su caída espiritual.

Recordemos el último mensaje a las Iglesias en el Libro de Apocalipsis, que es la antesala de la descripción de los tiempos del fin:

“Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” (Apo 3:14-22).

Esta era una iglesia que estaba engañada, que equiparaba su bienestar espiritual a su riqueza material denotando con ello que sus actitudes hacia los bienes económicos no eran las correctas bíblicamente hablando ni las que agradaban a Dios:

a) Decía “yo soy rico, me he enriquecido” (no reconocía a Dios como la fuente de su provisión y su riqueza sino que se asignaba a sí mismo, a sus habilidades y capacidades, el haberla obtenido).
b) “Yo soy rico, me he enriquecido” también denotaba que el objetivo de las riquezas que poseía no era el Reino de Dios (hacer tesoros en el cielo) sino atesorarlas aquí en la tierra, lo que estaba en contradicción con la enseñanza de Jesús en Mat 6:19-21 de no hacernos tesoros en la tierra sino hacerlos en el cielo.
c) Tenía una mentalidad de propietario, no de administrador, en contravención a la enseñanza de la Palabra de Dios de que todas las riquezas son de Dios, por El y para El (Sal 24:1, Rom 11:36).
d) No reconocía su necesidad de Dios (sacaba a Dios de sus finanzas).

Y todas esas actitudes estaban, seguramente, escondidas en el fondo de su corazón (“no se descubra la vergüenza de tu desnudez), porque de haber sido claras, evidentes, de haberlas predicado, seguramente no hubiera sido considerada como iglesia sino como secta porque hubiera sido claramente una iglesia anatema que hubiera negado la verdad.

Era una iglesia que diezmaba y ofrendaba seguramente porque no habla de una iglesia ladrona como se refiere en Malaquías a los que no diezmaban ni ofrendaban, pero, entonces, posiblemente lo hacía con una actitud de cumplimiento, no de rendición; con una actitud de obligatoriedad pero no de adoración; con una actitud de tradición, pero no de convicción.

Su problema no era lo externo. Su problema era lo interno, sus actitudes carnales y mundanas, disfrazadas bajo el manto de la virtud externa (legalismo, cumplimiento externo).



25 Ene 2012