Estudio Bíblico

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El liderazgo y la forma de pensar



OBJETIVOS DE LA ENSEÑANZA.
Que veamos claramente la necesidad de cambiar nuestra vieja manera de pensar (según los pensamientos, argumentos y filosofías del mundo), y desarrollemos una actitud de adoptar decididamente la forma de pensar de Dios, para que podamos vivir en la buena voluntad de El, agradable y perfecta.
Que podamos identificar los pensamientos, argumentos y filosofías más evidentes que hemos heredado del mundo, y las desechemos, adoptando los pensamientos, argumentos y filosofía de Dios.
Que desarrollemos una actitud de examinarlo todo para ir descubriendo los pensamientos, argumentos y filosofías que hemos heredado del mundo y que se encuentran ocultos o inconscientes en nuestra manera de pensar que hemos heredado del mundo y los sustituyamos por los pensamientos de Dios.
Que desarrollemos el claro entendimiento de la necesidad de pensar y vivir de acuerdo con la Palabra de Dios todo el tiempo para que nos vaya bien en todo lo que hagamos.


PREDISPOSICIONES MENTALES (FORTALEZAS).
Nosotros, cuando recibimos a Cristo, venimos del mundo con una programación mental que recibimos a lo largo de nuestra vida, con una forma de pensar acerca de las cosas, que constituyen predisposiciones mentales (paradigmas) que nos llevan a actuar de determinadas maneras (Prov 23:7).
Estas predisposiciones mentales son ideas predeterminadas de cómo es o debe ser algo, que constituyen una barrera en nuestro entendimiento para adquirir nuevas formas de pensar. Son fortalezas espirituales de género ideológico, que en última instancia, tienen que ver con el dominio que satanás ejerce sobre el mundo a través de filosofías que influyen en la cultura y la sociedad (2 Cor 4:3-4).
Esas predisposiciones mentales, formas de pensar, paradigmas, filosofías, argumentos, etc., son el mayor obstáculo para nuestro desarrollo espiritual, emocional y material y tienen una influencia significativa en nuestra vida eclesiástica.
Muchos de nuestros conceptos religiosos (y teológicos) y predisposiciones mentales que hemos aprendido causan un bloque mental que nos impiden comprender el mover de Dios y lo que el Espíritu Santo está diciendo a la Iglesia (Dan 2:21, Hch 3:21). Ponen freno al mover de Dios (Prov 16:25: nuestros propios caminos). En lugar de edificar y construír en la obra de Dios, destruyen lo que Dios está haciendo.
Un ejemplo de ello lo constituyen los fariseos y los escribas del tiempo de Jesús que por sus predisposiciones mentales, a pesar de la gran cantidad de respaldo sobrenatural que tenía, no conocieron el tiempo de la visitación de Dios para ellos (Luc 18:31-34, Luc 19:41-44, Hch 13:16, Hch 12:26-29, Hch 13:40-41, Hch 13:45-46).


LA IGLESIA HOY Y LAS PREDISPOSICIONES MENTALES.
La Iglesia hoy está llena de conceptos religiosos que por siglos han ido carcomiendo las bases del verdadero evangelio de la gracia, por ejemplo:
UNO. El “evangelio” de las cuatro P´s (pintura, pantalón, pelo, prendas) se ocupa solo de lo externo sin cambio en el corazón (celos, divisiones, resentimientos, envidias, falta de perdón, etc.).
DOS. El “evangelio” de la separación, aislamiento y evasión del mundo por temor a la contaminación.
TRES. El “evangelio” de solo lo espiritual (“cuando allá se pase lista”) enfocados solo en las cosas de la vida eterna en el cielo mientras que esta vida solo es vista como una espera desesperante hasta el momento para cuando nos vayamos al cielo.
CUATRO. El “evangelio” del masoquismo que hace aparecer a Dios como que El nos quiere enfermos, pobres, limitados, etc.
CINCO. El “evangelio” de la hiper-prosperidad que, en muchos casos, provoca la espiritualización de la codicia, o cuando menos la idea errónea de que Dios tiene la obligación de bendecirnos por el solo hecho de ser salvos.
SEIS. El legalismo, etc.


LO QUE DIOS ESPERA DE NOSOTROS.
En Cristo necesitamos cambiar nuestra manera de pensar para que cambie nuestra manera de vivir y así vivir en la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Rom 12:2).
En cuanto a la manera de pensar, nuestra función y objetivo debe ser que el mundo se convierta a nosotros en su forma de pensar, no que nosotros nos convirtamos al mundo (Jer 15:19), lo que implica que primero nos tenemos que convertir nosotros a la forma de pensar de Dios (Hch 4:22-24).
Como Dios cambia los tiempos (Dan 2:21), constantemente necesitamos adaptarnos a esos tiempos, en los cuales Dios se va a mover de maneras nuevas (El es el mismo, pero sus métodos se adaptan a las circunstancias), lo que implica que para movernos con El necesitamos ser convertidos constantemente en odres nuevos (Mat 9:17, Mar 2:22, Luc 5:38), principalmente en la medida en la que nos acercamos más a los últimos tiempos (Hch 3:21) cuando Dios va a restaurar todas las cosas, implicando en ello a la iglesia y todo lo concerniente a ella como doctrinas, acción, estrategias, metas, etc.
La Palabra nos exhorta a examinarlo todo y retener lo bueno (1 Tes 5:21), que no es igual a retener lo que nos conviene, nos gusta, nos parece, de acuerdo con nuestras inclinaciones o predisposiciones mentales.


La Palabra de Dios y el éxito en la vida cristiana.
Para vivir en la plenitud de la vida de Dios la condición es renovar nuestro entendimiento con la Palabra de Dios (3 Jn 2).
Para ello necesitamos desarrollar el gusto y el hábito de buscar el consejo de la Palabra y meditar en ella, todo el tiempo (Sal 1:1-3).


Preguntas de auto-evaluación.
¿Estoy consciente de la importancia para el creyente, y cuanto más para el líder, de sustituir nuestra vieja manera de pensar por la Palabra de Dios?
¿Estoy desarrollando en mi vida la disciplina, el gusto y el hábito de buscar diariamente el consejo de la Palabra y meditar en ella?
¿Qué más necesito hacer para desarrollar en mayor medida ese gusto y ese hábito?
¿En qué porcentaje, antes de tomar una decisión, busco lo que la Palabra de Dios dice al respecto de la situación?


01 Jun 2008